viernes, 9 de marzo de 2018

Cuando ganando perdemos.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

         La oposición, según cálculos prudentes está conformada por el setenta por ciento (70%) de los venezolanos pero  atomizada porque la Mesa de la Unidad, institución que cumplió con una etapa importante para la lucha opositora no pudo integrar, de manera efectiva, a los distintos grupos y organizaciones que totalizan la sociedad civil, de sumar y no restar; incluir sin más límite que el amor por el país e impedir la desintegración que hoy se materializa con  la dolorosa diáspora que vivimos.
          Durante la Independencia los venezolanos conformaron dos ejércitos, patriotas y realistas criollos y después, durante la Guerra de los Cinco años nos dividimos en conservadores u oligarcas centralistas frente a los liberales o federales. Esa división era necesaria, teníamos un territorio y unas personas que hablaban el mismo idioma y practicaban costumbres similares, es decir, conformábamos una Nación pero requeríamos de un  Estado, que implica la existencia de un gobierno que controle esa organización humana denominada Nación Venezolana. Ese Estado se formó poco a poco y estaba ya consolidado, pero hoy corre el peligro de su desintegración con las políticas del llamado Socialismo del Siglo XXI. No tiene justificación alguna entonces, que los opositores con amplia mayoría, no seamos capaces de mantener la unión necesaria para impedirlo.
          Un respetado grupo de venezolanos, con respetables argumentos, han aceptado ir al desequilibrado proceso electoral convocado para el 22 de mayo del 2018, a pesar que una Asamblea Nacional Constituyente activada y la perspectiva de un presidente Nicolás Maduro derrotado, pero con poderes plenos durante una larga transición de diez meses nos lleve a una nueva frustración que la resumo con el título de este artículo, cuando ganando perdemos. Ya tenemos experiencia suficiente y no podemos chocar más contra la misma piedra:
         El 02 de diciembre del 2007 propinamos al presidente Hugo Chávez, hasta entonces invicto electoralmente y a la Asamblea Nacional bajo su control, una significativa derrota que le impediría: perpetuarse en el poder, implantar en Venezuela un régimen socialista y la creación de un sexto Poder Público denominado Poder Popular. En efecto, habíamos votado NO mayoritariamente en la consulta referendaria, impidiendo la reforma constitucional propuesta y,  con ello, marcamos la imposibilidad que Hugo Chávez se postulara para un tercer período. Casi de inmediato  el Parlamento sancionó una Ley Habilitante (31 de julio del 2008) a través de la cual el presidente Chávez ordenó la publicación de una serie de leyes regidas “por principios y valores socialistas” y “sugirió” a la Asamblea que en el futuro todas las leyes sancionadas lo fueran bajo ese esquema. Especialmente y en contradicción con la negativa referendaria, se aprobaron las Leyes Orgánicas de Comunas y la del Poder Popular, entre otras. Poco tiempo después la Asamblea Nacional recurrió a  otro medio pero con el mismo fin parcial de la reforma negada, de manera que el Presidente de la República pudiera postularse al cargo indefinidamente. Se escogió la vía de la Enmienda, esta vez refrendada por  la Sala Constitucional quien asentó que nadie ni nada podía impedir consultar la voluntad del pueblo soberano,  no obstante que el texto constitucional (artículo 345) prohíbe que una reforma negada sea presentada  de nuevo dentro del mismo período. 
El 06 de diciembre del 2015 concurrimos masivamente a votar en las Elecciones Parlamentarias. Se logró imponer 112 diputados, lo que implicaba una mayoría no simple como se aspiraba, ni absoluta como soñaban algunos, sino una inimaginable, que la Constitución denomina calificada. Con ella se podrían hacer muchas cosas: tomar la iniciativa para una Asamblea Nacional Constituyente, aprobar leyes orgánicas para reorganizar Poderes Públicos o sancionar leyes marcos para un conjunto normativo, entre otras. Sin embargo una Asamblea Nacional oficialista saliente y moribunda, aceleró un proceso de designación de jueces que en vacaciones, antes de finalizar el año e incluso de su formal instalación, ya nos había bajado a categoría de Asamblea con mayoría absoluta, que no logró se aprobara ni una sola ley. Creo que el triunfo más palpable fue sacar las fotos del presidente Chávez del Parlamento, el cual ya reconquistó. Esa victoria recuerda la de Pirro, general de Epiro y rey de Macedonia, quien ganó la batalla de Heraclea perdiendo tantos hombres, incluidos oficiales de su ejército y equipo bélico que al final comentó: Otra victoria como esta, y tendré que regresar a Epiro, solo”. Ese tipo de triunfos se conocen como victorias pírricas, muy dolorosas porque no permiten saborearla.
No soy abstencionista,  creo en el poder del voto para cambiar gobiernos. Estoy seguro de la amplísima mayoría opositora, no obstante la emigración de venezolanos que hoy viven, sufren y esperan como diría don Rómulo Gallegos, desde los más remotos puntos de la tierra. De mis labios no han salido ni saldrán palabras con el propósito de ofender al candidato opositor, mi amigo el Dr. Henry Falcón Fuentes o de minar su campaña. Creo en su buena fe y en la necesidad de consolidar el liderazgo de quienes asumen el compromiso de enfrentar este gobierno, que tanto daño ha causado. Pero en verdad pienso que una victoria, incluso, en estas circunstancias electorales diseñadas en cambote por el gobierno, la Constituyente y el Consejo Nacional Electoral,  sería pírrica y pudiera agravar la frustración que siente el pueblo de Venezuela.
Algunos quieren ahuyentarnos de las mesas electorales el próximo 20 de mayo. Ellos tienen la obligación de señalar alternativas.  
La solución, a mi entender,  está precisamente en sumar todos los sectores de la sociedad que han permanecido al margen de la contienda activa y concurrir a unas elecciones como culminación de un proceso legítimo, conforme a la ley y sin chantajes. Dios proteja a Venezuela!.


09/03/2018

1 comentario:

  1. Un rayito de luz, ante tanta incertidumbre. En ocasiones, la desilusión quisiera vencernos. Ojala el pueblo opositor logre conseguir nuevamente el animo de la unidad.

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