A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
El escuálido porcentaje oficialista
significa que el grueso es opositor pero fraccionados por nimiedades, incluso
la semana pasada advertí la existencia de dos grupos que creo son
irreconciliables en el corto plazo, siendo entonces preferible dar libertad de
acción, que cada quien siga sus instintos, sus conocimientos y se abstengan o
voten, pero que entre ambos impere el respeto para que no lleguemos al final
del camino, heridos de manera irreconciliable, dando paso a una Venezuela
tripolar o convirtiéndola en un campo de guerra fratricida.
Los
sub grupos opositores incurren en despiadados ataques entre sí, olvidando quien es el enemigo a vencer,
pregonando además todo cuanto sea necesario para desprestigiar a los partidos,
a sus líderes, incluyendo a organizaciones con fines distintos a los netamente
partidistas, con hechos pocas veces comprobados o con pruebas dudosas, siendo
además, sordos ante un mensaje del común de la gente angustiada, requiriendo
protección, comida, medicamentos, lo que seguramente justificará al final conceder
la razón a ambos grupos desechándolos por igual. Estamos llegando así a una etapa superior de la agresión mutua.
Ya no pensaremos en no votar “porque no
nos gusta el candidato o su programa”, o en hacerlo “porque
necesitamos salir de este gobierno malo y tramposo”. Sino que la mayoría,
la inmensa mayoría, integrará un sector caracterizado por la apatía, que no le
interesará quien gobierna a Venezuela, simplemente porque Venezuela no es su
prioridad.
Como directivo de una organización no
gubernamental ni partidista, he sido receptor de innumerables llamadas y
mensajes con planteamientos de amigos, que también toman formas en las redes
sociales, sobre críticas en algunos casos por lo menos que me constan, subjetivamente
infundadas. No
las voy a rebatir porque mi organización no forma parte activa del debate, mis
opiniones no la vinculan como lo advierto en el encabezamiento fijo de este
blogs y porque van dirigidas contra
personas de mis afectos que por su estatura moral y formación intelectual e
ideológica, están capacitadas de sobra para defenderse, si cabe el término por
si. Sólo quiero recordar la tesis de
Schattschneider, condensada por Peter Mair, sobre el proceso de vaciado de las democracias occidentales. Los
venezolanos, en nuestro caso concreto, estamos perdiendo soberanía, lo que
presagia un panorama trágico de democracia
sin pueblo. Es un proceso que se inicia con el paso de un ciudadano acogotado e incrédulo, que salta de la
indiferencia a la hostilidad contra el liderazgo y, después traspasa otra
barrera, también tenue pero no menos trágica, contra el Estado y sus
instituciones que no resuelven problemas cotidianos, situación muy peligrosa e
indeseable, porque como escribió José Ortega y Gasset en el hombre y la Gente, el Derecho y el Estado son las primeras
defensas de contención contra los hombres.
He
creído mi obligación como venezolano, colaborar en la formación de opinión
relacionando la política con el Derecho, porque éste debe ser fuente y rector en
todas las actividades del hombre. Pero propiamente la política la percibo
siempre desde la barrera, no he tenido interés en adentrarme en una actividad distinta
a aquella para la cual me formé con amor y convicción, el mundo del Derecho,
ejerciendo tiempos en forma privada como litigante tribunalicio y otros en gestión pública, por donde pasé sin mancharme las alas a pesar del
terreno pantanoso que durante las últimas décadas ha servido de escenario a la
judicatura, que por su majestad, significado y fines debería estar en un templo
de cristal custodiado por monjes mudos, como decía Rudolph Stammler cuando la
justicia y otros valores podían ser definidos de manera poética, con el alma,
sin recurrir a epítetos y conceptos injuriosos, indecentes, hoy no pocas veces pertinentes al aplicarlos.
No veo mucho sentido en
destruir todo, líderes, organizaciones, partidos, Estado, porque de sus cenizas
no nacerá la perfección sino algún otro ente desconocido con los mismos males y
los mismos estigmas multiplicados. Creo que lo que podemos hacer es corregir lo que ya
tenemos. Cuando Dios necesitó castigar al hombre por su desobediencia, no lo
destruyó para hacerlo de nuevo, simplemente le puso reglas para mejorarlo. Eso, es perdón y humildad. Dios
proteja a Venezuela.
09/04/2018.
Caramba Dr. Jiménez, me agrado esta lectura, me permite difundirla?
ResponderEliminarExcelente tu artículo Chubeto, a tu preocupación le digo, calma, ya se asentará el agua movida y turbia; cuando aclare se percibirá con diafanidad el camino, la verdad y la razón.
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