viernes, 6 de abril de 2018

El fin no es deslegitimar.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
          Uno de los argumentos frecuentemente utilizados por el sector opositor que propone concurrir al acto electoral del 20 de mayo, es que la abstención no deslegitima al gobierno y como ejemplo surgen inmediatamente los hechos relacionados con la designación de la Asamblea Nacional en el 2005, cuando acatando la línea dura de la Coordinadora Democrática,  no nos presentamos a las mesas electorales obteniendo el gobierno una contundente victoria que se tradujo en mayoría calificada en el Parlamento, que le permitió entre otras cosas, renovar a los restantes Poderes Públicos no dependientes de elección directa y secreta, designando personas allegadas al oficialismo; ungió al presidente Chávez con una Ley Habilitante que en cascada, lo facultó para aprobar  Decretos con Valor y Fuerza de Ley para transformar las instituciones del Estado y la gestión pública, organizar la participación popular a través de las comunas, la seguridad, la defensa, recursos energéticos y  reordenar el territorio.
          Pero la situación política, la fuerza del gobierno y el liderazgo presidencial no era el mismo de hoy. La intención en el año 2005 sí fue obviamente deslegitimar al régimen, pero se incurrió en un error de cálculo porque ese mecanismo no era idóneo, se enfrentaba un gobierno fortalecido después de ganar el referendo revocatorio en el 2004, tenía respaldo interno suficiente y también internacional gracias a la chequera y pozos petroleros activos, sin olvidar que el presidente Chávez tenía carisma, un don natural que Dios le había conferido, aunque mal utilizado por el receptor.
Hoy la intención de la incomparecencia a la cita electoral,  no es deslegitimar al gobierno  porque ya lo está con la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, sin el cumplimiento de las pautas establecidas y la convocatoria a unas elecciones, donde se violentan los dispositivos ordinarios; con el funcionamiento impropio de los Poderes Electoral, Ciudadano y Judicial, ampliamente percibido por el colectivo; Estados Unidos, la Unión Europea y demás países líderes en el mundo saben que no estamos cumpliendo con los estándares obligatorios nacidos de los Tratados Internacionales  de Derechos Humanos; el gobierno está en una crisis inocultable que se desborda por las costuras; está rota la unidad militar; navegamos una crisis económico – social de dimensiones gigantescas; el presidente Maduro luce agotado repartiendo dádivas insuficientes para adquirir las cantidades requeridas de alimentos, medicinas y servicios, que sólo sirven para impulsar la inflación en proporción geométrica.
En contracara, si recurrimos a un proceso electoral en condiciones ilegales, impuestas a la fuerza, con absoluta opacidad en la escogencia del candidato opositor al no nacer de un consenso nacional y, con la  incertidumbre en cómo será la conducción del gobierno desde el 21 de mayo del 2018 al 10 de enero  del 2019. Aún dándose el supuesto posible que gane Henry Falcón, tendríamos un  Presidente Electo sin funciones propias, otro en ejercicio pero  derrotado, además de una Constituyente con poderes ilimitados, tratando de consolidar lo que se desmorona solo.
          Realmente no tengo una bola de cristal ni suficiente capacidad de análisis, para saber o intuir siquiera que pasará después del 20 de mayo. Sólo me aventuro a plantear que no debemos contribuir en una tri polaridad permanente: gobierno, la oposición votante y la oposición no votante. Creo que ya la suerte está echada y ese cuadro se mantendrá hasta el acto electoral y allí es donde debemos reaccionar racionalmente, de manera que si Henry Falcón gana, inmediatamente obtenga el respaldo de los abstencionistas porque Venezuela va a requerir de todos sus talentos. Si pierde, deberá crearse un gran bloque opositor, sin mirar hacia atrás a lamer heridas, sino para aprovechar las debilidades que hasta hoy tiene el gobierno y las que se sumarán generadas por un proceso tramposo e ilegal. Para que este cuadro sea factible es obligatorio olvidar ataques recíprocos ya pasados y, no agregar nuevos que puedan impedir que transitemos juntos el sendero para cualquier acuerdo mañana.
          En conclusión, no pensemos en deslegitimación, cada quien debe votar o no conforme a su conciencia pensando, por el contrario, en la compactación bien de un gobierno de reconstrucción nacional con Henry Falcón a la cabeza, si gana o en un bloque opositor homogéneo, si pierde. Personalmente no voy a votar, es mi derecho; pero igualmente defiendo el derecho de quien lo haga, porque seguro estoy que nuevamente nos conseguiremos en el largo camino que nos queda por transitar, hasta tener el país que merecemos. Dios bendiga a Venezuela!

06/04/2018.

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