viernes, 6 de octubre de 2017

El abstencionismo electoral es como la gripe.


Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp

El pueblo venezolano, gracias a los llamados gobiernos de la “Cuarta República”, uno de los períodos  en los cuales el presidente Hugo Chávez  dividió caprichosamente la gloriosa Historia de Venezuela, tiene muy arraigados los principios democráticos, los cuales a veces pareciera morigerar por las grandes penurias que sufre buscando alimentos y medicinas, tratando de estirar sus ingresos  o protegerse del hampa común, pero el sentimiento siempre está allí latente y presto a ser defendido cuando las circunstancias lo requieran.
La democracia es  un sistema político que se funda en el derecho popular de elección de los gobernantes y el control de su gestión, que se ejerce a través  de órganos distintos que tienen funciones propias e inter relacionadas, permitiendo la colaboración entre sí para el cabal cumplimiento de los fines supremos del Estado.
La democracia nació como antítesis de la autocracia o concentración de todos los poderes en manos de un monarca, cuya máxima representación viene dada por el absolutismo francés del Siglo XVIII, que amalgamaba gobierno, tribunales legislación y control en cabeza del rey, lo que permitía que se dieran frases como “después de mí, el diluvio” o “el Estado soy yo”, pronunciadas sin rubor por Luís XIV y Luís XV.
Posteriormente, en nuestro continente, básicamente el Caribe, Sur y Centro América durante el Siglo XIX  fueron apareciendo, más que sistemas de gobierno, regímenes políticos sui géneris  como las dictaduras donde se observaban, ciertamente, la distribución formal de los Poderes del Estado en órganos distintos, pero el titular del Ejecutivo ejercía influencias  de manera descarada, en los demás organismos públicos. En el caso de Venezuela estos regímenes imperaron durante la segunda mitad del Siglo XIX y la primera del Siglo XX, con las excepciones del general Isaías Medina Angarita (1941 – 1945) y el muy efímero gobierno de don Rómulo Gallegos quienes iniciaron la transición hacia una democracia plena, que se vio interrumpida por dos golpes cívico-militar. Tales dictaduras respondían más al concepto de regímenes  y no de sistemas políticos, porque su naturaleza no la determinaba su orientación  filosófica como el liberalismo, el social cristianismo o el socialismo, ni  las teorías económicas dominadas por el capitalismo o las economías social y ecológica decretadas por el mercado, sino  impuestas por las fuerzas de los caudillos primero y de los militares de carrera, después. En 1959, con don Rómulo Betancourt, se inician los gobiernos democráticos de la “Cuarta República”, apuntalados por el Pacto de Punto Fijo y el arraigo popular de Acción Democrática y Copei, fundamentalmente.
Pero en paralelo y con igual importancia que el concepto de democracia surge el de Estado de Derecho. En efecto, no es suficiente que la organización política de mayor importancia que es el Estado, nazca con las reglas del sistema democrático, es necesario que se preserven y respeten esas normas y la institucionalidad. La concepción entonces es que el Estado no puede estar regido por hombres, sino por leyes. El único imperio admitido es el de la ley.
Ambas instituciones, democracia y Estado de Derecho, se han  deteriorado progresivamente durante el Siglo XXI regido por dos gobiernos chavistas, presididos por los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Este deterioro se demuestra con hechos concretos: el referendo revocatorio que constitucionalmente debió cumplirse en el 2003 lo fue un año después, cuando  Chávez y el Consejo Nacional Electoral lo consideraron prudente; el correspondiente al 2016 fue entrabado por el Poder Electoral y en definitiva, impedido por medida atípica dictada por tribunales incompetentes; la Sala Constitucional no permitió sancionar ninguna ley a la Asamblea Nacional electa en el 2015, por razones incompresibles para cualquier lego en Derecho, además 3 de sus miembros (diputados de Amazonas)  fueron suspendidos mediante medida preventiva para romper la mayoría calificada obtenida electoralmente; la actual Asamblea Nacional Constituyente fue instalada sin convocatoria legítima e invade funciones del poder constituido; a los gobernadores de oposición se les designa “protectores” quienes disponen de fondos para inversiones, dejando los gastos corrientes a los legítimos designados por el voto popular; la Contraloría General de la República inhabilita convenientemente a los candidatos no oficialistas; hasta hoy no se han permitido las sustituciones a los aspirantes opositores a las gobernaciones de Estado,  desfavorecidos en las primarias, contrariando leyes expresas; los militares ejercen política partidista activa siempre a favor del gobierno etc.
Estos abusos han creado desasosiego, desesperanzas en las filas opositoras, parte de la cual amenaza con no votar el próximo 15 de octubre, premiando de esta manera al causante de las tropelías, porque la apatía o abstención favorece obviamente al partido gobernante.
Afortunadamente la intención de abstención electoral es siempre  como la gripe, al principio contagiosa pero se cura rápidamente, porque el venezolano lleva la democracia en sus genes, en consecuencia le gusta votar,  está consciente del significado y fuerza del sufragio.  De ese mal, con la ayuda de Dios ante todo y la necesaria reflexión profunda y serena, debemos estar curados  en tres o cuatro días para garantizarnos una legión de gobernadores que luchen por la descentralización, fortaleciendo política, social y económicamente a los ciudadanos y las regiones.
Por último, quiero dejar plasmado un ejemplo práctico de porqué debemos votar, aspirando que pueda servir como antídoto contra ese virus gripal: el 75% de la población venezolana es opositora al gobierno central, porque sabe es el responsable de nuestros males colectivos, lo que significa que de cada 20 votantes, 15 son opositores y  5 oficialistas. Si metemos en una bolsa 20 fichas con esa proporción, vale decir, 15 multicolores (opositores) y 5 rojas (oficialistas) y nos obligan a sacar sólo 5 fichas sin verlas, es posible que todas salgan rojas, no porque la lógica o por cálculos actuariales  así lo determinen, sino porque una mano oculta en la bolsa pero provista de cachos, cola y pezuñas las puede introducir en la mano. Pero si sacamos 11 piezas no hay forma humana como puedan perder las fichas multicolores. A votar con fe y esperanza el próximo 15 de octubre! Dios nos cuide y proteja siempre!

06/10/2017

1 comentario:

  1. Saludos Chubeto. El ejemplo practico que presentas es impecable, la logica, o mas bien la antilogica aplica al funcionamiento del regimen.

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