Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp.
El
solo descubrimiento por parte de la inteligencia norteamericana, del traslado
de misiles nucleares de corto alcance desde Rusia hasta Cuba el 15 de octubre
de 1962, generó una crisis militar y política en el hemisferio con proyección
universal, puesto se consideró la antesala de la tercera guerra mundial, esta
vez con armas tan letales que serían capaces de hacer desaparecer el hombre
sobre la faz de la tierra. Ese intento de
dotación armada no fue un hecho aislado, habían sucedido una serie de
acontecimientos que daban protagonismo en la Crisis del Caribe, de Octubre o de
los Misiles como se le calificó, tanto a Estados Unidos, como a Rusia y Cuba
cuya política fue fomentar y agravar los vientos de guerra, que en determinado
momento quisieron apaciguar las dos potencias referidas en primer lugar.
El
presidente John Kennedy había apoyado a los disidentes cubanos en 1961, en la
pretensión de tomar por las armas el territorio insular entrando por Bahía
Cochinos, pero en forma muy tímida, resultado un gran triunfo militar para Fidel Castro. Con anterioridad
las reclamaciones jurídicas contra la
confiscación de empresas norteamericanas también habían dado un saldo
absolutamente negativo. Estos triunfos en el campo militar y en el político, envalentonaron
a Fidel para la conducción armada de la revolución, por lo que convino con
Nikita Krushchov, primer ministro ruso, en instalar cohetes R-12 con cabeza nuclear en
territorio cubano, a pocas millas de Estados Unidos, para contrarrestar los de
largo alcance instalados por Estados Unidos en Turquía.
El
segmento de mayor gravedad de la crisis se mantuvo por algo menos de quince
días, aunque el operativo fue por más tiempo puesto la Operación Anadir,
desplegada por los rusos, tenía como finalidad constituir a Cuba en una gran
base militar para impedir la hegemonía de Estados Unidos como potencia única en
América y determinante a nivel global. Castro vio la oportunidad de
constituirse en un líder universal, por lo que no aceptó la solución pacífica
trabajada en secreto por el primer ministro Krushchov y el presidente Kennedy,
que según se conoció posteriormente tenía como cláusulas básicas el compromiso
de Estados Unidos de no intervenir Cuba ni ayudar a los grupos armados
constituidos con esa finalidad y desmantelar los cohetes en Turquía, mientras
los soviéticos desistían de la Operación Anadir, por tanto retirarían las
plataformas de lanzamiento de misiles, los bombarderos, las misiones de defensa
y regimientos de infantería mecanizada, para evitar su uso ulterior por los
cubanos.
Desde
entonces no se había conocido un intento tan público y descarado de los
soviéticos por ocupar tierras en el continente americano. El vice canciller
ruso Sergei Ryabkov, según reseña la prensa que circula vía digital, advirtió
en Ginebra que no se puede descartar un despliegue militar de Rusia en los
territorios de Cuba y Venezuela, si persiste el despliegue de Estado Unidos y
sus aliados de la OTAN, hacia Europa del Este.
Considero
realmente muy preocupante que ni el gobierno venezolano, ni formalmente la
oposición han hecho pronunciamientos determinantes rechazando estas
declaraciones. Se conoce desde inicios de las presidencias de Hugo Chávez las
estrechas relaciones comerciales y de cooperación económica con Rusia y China,
es decir, del más rancio comunismo con Venezuela, pero de allí a que podamos
servir de escenario militar en favor de los soviéticos hay mucha diferencia.
El
artículo 13 de la CN1999 impide todo tipo de inalienabilidad sobre nuestro
suelo patrio, por lo que en ninguna forma puede ser cedido, traspasado,
arrendado, enajenado temporal o parcialmente a Estados extranjeros u otros sujetos de Derecho Internacional,
menos aun con fines bélicos porque nuestro territorio es expresamente calificado
como de paz, sin que puedan establecerse en él bases militares extranjeras o
que de alguna manera tengan propósitos bélicos, por potencias o coaliciones
foráneas.
Esta
ocupación sería una especie de colofón, entendido como el remate de un proceso
que ha ido paulatinamente desdibujándonos como Estado. Parte de nuestro
territorio está ocupado por fuerzas que no están controladas por la legislación
nacional, es harto conocida la existencia de grupos armados y de narcotraficantes
en los Estados limítrofes; la
explotación indiscriminada en el arco minero e incluso el cobro de peajes en
las llamadas trochas que comunican a San Antonio y Cúcuta, donde la vigilancia
la ejercen los grupos irregulares colombo venezolanos y el llamado tren de Aragua, quienes requisan el equipaje de los transeúntes
decidiendo que y quienes pueden pasar, más el costo.
La
población venezolana, otro de los factores constitutivos de un Estado moderno,
está dispersándose cada vez más por el mundo, viviendo verdaderas tragedias
colectivas, por grupos o individuales, que no merecemos porque somos un país
privilegiado por la naturaleza, con tierra fértil y clima benigno todo el año,
playas, montañas, llanuras, por lo que tenemos derecho a permanecer en él y
vivirla, disfrutarla.
El
tercer elemento que conforma el Estado, el Poder, también tiene una distorsión
atroz, para lo cual basta con señalar que no hay límites para el ejercicio de las
facultades que corresponden a cada uno de los Poderes Públicos y
el indispensable equilibrio o control recíproco, lo que conduce hacia el
ejercicio pleno de la fuerza por parte del ejecutivo, sin ninguna institución
que lo controle o fije pautas de legalidad para su ejercicio. Debe abrirse un
gran debate nacional sobre todos estos hechos, es decir, la posibilidad de
convertirnos en un campo de batalla y la atomización de las instituciones. Dios
bendiga a Venezuela!
15/01/2022.
Cuando Rusia desistió de los misiles en Cuba, Fidel ordenó a sus milicianos que marcharán en un desfile gritando: "Nikita, mariquita, lo que se da no se quita".
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