Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
En
el año 1974 se libró una batalla campal en Zaire, África, donde George Foreman,
campeón mundial peso completo cayó
derrotado ante Muhammad Alí, recientemente fallecido, para el asombro generalizado de los entendidos
en el deporte – arte-boxístico, quienes atribuyeron las resultas del encuentro
a la desesperación que invadió al favorito ante la táctica del legendario
Cassius Clay, mantenida en estricto secreto
hasta el momento de la pelea. La moraleja, obviamente, es que la
desesperación es mala consejera.
Sembrar desesperanza y amenazar por
el “delito” de ejercer derechos, son
los elementos predominantes en declaraciones relacionadas con el referendo
revocatorio, provenientes del
oficialismo conformado por gobierno, partido y poderes controlados. Ya nos
hemos referido a la calificación que como opción hiciera el presidente Maduro,
de la consulta referendaria, no obstante que para el CNE y para él, es una
obligación procesarla y ejecutarla, siendo potestativo sólo para los electores
el hecho de solicitarla. También hemos revisado y tipificado como fraude la
propuesta del diputado Diosdado Cabello, quien blandiendo la Constitución en la
mano izquierda, mensaje subliminal para atraer a los seguidores del
protagonista original de la escena, aportó la “genial” idea de la renuncia del
Presidente después del 10 de enero, su designación como vicepresidente y
renuncia inmediata del nuevo Presidente asumiendo en consecuencia, Maduro hasta final del mandato. No revisó Cabello los
efectos de la falta absoluta de un presidente de la República y las
consecuencias de lo que a todas luces, es una propuesta dolosa. También planteó
este emblemático diputado y directivo del PSUV, despedir a los trabajadores
públicos firmantes para la activación del revocatorio. El alcalde Jorge
Rodríguez denuncia fraude de la
oposición en la recolección de las firmas iniciales, no obstante que se superó
infinitamente el mínimo necesario y que además, fueron constatadas con la
ratificación mediante el sistema biométrico, controlado diariamente por
funcionarios del CNE. El vicepresidente Aristóbulo Isturiz adelanta lo que
seguramente será decisión administrativa y jurisdiccional, en el sentido que no
puede haber referendo porque se pidió tarde y mal. Las ciudadanas rectoras
postergan, ya sin argumentos y sin respeto a los ciudadanos, la entrega
definitiva del cronograma que implica la determinación del número de máquinas y
la correspondiente ubicación, para cumplir con la formalización de la solicitud
por un 20% del electorado. Pienso que el temor mayor que las invade está en que
llegue a superase, de una vez, el número
de votos obtenido el 13 de abril del 2013 por el Presidente Maduro (7.587.579
votos) o, como indican las encuestas, por mucho el 50% del padrón electoral, lo
que significa un nockout fulminante siguiendo la onda boxística. Los diputados del bloque gubernamental, sin rubor alguno,
también tratan de sembrar desesperanzas cuando dicen en los medios de
comunicación social, que gozan de abrumadora mayoría popular y que los votantes
están arrepentidos de su manifestación de voluntad el pasado 5 de diciembre. Son
tan torpes estos razonamientos que evidentemente están signados por la
desesperación causada al haber dilapidado, en relativo poco tiempo, un caudal
de votos heredados de Chávez, aunque con él comenzó la debacle.
Pero
entre el arsenal de amenazas y declaraciones imprudentes corresponde la medalla de oro a las del
diputado Elías Jaua, para quien las
circunstancias “del país no
permiten ni aconsejan celebrar
elecciones”. Éstos son típico ejemplo de los planteamientos capciosos, por inmorales, que el Código de Procedimiento Civil prohíbe
hacer a los testigos porque tienen la pretensión de buscar respuestas asertivas
a hechos basados en falsos supuestos. Ninguna causa permite aprobar la
erradicación o la suspensión indefinida del acto electoral. Al contrario,
cuando las circunstancias políticas son insostenibles, el sólo hecho de tener
posibilidades de cambiar al gobernante responsable ocasiona sosiego en la
colectividad. Piensen los oficialistas qué habría pasado en este país si en
noviembre de 1998, cuando todos los indicadores conducían al hecho cierto,
luego materializado, del triunfo del candidato Hugo Chávez, el Consejo Supremo Electoral hubiese
determinado que “las circunstancias
aconsejaban la suspensión de las elecciones” del 6 de diciembre de ese año.
Estas declaraciones tienen el mismo
fin, sembrar la desesperanza en el ánimo del vasto sector opositor. Con ellas se pretende fijar la idea que esas jugadas ya
están en trámite, incluida la declaración de procedencia por la Sala
Constitucional, de manera que ya no hay nada por hacer, que el revocatorio no
tiene sentido o es un peligro para la paz nacional consultar a los venezolanos
sobre su destino. Pero en mi opinión están creando un efecto contrario, sentimos
que por falta de argumentos firmes, se deben tener como fantasías para auto
consuelo del sector oficialista. Lo dicho, la desesperación es mala consejera.
Dios proteja a Venezuela!
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