jueves, 20 de abril de 2017

El final feliz de una guerra, es cuando se evita.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

Treaty of Versailles, English version.jpgExtraños, más bien tristes estos días, los niños no van a la escuela ni los jóvenes a los liceos y universidades; los ciudadanos en las calles ejerciendo su legítimo derecho de protesta, mientras el gobierno está empecinado en  demostrar que somos felices porque el 30% de la población estuvo de vacaciones por  Semana Santa, aunque realmente estaba en los abastos y mercados leyendo las etiquetas de productos importados, que no puede comprar. La televisión oficialista proyecta la  gran fuerza popular del gobierno, mostrando unos rostros cansados con trajes de campaña, como los gringos en la Guerra del Golfo. Volvamos los ojos sobre nuestra propia historia, los hechos acontecidos durante la última década del Siglo XX son recientes y aún dolorosos, por tanto no están consolidados ni han producido todos sus efectos, pero si algunas consecuencias graves y otras que podemos evitar. Durante esos diez años gobernaron dos Presidentes reelectos y lo peor, enfrentados a sus propios partidos donde habían desarrollado su liderazgo lo que, obviamente, les restaba credibilidad y autóritas para enrumbar al país en crisis. Además se empinaba un hasta entonces anónimo conductor político, protagonista de un golpe de Estado y promotor de una Asamblea Nacional Constituyente. Este fue el ambiente para la discusión y aprobación de la  Constitución Nacional en la cual colaboraron muchos protagonistas hoy arrepentidos, que pensaron indebidamente que las transgresiones contra las instituciones políticas y jurídicas no pasan facturas, como el delito. Cubría a Venezuela el mismo ambiente de tristeza, desesperanza, de confrontación entre hermanos separados sin entender porqué.
Íntimamente, sabía el principal propulsor que esa Carta Magna no tenía como finalidad establecer las bases de un nuevo sistema político – económico. Intuía que no podría  imponerla de manera  abrupta, porque el país nacional no lo permitiría. Fue concebida como el inicio de un peregrinaje para llegar a conformar el proyecto in péctore del líder. Pero los errores forman parte en la vida de los seres humanos. Al no concurrir al acto electoral en diciembre del 2006, supuestamente para deslegitimar al gobierno, la  oposición permitió la conformación de una Asamblea Nacional con mayoría calificada y  con ello, el gobierno se hizo de todos los Poderes del Estado. También el presidente Chávez se equivocó, pensó había llegado el momento apropiado para perpetuarse en el poder  con un partido único bajo su mando y la posibilidad de ser presidente en ejercicio eterno,  para lo cual convocó a una reforma constitucional en el año 2007, obteniendo la más grande de las derrotas para sus aspiraciones.
Repacemos un poco este hecho fundamental, el gobierno perdió la propuesta de reforma constitucional que, en conjunto, sumando los bloques A y B del Ejecutivo y el Legislativo, respectivamente, representaba el 30% del articulado general pero llevado a las cláusulas fundamentales, excluyendo las inalterables como disposiciones básicas, derechos, garantías, organización de los poderes y otras similares, sobrepasan el 70% de la Constitución. Esto significa que tenemos hoy una ley fundamental que debe soportar dos grandes errores tácticos de nuestros protagonistas políticos. Por omisión la oposición permitió el secuestro de los Poderes Públicos y por precipitación, el presidente Chávez conformó leyes e instituciones socialistas sin base constitucional.
Pero  tenemos una Constitución Nacional y, en medio de todos los errores de formación y sobrevenidos está equilibrada, y en ella debemos refugiarnos todos en estos momentos de crisis, con la obligación del gobierno y la oposición de estabilizarla, consolidarla, reconocerla para el bien de la República y para purgar sus culpas.
Cierto que ha sido ampliamente transgredida, por eso es necesario restituir su imperio. Han sido desconocidas algunas de sus instituciones, por lo que deben ser fortalecidas. Es obligante aceptar que el tiempo ya no da para más errores, la oposición no puede jugar al divisionismo, al desconocimiento de líderes que alguna vez fueron chavistas o pensar que sólo con marchas y sacrificios humanos se derrota a un gobierno militarizado en sus entrañas. A éste tampoco le es dado pensar que la fuerza vence al tiempo o que los gobiernos con espada desenvainada se hacen eternos. En El arte de la guerra, de Sun Tzu, libro cuya lectura recomendó varias veces el presidente Chávez, conseguimos que “la peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad es el último de los recursos”.
En estos días cuando se acrecientan los problemas políticos y recrudecen los económicos y sociales, creo necesario: 1) El diálogo, porque su antípoda es la confrontación bélica que nadie puede querer. Pero su desprestigio nos obliga a buscarle un contexto distinto, debe ser directo, sin mediadores rechazados por alguna de las partes que los convierte en un problema añadido, más que en facilitadores. 2) Debería convocar y constituir el Presidente de la República un órgano ad hoc para materializar el diálogo, constituido por los cinco Poderes Públicos; por la Asamblea Nacional  debe ser llamado no sólo su presidente el Dr. Julio Borges,  sino su junta directiva, como signo de buena voluntad, reconociendo la legitimidad del Parlamento y del pueblo que los eligió; un representante del PSUV y uno por los partidos políticos opositores; gremios, sindicatos, academias, personalidades independientes etc. 3) Deben permitirse las manifestaciones públicas en la forma pacífica que autoriza la Constitución; impedir el accionar de los grupos armados, conocidos como colectivos y resolverse el caso de cada preso por los hechos acontecidos. 4)  Convocarse inmediatamente a las elecciones de alcaldes y gobernadores, en el entendido que no pueden crearse organismos paralelos, en las entidades donde pierda el gobierno. Esos organismos como Corpo Miranda y Corpo Lara  no tienen base constitucional. 5) Debe decidir la Sala Electoral el caso de los diputados de Amazonas y convocarse inmediatamente, de ser necesario, a las elecciones correspondientes. 6) Culminarse a la brevedad la reconstitución de los partidos políticos y respetar sus espacios. 7) Debe acatarse plenamente la autoridad del Presidente de la República como Jefe de Estado y de Gobierno, hasta el final de su período en el 2018. 8) Debemos permanecer en los organismos multilaterales, como aconsejan las normas del Derecho Internacional, utilizando lenguaje apropiado y fomentando la convivencia entre los Estados Miembros.
Estoy plenamente consciente de  los argumentos contrarios: el gobierno está débil, si conversamos se fortalece y con comunistas no se dialoga. La oposición es apátrida, terrorista y su guerra es para entronizar al imperialismo. El caso es que me parece que estas opiniones son respetables, pero no estoy seguro sean mayoritarias; que no es justo que tengamos un país con muchas riquezas que no produce suficiente comida; que mueran o emigren los jóvenes; que no seamos capaces de oírnos y recomenzar para buscar un camino mejor evitando una guerra fratricida.
Debo recordar que la Primera Guerra Mundial concluyó con un convenio de paz: El Tratado de Versalles, mientras que la Segunda Guerra Mundial finalizó con  actos bélicos y trágicos: el Día de Elba, porque en el río Elba se consiguieron las dos avanzadas de los ejércitos de Estados Unidos y de Rusia, después de ganar la batalla de Berlín y con el suicidio de Hitler. Pero ambas tuvieron un desenlace similar mostrando una estela de muerte y de lisiados. Me pregunto si no es más inteligente y fructífero terminar la confrontación final antes que se produzca. Que Dios nos proteja a todos!
20/04/2017

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