Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Claro
que además de la ayuda divina tuvimos a partir de 1959, después de su triunfo
electoral del 7 de diciembre de 1958, la decidida y valiente actuación del presidente
Rómulo Betancourt apoyado por el pacto de Punto Fijo, documento político
memorable firmado principalmente por él, como candidato de Acción Democrática,
el Dr. Rafael Caldera por Copei y el Dr. Jóvito Villalba por Unión Republicana
Democrática, donde se estableció el respeto recíproco a los resultados
electorales, la defensa de la constitucionalidad, la participación activa en el
gobierno de los distintos factores políticos y de los componentes de la sociedad organizada y, por
supuesto, el desarrollo de un programa de gobierno.
No
es fácil la sustitución de una administración en forma no programada. Recuerdo cuando
en 1993 renunció el presidente Carlos Andrés Pérez, en medio de lo que pensé
era una democracia estable, asumiendo su
compañero de partido el Dr. Octavio Lepage, por ser el presidente de la Cámara
del Senado, por tanto del Congreso Nacional. Se notaba a través de la
televisión mucha improvisación y dudas en las caras de los más duchos líderes
políticos de la Nación, incertidumbre que continuó incluso durante la asunción
como Presidente Interino del senador Ramón J. Velásquez, en junio de 1993.
A
mi manera de ver, no puede entenderse como sacrilegio o traición a la Patria,
que se discutan en el país nacional programas a seguir y sobre la identidad de
un líder conductor para cualquier eventualidad que pueda florecer.
El
gobierno del presidente Nicolás Maduro ha convocado
a una Asamblea Nacional Constituyente, que conforme prevé la Carta Magna
deberá producir la transformación del Estado, un nuevo ordenamiento jurídico y
la redacción de una nueva Constitución. Indudablemente que tal acto es irrito
porque la convocatoria es potestad exclusiva del pueblo de Venezuela, que sólo
puede expresarse por referendo debidamente convocado y tramitado, pero es
válido plantearse que esos fines de la constituyente pueden y deben ser estudiados,
discutidos, analizados incluso fuera del seno de dicha Asamblea, por partidos,
organizaciones, personalidades o grupos.
Además
es conveniente prestar atención a todas estas ofertas, porque el país no puede
quedar en estado de letargo nunca más. Cuando se de una transición en
Venezuela, bien por vía electoral ordinaria u otro mecanismo como el que pueda
establecer la Asamblea Nacional
Constituyente, tiene que activarse de inmediato el aparato productivo, el trabajo,
la provisión de alimentos, medicinas, de
otros bienes esenciales y tiene que garantizarse la seguridad personal. Los
chicos que hoy están en las calles ejerciendo su derecho constitucional a las
protestas, tendrán que reintegrarse a su
vida normal, ellos están en plena etapa de formación, serán los abogados,
médicos, ingenieros, obreros, agricultores, deportistas, técnicos, artesanos, artistas,
empresarios y en general, ejercerán las demás profesiones u oficios que
integran el tejido social. Otros tendrán que dirigir el país, mientras nuestros
jóvenes concluyen su preparación intelectual, académica e incluso alcanzan su
madurez personal.
Afortunadamente
también tenemos en el país líderes curtidos, estadistas bien formados que, obligante es para la historia, registrar como se adelantaron a los acontecimientos, advirtiendo los problemas que se
generarían en un país que buscó y propició salidas extraordinarias, que seguía
encantadores de serpientes que antepusieron las armas a la Constitución para
asumir el poder. Esa verdad debe ser reconocida y no tratar de desandar
caminos, con falsos o con auténticos
arrepentimientos y tomando atajos.
No
podemos tener miedo a las propuestas, al debate de ideas, al diálogo. La
justicia tendrá que aplicarse castigando culpables y absolviendo inocentes;
habrá que sustituir quienes hayan faltado a la ley y la ética pública y
ratificar funcionarios probos, repensar programas, cambiar leyes, pero el día
después tiene que ser sin solución de continuidad, para una mejor Venezuela.
Dios nos proteja e ilumine a todos!.
21/06/2017
Excelente escrito, reflexión muy pertinente. Tan oportuna que basta recordar que tu punto de referencia, el día después del 23 de Enero del 58, había sido delineado de alguna manera a finales del 57, cuando en la ciudad de Nueva York se reunían Betancourt con Caldera y Villalba, quienes luego ya en Enero del 58, se reunieron de nuevo en la casa de Caldera (quinta Punto Fijo), para suscribir lo conversado previamente en Nva York. El Señor ya acogió a Pompeyo, y desde allá nos desbrozara el camino.
ResponderEliminarYa se trabaja en tu acertada preocupación y por cierto, debes incorporarte cuanto antes a la reflexión y puesta en marcha del proyecto del día después. Mi hijo Marco Antonio te llamara. Le gustaría trabajar contigo. Un abrazo
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