domingo, 2 de julio de 2017

Alternabilidad y equilibrio.


Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp

Cuando Dios expulsó a nuestros primeros padres del jardín de El Edén, lo hizo consciente que la convivencia les  enfrentaría a una serie de problemas. Por su bondad infinita no los dejó en descampado y sin paraguas, por el contrario, sembró en sus corazones con potestad de transmitirlo a  sus descendientes un valor como norte, la justicia y tres caminos para conseguirla: la política, el derecho y la religión. No es correcto entonces plantear que la tragedia vivida por Venezuela no tiene solución jurídica sino política, porque los dos mecanismos son regalos de Dios y deben ser aplicados por igual para superarla, ante el desastre creado por el mal uso de ambos.
La política es una actividad humana destinada a mejorar integralmente la sociedad, por eso Aristóteles la clasificó como una ciencia práctica. Solemos  confundirla con la búsqueda obligatoria  del poder público, cuando perfectamente puede estar orientada a contra restar  su ejercicio por otros. Si un grupo es minoría, pues simplemente debe tratar de convencer a más ciudadanos para obtener su respaldo  y mientras, calmar a quien gobierna. También puede la política dedicarse sólo a orientar a los ciudadanos, para ayudarlos a formar conciencia de sus derechos y sus obligaciones, sin pretender el ejercicio efectivo del mando, muchas organizaciones no gubernamentales lo hacen con éxito. Pero cierto es que la política está presente en  todas las acciones humanas.
El derecho se rige por una fuente fundamental que es la ley,  compuesta por un supuesto normativo y una sanción, pero como se redacta en frío y generaliza en la descripción de conductas, no pocas veces resulta odiosa ante un problema  determinado. Adaptar lo escrito al hecho concreto, convierte en cuasi divina la función del juez quien puede violentarla en dos formas, cuando  aun siendo clara e indubitable, la interpreta en contrasentido a lo establecido, como ha sido común en las sentencias de la Sala Constitucional durante los últimos tiempos o, cuando deja de aplicarla porque supuestamente el hecho no se acopla a lo descrito en su texto, sin reparar que puede hacerla justa recurriendo a conceptos, instituciones, a ciencias auxiliares y elementos éticos o humanos, incluso fuera de las ciencias jurídicas.  
La religión nos impone igualmente cánones de conducta para buscar lo justo, pero con la diferencia que son de acatamiento íntimo. Ella nos compromete internamente a hacer cuanto fuere en bien de nuestros semejantes y así engrandecemos el colectivo. Haremos abstracción de esta vía ya que no es vinculante para una sociedad en conflicto, aunque obviamente constituye orientaciones para los protagonistas. Si antes de disparar en horizontal, el guardia nacional mirara dentro de sí, cuántas muertes se hubiesen evitado!
Venezuela es una Nación, se formó de esa manera porque tenemos  territorio,  idioma,  costumbres,  raza e idiosincrasia comunes y, se supone que por esas características podemos convivir armoniosamente. Sin embargo, estamos en guerra, una guerra sin razón válida aparente. Entiendo que algunos pueblos sean enemigos porque el territorio es pequeño para compartir, o  sin posibilidad de producir alimentos o recursos suficientes para todos o tienen un origen étnico diferente que los hace repelerse,  pero entre los venezolanos no existe nada de eso. Claro que como seres humanos imperfectos tenemos diferencias que nos llevan a confrontar, pero me niego que sea en forma  armada y a costa de sangre joven. En verdad no tenemos un trance que el derecho y la política, conjuntamente, no puedan resolver.
Vamos entre todos a, primero, delimitar el conflicto actual y luego, buscar una solución pacífica. Obviamente cada quien o cada grupo enfocara ambos puntos desde distintos ángulos, pero el norte debe ser el mismo: solucionar ese problema que determinemos, al menor costo humano y material posible. No es justo, de justicia entendida como valor supremo, que nos matemos entre nosotros mismos y que destruyamos la infraestructura urbana que requerimos para vivir cómodamente.
Creo que el problema  que hoy vivimos, se generó y está centrado al desconocerse la necesaria y oportuna alternabilidad de los Poderes Públicos y la ruptura en el equilibrio del sistema democrático. Ambas circunstancias están garantizadas por la Constitución Nacional, cada determinado período deben renovarse de forma ordinaria, el presidente de la República, los diputados, los miembros del Poder Moral, los rectores del Consejo Nacional Electoral  y los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Con  éstos últimos se violentó en diciembre del 2015, por anticipación, el proceso de renovación parcial. Se impidió por la Sala Electoral, de manera arbitraria, que la oposición legítimamente victoriosa en la consulta electoral para conformar nuevo Parlamento pudiera ejercer su mayoría calificada y de paso, el Consejo Nacional Electoral truncó el referendo revocatorio activado, según la Carta Magna y los Reglamentos prexistentes, contra el jefe del Estado. Todo esto trajo como consecuencia la fractura  en el equilibrio de los Poderes Públicos, que es regla de oro en la democracia. Eso es precisamente, lo que va a registrar la historia, porque es la verdad sustancial. Podrá imponerse la fuerza, pero alguna vez en las páginas de los libros de Historia de Venezuela, se  asentarán estos hechos  y se subrayarán  los nombres de los magistrados de la Sala Constitucional, quienes tuvieron en sus manos la posibilidad de imponer la ley y enderezar entuertos, pero no lo hicieron apropiadamente, sino de manera parcializada, contrariando mandatos claros de Dios.
Junto a este aspecto  jurídico corre en paralelo, el político, conformado por lo social  y lo económico, lo que debe ser obligatoriamente considerado por los gobernantes. El pueblo tiene hambre y se han multiplicado sus enfermedades; no están cubiertas sus necesidades básicas y no hay perspectivas de mejorar, ni con el Plan de la Patria ni con la Constituyente; la corrupción administrativa resalta ante la escasez y la inflación, fenómenos económicos desconocidos históricamente para los venezolanos. La prestación de  servicios públicos fue desmejorada al igual que la infraestructura. El socialismo fue aceptado bajo el disfraz y dádivas del rentismo petrolero, no con  sacrificios absurdos y sin precedentes.
La solución pasa entonces por garantizar la alternabilidad y restituir las funciones propias de cada una de las ramas del Poder Público, tanto nacional como descentralizado. Los gobernadores y los alcaldes en ejercicio efectivo deben ser los electos por el pueblo y no por un dedo omnipotente. Ciertamente el presidente Maduro fue electo hasta el 2018, pero los acontecimientos sobrevenidos impiden el cumplimiento del lapso natural, quedando como alternativas legal y política la renuncia al cargo o la continuación del referendo revocatorio suspendido indebidamente por el Consejo Nacional Electoral, confabulado en la aplicación de unas medidas cautelares dictadas por jueces incompetentes por la materia. De esa manera se restituiría la normalidad de inmediato y la provisión del cargo presidencial se haría en 30 días.
Igualmente la Sala Electoral debe decidir el caso, bajo trámite, de los diputados de Amazonas. La Sala Constitucional conformada por suplentes y con jueces no limitados por causales de inhibición – recusación, debe conocer y decidir sobre la nulidad de la designación de los magistrados en diciembre del 2015.
Corresponderá a la Asamblea Nacional discutir y sancionar  una ley ad hoc para los procesados por los acontecimientos ocurridos durante todos estos años oscuros en Venezuela y, por qué no, para los actuales gobernantes que hayan incurrido en delitos contra la cosa pública. Ya existe un proyecto de Ley de Amnistía truncado, es cuestión de ampliarla  y adaptarla a los nuevos hechos ahora lastimosamente enrojecidos con la sangre de nuestros jóvenes.  Por supuesto, los militares deben replegarse a sus cuarteles a cumplir con sus funciones propias.
Creo, sinceramente, que estas soluciones son apropiadas, refrendadas por el derecho, la política y la lógica. Ellas llegarán con toda seguridad, lo importante es acortar caminos para evitar acrecentar la tragedia que hoy nos enluta. Dios proteja a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

02/07/2017

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