Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp.
@jesusajimenezp.
“Si nos ponemos a discutir sobre las cosas que vemos diferentes, vamos a pasar una vida discutiendo; si trabajamos en lo que estamos de acuerdo, vamos a pasar una vida trabajando”. Raúl Sendic.
He estado leyendo algunas opiniones en
artículos de presa y redes sociales, donde se plantea el tema sobre las
elecciones de alcaldes, su oportunidad y
la conveniencia de participar o no en las mismas. Quiera Dios que para entonces
haya pasado el contagioso virus de la abstención, cuyo germen alteró los
resultados lógicos el pasado 15 de octubre. El alcalde es el funcionario más
cercano a las comunidades y quien tiene bajo su competencia los problemas más
sentidos y sensibles de la población. De manera que no podemos ni por un
instante desentendernos de dicho proceso comicial. Es comprensible un inicial
rechazo al tema, la excesiva política, los esfuerzos no compensados, los
extraños resultados en la designación de gobernadores, la debilidad de nuestra
democracia, la situación económica del país, la burla e irrespeto de los altos
funcionarios de los Poderes Ejecutivo y Electoral, producen hastío y melancolía.
No conseguimos un análisis adecuado por lo irreal que resultó perder 18 de 23
gobernaciones, cuando la realidad política, social y económica que vive el país
refleja posibilidades contrarias.
Si de algo sirve, es fácil determinar
con los propios números oficiales aportados por el Consejo Nacional Electoral,
que el enemigo principal de la oposición fue la oposición misma. El PSUV –
gobierno, a pesar de la intensa campaña desplegada desde diciembre del 2015,
cuando perdieron por mucho la Asamblea Nacional a tal punto que la oposición
logró una holgada mayoría calificada que, para enervarla, debió el oficialismo
recurrir a la Sala Electoral, quien en una decisión vergonzosa analizada en
otros artículos anteriores, dictó medida cautelar innominada sin requisitos ni
elementos de procedibilidad, suspendiendo la proclamación de los candidatos de
Amazonas. Esa intensa campaña del
gobierno desde el 2015, además de las acciones de amedrentamiento, fue muy agresiva
en la divulgación de mensajes a través de los medios de comunicación social.
Por cierto, el presidente Maduro suele quejarse afirmando que los medios
privados no aceptan la publicidad del PSUV ni da cabida a sus líderes en los
programas de opinión, obviando decir que a cada rato hace cadena nacional para
transmitir mensajes políticos, no oficiales de divulgación programática, que
son gratuitos y causan graves daños a las emisoras y anunciantes. Además
intensificó tres programas puntuales dirigidos a la búsqueda incesante de
votos: los clap, la chamba juvenil y el carnet de la patria, “que sirve para todo”. Sin embargo, el
PSUV-gobierno tuvo una votación muy similar entre diciembre del 2015 (5.599.025)
y octubre del 2017 (5.817.344), si bien los elegidos no eran los mismos órganos,
puesto en el primer caso se trata de votos listas por diputados y en el segundo
para gobernadores, la polarización de nuestra política nacional marca una
tendencia que permite la comparación. Es cierto, igualmente, que en las
elecciones de gobernadores no se suman los votos de la ciudad de Caracas que no
participa, pero ello pudiera compensarse con los de venezolanos en el exterior,
obviamente de mayoría opositora, que tampoco sufragaron, pero todos lo harán Dios
mediante, en el 2018 para un nuevo Presidente de la República.
Visto
el estancamiento de la votación del PSUV- gobierno y que la evidente abstención
en el proceso de octubre 2017, se produjo con mayor proyección en las zonas de
fortaleza opositora, nos hace pensar que la elección de alcaldes marcará un
cambio de rumbo electoral en Venezuela. Entiendo el desánimo, si creo que hay
un fraude masivo en el proceso comicial, pero es una oportunidad de participación
directa que no debemos dejar pasar por alto, como preparatorio de la
importantísima y quizás, decisiva elección presidencial del 2018. Es
por esta razón que debemos concurrir en masa a elegir nuestros alcaldes, con la
particularidad que los candidatos los escojamos directamente en cada circuito,
no en primarias con candidatos propuestos por los factores políticos activos.
Los partidos deben reunificarse, firmar convenios de cooperación claros y
públicos, participando activamente pero los candidatos deben ir a las
comunidades y sociedades intermedias u organizadas, a exponer sus
planteamientos y recoger firmas de respaldo, que deben ser constatadas por
representantes de los demás pretendientes. Quien más firmas obtenga, será el
candidato de todos.
Finalmente
debo manifestar mi opinión sobre la comparecencia o no de los gobernadores
opositores electos el 15 de octubre, ante la Asamblea Nacional Constituyente.
Ya he manifestado que la convocatoria vía presidencial, a quien sólo le
correspondía la iniciativa para que el pueblo de Venezuela convocara o no, la
vicia de nulidad absoluta. Es además, muy revelador que el CNE haya anunciado
que los constituyentes fueron refrendados por 8.089.320 votos y que dos meses y
medio después a pesar de la intensa campaña desplegada, los candidatos
oficialistas a las gobernaciones obtuvieran 5.817.344 sufragios. Por otra
parte, la función única de la Constituyente es redactar una nueva Constitución
que debe ser aprobada por el pueblo en referendo nacional. Ella puede proponer
la transformación del Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico, pero esos
puntos deben ser incluidos en la propuesta
de nueva Carta Magna. Ahora bien, aunque
parece incongruente creo que los gobernadores deben presentarse ante ella por
razones prácticas. Es obvio que si no lo hacen no podrán instalarse, se anulará
su designación dijo ayer el Presidente en Barquisimeto, no se valido de que
atribución ni como pueden crearse sanciones después de sucedidos los hechos,
contrariando el régimen jurídico de universal aceptación. La presencia de los
gobernadores no convalida un vicio absoluto producido ab initio, así deben
expresarlo y denunciarlo, simplemente van a cumplir con un requisito formal sobrevenido,
con el único fin de poder asumir la gobernación del Estado, que es el mandato
popular.
La
obediencia o no a las disposiciones de la Asamblea Nacional Constituyente, vista
su peculiar instalación, es un tema que enfocado jurídicamente es muy complejo.
Anteriormente en Venezuela y el Derecho
Comparado, la obediencia debida a una autoridad legítima, constituía una causa
de justificación por lo que no era antijurídica la conducta de quien obedecía,
sin embargo, esta posición ha variado universalmente, estableciéndose como
principio general que el ejercicio del Poder Público, acarrea responsabilidad
individual en los casos de abuso, desviación de poder o violación a la
Constitución (artículo 139), tesis imperante por influencia del tema de los
Derechos Humanos. De esta forma la Constitución Nacional de 1999, siguiendo el
cauce impuesto por la de 1961 (artículo
46), ratificó el principio de la nulidad de todo acto dictado en ejercicio del
Poder Público, cuando menoscabe o violente los derechos y garantías que ella
confiere (artículo 25), responsabilizando civil, penal y administrativamente
tanto a la autoridad que ordene como al funcionario que acate la orden.
Por
la jerarquía que, artificiosamente, se ha atribuido a la Asamblea Nacional
Constituyente por el Tribunal Supremo
de Justicia y los Poderes Ejecutivo y
Electoral, creo que la comparecencia de los gobernadores electos tanto
oficialistas como de oposición a juramentarse,
constituye una causa de justificación para ellos y por ende, una
eximente de responsabilidad, no aplicable a los miembros de la Constituyente.
Venezuela
no puede seguir esta diatriba política sin sentido, es necesario enfrentar
desde todos los niveles de gobierno, los cruentos problemas que la agobian. Dios
bendiga a Venezuela!.
21/10/2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario