Jesús
A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp
La
significativa mayoría del pueblo venezolano está conteste en el hecho que es
necesario cambiar al actual gobierno. Para la obtención de ese fin está igualmente
de acuerdo en algunos principios básicos, como
el mantenimiento y consolidación de la unidad, expresada con la designación
de un candidato único dentro del amplísimo sector contrario al oficialismo.
Falta la determinación del mecanismo de escogencia sobre el cual reiteramos nuestro
criterio de un colegio electoral o alguna organización más sencilla, que he
llamado “conciliábulo” simplemente para graficarlo, de cuyo seno habrá de salir por sólido consenso. Afortunadamente he
oído acreditados criterios contrarios a las llamadas primarias, que constituye el peor de los escenarios para la
designación. Dicho abanderado tendrá la
obligación de reconciliarnos y exponer, auxiliado en cuantos técnicos y líderes
populares fuere necesario, la consistencia y viabilidad de un Programa de
Reconstrucción de Venezuela, en los aspectos económico, social, político, cultural
y productivo primario e industrial.
Existe
una minoría, que si bien no rechaza el acto electoral en sí mismo, lo cuestiona
mientras no cambien las actuales condiciones y se designen nuevos rectores del
Consejo Nacional Electoral. Ello equivale
a dar la espalda al mecanismo del sufragio porque implicaría entrar en una diatriba
interminable, puesto los rectores tendrían que ser designados por las dos
terceras partes de la Asamblea Nacional (artículo 296 CN) y bien es conocido
que el oficialismo, valido de diferentes decisiones de la Sala Constitucional
tiene al máximo cuerpo legislativo como inexistente por supuesto desacato y,
además, está suspendida la mayoría calificada legítimamente obtenida en el
2015, con una medida cautelar dictada por la Sala Electoral del Tribunal
Supremo de Justicia .
Algún
sector, afortunadamente minoritario
espera que hechos de fuerza internacional o intestina puedan resolver nuestros
problemas, “porque no es posible una
salida electoral” o “dictadura no
sale con votos”. Nada más falso que tales acotaciones. La fuerza está en el
sector oficialista, quien la controla y sobre esto debo recordar algunos hechos
concretos en Venezuela y nuestra América: El 04 de febrero de 1992 el
comandante Hugo Chávez Frías encabezó un golpe militar que fracasó
estruendosamente a pesar de la evidente debilidad del presidente Carlos Andrés
Pérez, enfrentado a su partido postulante Acción Democrática e, igualmente a
órganos como la Fiscalía General de la República y la Corte Suprema de
Justicia, que para bien o para mal por los resultados mediatos, lo procesaron por diferentes delitos
llevándolo a plantear su renuncia y sin
embargo, el golpe militar no produjo los efectos buscados. Fue la vía electoral
ordinaria la que llevó a Hugo Chávez, poco tiempo después, a ocupar la silla
presidencial.
Fuera
de nuestras fronteras, en Nicaragua, Anastasio “Tachito” Somoza abandonó el
poder en julio de 1979, después de más de 50.000 muertos. El Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN) se instaló en el poder por hecho de fuerza, hasta
el año 1990 cuando la señora Violeta Chamorro ganó limpiamente al sandinismo y
a las encuestas con el 54% de los votos. Transcurrieron otros dos períodos con
gobiernos no izquierdistas que por razones distintas minaron la democracia en
formación, uno presidido por Arnoldo Alemán entre 1997 y el 2002, acusado de
corrupción generalizada y otro entre el 2002 y el 2007, donde gobernó el
ingeniero Enrique Bolaños, empresario, no cultivado en el arte de la política y
conocido como el presidente de los ricos.
Fueron las orientaciones de los gobiernos de Alemán y Bolaños, lo que propició que Daniel Ortega retornara al poder
en el año 2007, quien para lograrlo suavizó el discurso, cambiando los colores
rojo y negro de su organización guerrillera por el rosado, el azul y el
amarillo como símbolos de su partido; se escondió bajo un discurso de respeto a
la empresa privada y a los tratados de comercio con Estados Unidos, endulzando
además los oídos de los nicaragüenses con la bella canción de Jhon Lennon give peace a chance (Dale una
oportunidad a la paz). Creo que varias lecciones podemos extraer de la historia
contemporánea del hermano país centro americano.
En El
Salvador después de un rosario de militares designados como jefes de estado,
fue derrocado en 1979 Carlos Humberto Romero, instalándose una Junta
Revolucionaria, con la cual se inició la guerra civil. Después de una
transición con Álvaro Magaña, ganó en elecciones libres, universales y secretas
el demócrata cristiano Ing. José Napoleón Duarte, iniciándose un período de
alternaciones, siendo el actual presidente Salvador Sánchez Cerén del Frente
Farabundo Martí de Liberación Nacional, lo que resalta transiciones pacíficas y
electorales entre representantes de las llamadas derechas e izquierdas. Sería
injusto dejar de referir que en todo el
proceso de paz en Centro América, tuvo protagonismo principal un ilustre
venezolano, el doctor Arístides Calvani Silva, fundador de IFEDEC, organización
promotora de políticas públicas, de estudio y reflexión, hoy presidida por el
doctor Eduardo Fernández.
En
Chile Augusto Pinochet quien sumó casi veinte años como Presidente de la Junta
de Gobierno, después como Jefe Supremo de la Nación y por último Presidente, fue electoralmente sustituido por el político y abogado,
fundador del partido Demócrata Cristiano Patricio Aylwin alternándose siempre
de manera pacífica, con gobiernos socialistas como los de la Presidente
Michelle Bachelet Jeria y de derecha, con el partido Renovación Nacional del
presidente electo Sebastián Piñera Echenique, por dos veces.
En
Argentina el oscurantismo militarista, condenado por violación de Derechos
Humanos, fue sustituido con votos en
1976 por Raúl Alfonsín, alternándose variadas tendencias hasta hoy, cuando
ejerce el cargo el presidente Mauricio
Macri.
Distinto
es el caso de los árabes, belicistas por tradición, naturaleza y convicción, quienes con el llamado
movimiento de la Primavera Árabe sustituyeron varios gobiernos. Pero en muchos
de ellos reina hoy la inestabilidad, la destrucción, anarquía e incontables
muertos, situación que no podemos
pretender para Venezuela. Que la Divina Pastora nos cubra con su sagrado manto!.
10/01/2018.
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