Jesús A. Jiménez
Peraza.
@jesusajimenezp
La política, entendida como un mecanismo
que permite la consecución del bien
común, debe fundarse sobre tres elementos: el
desprendimiento, el diálogo y el respeto, porque obviamente no puede estar
centrada en la búsqueda del beneficio personal; su fin no es la imposición de
nuestro criterio, sino del resultante de las ideas plurales presentadas y
supone tolerar los argumentos de quienes sean contrarios a nuestras tesis, con el
doble propósito de convencer con
razonamientos cuando estemos íntimamente persuadidos de su validez y pertinencia
y, a la vez, analizar aquellas que nos generan dudas o que entendemos son posibles
o perfectibles.
Venezuela requiere con urgencia que
variemos la concepción política tradicional, porque estamos ante un gobierno nefasto
con escuálido respaldo, que trata de imponerse y no debemos permitirlo. Es
fundamental conseguir los puntos de conexión que hagan posible el entendimiento
entre los diferentes sectores de la oposición, cuyo denominador común ha de ser
la utilización de medios pacíficos,
porque no somos una sociedad de mentalidad guerrerista.
Hace algunos días leí una vieja
entrevista a SS Francisco quien hace un planteamiento que, quizás, pueda
servirnos como reflexión inicial, dice el Santo Padre: “Me ha llamado la atención un hecho transversal entre los políticos
jóvenes, ya sean de centro, izquierda o derecha. Quizás hablen de los mismos
problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad”
Acabamos
de salir de un evento que pudiera ser muy traumático si continuamos el golpe tocuyano acusándonos
mutuamente, unos de haber impedido el
triunfo de Henry Falcón por negarnos concurrir a los centros electorales sin las
garantías debidas y a pesar de los conocidos antecedentes, representados por la
negativa de admitir la reelección indefinida en el 2007 y la designación Asamblea
Nacional en el 2015, donde votamos, ganamos, nos reconocieron, pero no cobramos.
Con
toda honestidad mantengo que los seis millones de votos que el CNE adjudicó a
Nicolás Maduro, fue simplemente porque
era el número requerido para ese triunfo
concreto, pero de haber concurrido más votantes a favor de Henry Falcón, por
arte de magia hubiesen aumentado los sufragios de su contendor. Así de sencillo,
porque no tenemos instituciones independientes, democráticas, sólidas.
El
anuncio de interposición de recursos contenciosos electorales por los
partidarios de Falcón, sean en vía administrativa o en la jurisdiccional, implica un reconocimiento de este
hecho porque es descabellado pensar que los vicios que serán denunciados,
tenían el propósito de conseguir ese número de sufragios. El objetivo inmediato
era la reelección del Presidente, de manera que se hubiese abultado la votación
hasta donde fuere necesario para el cumplimiento del fin buscado, si algún
candidato de la oposición superaba esa cantidad.
También debemos presumir y admitir la
buena fe en la postulación del principal candidato opositor, y de quienes
concurrieron a las mesas electorales el pasado 20 de mayo. En lo personal me
costó mucho tomar la decisión porque me formé en una democracia donde el voto tenía
mucha fuerza, fue capaz de cambiar gobiernos y así lo demostró en varias
oportunidades. Al final de mi análisis
decidí no votar, de la mejor buena fe comuniqué mis planteamientos, los razoné
y me siento tranquilo, sin remordimientos. Hice lo que mi conciencia me dictó y
no me arrepiento.
Pero ahora creo es el momento de
entender el mensaje papal, no se trata de apartar a los líderes ya conocidos
cuando habla del nacimiento de los
nuevos, todos son necesarios. Es tiempo de experimentar con nueva música, cambiar estrategias, admitir errores propios y
reconocer el tino de nuestros aliados, que fueron contrarios momentáneamente, para que podamos conseguir el bien común, admitirlo es
desprendimiento. No podemos sentarnos a esperar que otros piensen para
ilustrarnos y nos muestren el camino,
todos tenemos la obligación de discurrir y alimentar la agenda requerida para
refundar nuestro sistema democrático, porque Dios nos dio discernimiento, que
debemos explotar a través del diálogo.
No podemos desechar ninguna idea, simplemente discutámosla en pequeños grupos
familiares, vecinales, gremiales, pongámosla en limpio y la transmitimos al
común entendiéndola como factible, sin desechar ab initio otras, las cuales
debemos analizar sin burlas, eso es
respeto.
De
todo lo anterior saldrá un gran y bien conformado bloque opositor, con un
programa, con objetivos claros, con dirigentes consolidados, con líderes nuevos, con nueva música. Somos más que los oficialistas, pero tenemos la
obligación de ser mejores. Dios bendiga a Venezuela!
28/05/2018.
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