lunes, 28 de mayo de 2018

El trípode en la política.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
 
          La política, entendida como un mecanismo que permite la consecución  del bien común, debe fundarse sobre tres elementos: el desprendimiento, el diálogo y el respeto, porque obviamente no puede estar centrada en la búsqueda del beneficio personal; su fin no es la imposición de nuestro criterio, sino del resultante de las ideas plurales presentadas y supone tolerar los argumentos de quienes sean contrarios a nuestras tesis, con el doble propósito de convencer con  razonamientos cuando estemos íntimamente persuadidos de su validez y pertinencia y, a la vez, analizar aquellas que nos generan dudas o que entendemos son posibles o perfectibles.
          Venezuela requiere con urgencia que variemos la concepción política tradicional, porque estamos ante un gobierno nefasto con escuálido respaldo, que trata de imponerse y no debemos permitirlo. Es fundamental conseguir los puntos de conexión que hagan posible el entendimiento entre los diferentes sectores de la oposición, cuyo denominador común ha de ser la utilización de medios pacíficos,  porque no somos una sociedad de mentalidad guerrerista.
          Hace algunos días leí una vieja entrevista a SS Francisco quien hace un planteamiento que, quizás, pueda servirnos como reflexión inicial, dice el Santo Padre:  “Me ha llamado la atención un hecho transversal entre los políticos jóvenes, ya sean de centro, izquierda o derecha. Quizás hablen de los mismos problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad”
          Acabamos de salir de un evento que pudiera ser muy traumático  si continuamos el golpe tocuyano acusándonos mutuamente, unos  de haber impedido el triunfo de Henry Falcón por negarnos  concurrir a los centros electorales sin las garantías debidas y a pesar de los conocidos antecedentes, representados por la negativa de admitir la reelección indefinida en el 2007 y la designación Asamblea Nacional en el 2015, donde votamos, ganamos, nos reconocieron, pero no cobramos.
Con toda honestidad mantengo que los seis millones de votos que el CNE adjudicó a Nicolás Maduro,  fue simplemente porque era el número  requerido para ese triunfo concreto, pero de haber concurrido más votantes a favor de Henry Falcón, por arte de magia hubiesen aumentado los sufragios de su contendor. Así de sencillo, porque no tenemos instituciones independientes, democráticas, sólidas.
El anuncio de interposición de recursos contenciosos electorales por los partidarios de Falcón, sean en vía administrativa  o en la  jurisdiccional, implica un reconocimiento de este hecho porque es descabellado pensar que los vicios que serán denunciados, tenían el propósito de conseguir ese número de sufragios. El objetivo inmediato era la reelección del Presidente, de manera que se hubiese abultado la votación hasta donde fuere necesario para el cumplimiento del fin buscado, si algún candidato de la oposición superaba esa cantidad.
          También debemos presumir y admitir la buena fe en la postulación del principal candidato opositor, y de quienes concurrieron a las mesas electorales el pasado 20 de mayo. En lo personal me costó mucho tomar la decisión porque me formé en una democracia donde el voto tenía mucha fuerza, fue capaz de cambiar gobiernos y así lo demostró en varias oportunidades.  Al final de mi análisis decidí no votar, de la mejor buena fe comuniqué mis planteamientos, los razoné y me siento tranquilo, sin remordimientos. Hice lo que mi conciencia me dictó y no me arrepiento.
          Pero ahora creo es el momento de entender el mensaje papal, no se trata de apartar a los líderes ya conocidos cuando habla del  nacimiento de los nuevos, todos son necesarios. Es tiempo de experimentar con nueva música,  cambiar  estrategias, admitir errores propios y reconocer el tino de nuestros aliados, que fueron contrarios momentáneamente,  para que podamos conseguir el bien común,  admitirlo es desprendimiento. No podemos sentarnos a esperar que otros piensen para ilustrarnos  y nos muestren el camino, todos tenemos la obligación de discurrir y alimentar la agenda requerida para refundar nuestro sistema democrático,  porque Dios nos dio discernimiento, que debemos explotar a través del diálogo. No podemos desechar ninguna idea, simplemente discutámosla en pequeños grupos familiares, vecinales, gremiales, pongámosla en limpio y la transmitimos al común entendiéndola como factible, sin desechar ab initio otras, las cuales debemos analizar sin burlas, eso es respeto.
De todo lo anterior saldrá un gran y bien conformado bloque opositor, con un programa, con objetivos claros, con dirigentes consolidados,   con líderes nuevos, con nueva música. Somos más que los oficialistas, pero tenemos la obligación de ser mejores. Dios bendiga a Venezuela!

28/05/2018.

 

         

 

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