viernes, 11 de mayo de 2018

La democracia y la gravidez, no tienen puntos intermedios.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
          Según trascendió profusamente en los medios de comunicación y las redes sociales, el candidato Dr. Henry Falcón a quien ratifico mi amistad y reconocimiento con el desacuerdo medular que, en nuestro concepto, no debió presentarse a la contienda electoral sin vasto consenso para poder garantizar la derrota del oficialismo y sobre todo, amalgamar la credibilidad y confianza del sector opositor compuesto cual colcha de retazos, de ideologías, personalidades, partidos políticos y agrupaciones sociales de diferentes naturaleza, comentó ante la calificada y amplísima audiencia de César Miguel Rondón, que estas “pudieran ser la últimas elecciones democráticas en Venezuela, en este gobierno autoritario y dictatorial”.
          Craso error, hay allí una sentencia que los abogados califican como incongruente, porque un gobierno con esos calificativos que controla a todos los Poderes del Estado incluido al Electoral, mal puede convocar a unas elecciones democráticas.  La democracia al igual que la preñez, no aceptan grises, se está o no se está en ella. Teóricamente la democracia es una forma o sistema de gobierno del Estado, ejercida de manera mediata por el pueblo e inmediata por las autoridades que reciban el mandato popular, bajo  responsabilidad del gobernante, sin obligación de consultar a sus electores, salvo algunas puntuales excepciones por vía referendaria. Por eso la alternabilidad, que es otra de las características fundamentales del sistema, debe ser periódica, por lapsos y actos prefijados y corroborada en forma cristalina, ya que es a través de ella como el titular original del poder, el pueblo soberano de Venezuela en nuestro caso, determina si el gobernante puede continuar porque ejerció mandato conforme a la voluntad de los gobernados o debe salir del poder cediéndole a quien sea designado como sustituto.
          El solo hecho que todos los órganos del Estado estén concertados y respondan unánimemente a las propuestas del Poder Ejecutivo o al partido oficialista, impide el calificativo de democrático al gobierno y sus actos. Resulta imposible para calificar la existencia de una democracia sana y robusta en este país, obviar la interrupción del referendo revocatorio en 2016 gracias a las decisiones interlocutorias que tuvieron efectos de definitivas, dictadas por unos jueces sin  jurisdicción, puesto el acto decisorio correspondía en primer grado al Consejo Nacional Electoral, como autoridad administrativa, el cual seguramente  no quiso comprometerse más allá de lo posible, abortando un proceso previsto en la Constitución Nacional y por vía reglamentaria. En segundo grado, el jurisdiccional, la competencia corresponde a la Sala Electoral, jamás a un juzgado penal. A partir de ese momento, por lo menos, ninguna decisión relacionada con la consulta popular puede tener el calificativo de democrática.
          Este punto es trascendental y no podemos pasarlo por alto, todos los actos electorales para la ratificación o sustitución del presidente Maduro son írritos, absolutamente nulos, no porque los haya convocado la Asamblea Nacional Constituyente, aunque su legitimidad está comprometida,  sino porque su celebración depende de un proceso previo dolosamente fallido: el referendo revocatorio del 2016. Recordemos que el 04 de junio del 2004, aunque de manera tardía, el presidente Chávez informó en cadena nacional de radio y televisión  someterse al revocatorio promovido, manifestando que dicho acto traducía la siembra de ideas, esperanzas y proyectos contenidos en la propuesta constituyente presentada por la Quinta República, el 05 de agosto de 1999. Dijo que desconocer los principios de la democracia popular, participativa  y protagónica, representada por plebiscitos, referenda y asambleas populares, sería como reconocer una democracia sin pueblo  o un  río sin agua. Manifestó que aquí funcionaban plenamente las instituciones e hizo suyas las palabras de El Libertador Simón Bolívar, cuando el 15 de febrero de 1819, dijo: “Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando,  convoca la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta”. De manera que también las ideas del presidente Hugo Chávez, fueron traicionadas cuando se interrumpió abrupta e ilegalmente el referendo revocatorio hace dos años.
          Mal puede calificarse este proceso electoral como democrático y al mismo tiempo denunciar la desviación del gobierno hacia el autoritarismo, lo que presupone concentración de poderes en un individuo o partido con poder y autoridad absolutos y, por ende, estar en contra cara con la robustez democrática electoral,  la que requiere por lo menos: 1) Respeto por los principios universales del sufragio, reconocido como uno de los derechos humanos, en tal virtud es inadmisible sin ser libre, directo, personalizado, proporcional y secreto. Todos estos elementos definitorios han sido trasgredidos con diferentes acciones u omisiones, induciendo al voto con desequilibrio en la propaganda, oferta y dádivas de bienes y servicios, cadenas de radio y televisión arbitrarias e ilegales, con  intervención directa de organismos públicos y de la estructura del Estado. Es, por lo menos indignante, el condicionamiento de la entrega del carnet de la Patria y su cotillón anexo, al sufragio. En este aspecto Nicolás Maduro sin rubor cambia pensiones por votos, manifestando “esto es dando y dando”. 2) Fomento de la participación ciudadana. Por el contrario aquí han sido arbitrariamente inhabilitados partidos, tarjetas, símbolos y candidatos, de manera que sólo puedan participar quienes tengan el visto bueno oficialista. 3) Un arbitraje legítimo, imparcial, confiable. Los Rectores del Consejo Nacional Electoral y sus órganos auxiliares no responden a estas características fundamentales. 4) Como quiera que el contenido y el origen  del derecho al sufragio es muy amplio, forma parte y se entrelaza con todos los derechos políticos con sus características de sensibilidad y vulnerabilidad, implica  que al desarrollarse dentro de un amplio esquema procesal, la alteración  en uno de los múltiples pasos requeridos dentro del acto comicial, supone la ruptura en cascada de todo el derecho. De manera que es violación del derecho a sufragar tanto la absoluta opacidad en la conformación del registro de electores, como haber establecido actos no expresamente sancionados en la Constitución o las leyes, para que los gobernadores electos asumieran el cargo.
          Estas razones hacen inadmisibles las excusas de la dirigencia opositora sobre haber ganado algunas consultas, porque si bien algunos  resultados favorables aunque seguramente alterados,  no pudieron ser desconocidos por el gobierno a la vez PSUV-CNE, fueron transformados en triunfos pírricos y estériles como les consta a todos quienes están medianamente informados sobre nuestro acontecer político.
          No es verdad que “si participamos ganamos”, porque hacerlo en forma contra legem simplemente nos convierte en cómplices de la ruptura de la plataforma electoral lícita y damos pie, obviamente, para que la comunidad internacional incluya a todos dentro del mismo saco, lo que no es bueno para el futuro de este país y la restitución de la maltrecha estructura estatal. Dios proteja a Venezuela!

11/05/2018.

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