Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Según el primer Libro de la Biblia, el Génesis, que describe el origen del mundo para los cristianos, la tierra estaba en tinieblas, vacía, de manera que
el Supremo Creador comenzó por hacer la luz separando la noche, luego hizo las aguas, las
plantas, también los frutos, después los
animales. Así, cuando todo estuvo íntegramente preparado para su bienestar, creó al hombre a su imagen y semejanza.
Nunca quiso Dios que su principal
producto enfrentara nada que perturbara su existencia. La Tierra, en
consecuencia, fue dotada de todo y para todos, sin embargo el hombre llevaba
dentro de sí, una semilla que genera variadas atrocidades, presto a ejecutar
atentados tanto individuales como colectivos contra su misma especie.
El comediógrafo Plauto, que vivió entre la primera y
segunda centuria antes de cristo, acopló la célebre frase homo homini lupus,
"El hombre es el lobo para el hombre", que mas tarde fuera
reconocida como sentencia de Thomas Hobbes en su obra El Leviathán, para describir
cómo la lucha y la pretensión de destrucción contra el prójimo, es el estado
natural del hombre por llevar dentro de si un animal salvaje capaz de las más
graves acciones.
Reconoce Hobbes que, no obstante esta tendencia hacia
el mal, somos capaces de lograr acuerdos de convivencia mediante un contrato
social, concebido y aplicado por una autoridad absoluta. Estos convenios pasan
por la renuncia a parte de los derechos naturales del ser humano, como la
libertad plena o absoluta, pero siempre se presentan rupturas del convenio y
con ello a la armonía, a la paz.
Para Jean-Jacques Rousseau, por el contrario, el
hombre es bueno por naturaleza. Si bien en el campo teórico se anteponen las teorías de Hobbes y
Rousseau, en el fondo tienen puntos de convergencia, porque acepta Rousseau que
a la larga el hombre puede corromperse, aunque haya nacido bueno y esa corrupción es obviamente, producto de la acción de otros hombres.
El pacto social es lo que llamamos ley, determinantes
de conductas prohibidas o de obligatoria ejecución. Ellas deben ser redactadas
y promulgadas por la autoridad previamente designada. Otros órganos deben
interpretarlas y aplicar una sanción justa ante su incumplimiento.
He allí el problema en Venezuela: rompimos el
acuerdo. Una Asamblea Nacional Constituyente, surgida sin base, asumió la
función legislativa que aplica el Presidente de la República de manera
caprichosa.
Además del caos que vivimos los venezolanos ante la
escasez de productos fundamentales, hiperinflación e inseguridad, afrontamos
diariamente la tragedia de desconocer el valor material de las cosas y las formas
de pago de cualquier bien o servicio.
Por otra parte las funciones del Banco Central de
Venezuela están diluidas entre varios funcionarios e incumplidas sus
competencias constitucionales. A este Instituto, que es persona jurídica de
Derecho Público, con plena autonomía para la formulación y ejercicio de sus gestiones
corresponde de manera exclusiva y obligatoria, garantizar la estabilidad de
precios y mantener el valor tanto interno
como externo de nuestro signo monetario, que por cierto es el bolívar, a secas, sin apellidos,
simplemente porque la unidad monetaria debe ser individualizada como lo impone
el artículo 318 constitucional. No pueden coexistir el bolívar con uno fuerte y uno soberano, porque se activa la confusión.
Por consiguiente, corresponde al Estado en pleno,
defender la estabilidad económica, la vulnerabilidad de la economía, la
estabilidad monetaria y de precios, porque es materia fundamental para asegurar
el bienestar social, además la seguridad
de la República. Por la magnitud e importancia de las acciones debe estar al
frente el Presidente de República, como nuestro funcionario de más alto rango
administrativo y coordinador de los acuerdos y programas macros cuya ejecución
se requiera, pero sin irrespetar las funciones propias del Banco Central de
Venezuela.
Es alarmante que al presidente de dicho instituto y
sus directivos ni tan siquiera los conoce el pueblo llano de Venezuela, lo que
significa que no han afrontado la situación, han incumplido su gestión pública,
hecho que les acarrea sanciones morales, administrativas y penales. Ellos han
roto el pacto social convirtiéndose en lobos para sus connacionales. Dios proteja a Venezuela!
03/09/2018.
FELICITACIONES POR EL BLOG Y ESTOY DE ACUERDO CON ESTE ACUSIOSO ARTICULO.
ResponderEliminarOjalá podamos conciliarnos como individuos, a lo interno y externo, y lograr los cambios necesarios, que nos ayude a recomponernos como sociedad.Creo que somos buenos por naturaleza.
ResponderEliminarComo siempre, muy bueno tu artículo, didáctico y como hombre del derecho, en la linea del "deber ser".
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