Jesús A.
Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Los
venezolanos estamos a punto de llegar a la encrucijada más complicada de
nuestra historia política. Diría que tiene mayor trascendencia que el 19 de
abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, porque para entonces no teníamos un
Estado constituido.
En
efecto, debemos decidir entre asistir al referendo que, obligatoriamente, debe
ser convocado para la aprobación o rechazo de la nueva Constitución discutida
en ámbito cerrado por la Asamblea Nacional Constituyente, producto y órgano
cuya legitimidad acepto a los solos efectos de hilvanar las ideas que
seguidamente expongo o, por el contrario, abstenernos de asistir a las mesas
electorales.
Considero
vital que la presencia o no en el acto referendario sea aprobada en forma
masiva por el sector opositor, para tener posibilidades de éxito, después de
discutir abiertamente el tema en reuniones familiares, peñas, jornadas de
reflexión, medios masivos de comunicación,etc., aceptando ab initio, que ambas
posiciones tienen argumentos válidos de sustentación.
Quienes
propugnan votar masivamente por el NO, que significa el rechazo expreso al
proyecto que se presente y consecuencialmente, mantener la vigencia de la Constitución de 1999, aducen
que no hacerlo implica la aprobación automática de la que presente el órgano
instalado, a pesar de los serios cuestionamientos
jurídicos y políticos de fondo y de forma de los cuales adolece y ello es
cierto. Ganaría el gobierno por forfait.
El
grupo, también de oposición firme al régimen, que prefiere abstenerse, alegando
como fundamento principal el hecho que no tenemos en el país un sistema
electoral confiable, demostrado con la cantidad de votos computados como
válidos para la propia conformación de la Asamblea Nacional Constituyente,
integrada a capricho del gobierno por 545 personas electas, en parte, por
segundo grado el 30 de julio del 2017 e igualmente, con los resultados
oficiales proclamados por el Consejo Nacional Electoral en los comicios del
pasado 20 de mayo del 2018, adjudicando una votación superior a los seis
millones de votos a Nicolás Maduro y cerca de dos millones de sufragios a Henry
Falcón, aunque las calles y centros electorales lucían ostensiblemente
desolados.
También
es incuestionable este argumento. En Venezuela hoy no funcionan separadamente
los diferentes Poderes Públicos.
Independientemente
de las motivaciones la conclusión
pertenece a la intimidad de cada sufragante, pero debemos ahondar en las causas
de la separación, porque no es posible mantenerla sobre el fin supremo, común e
indiscutible, o sea, salir por medios
lícitos, constitucionales de un régimen que ha destrozado nuestra economía y la
organización social, siempre
perfectible, que tuvimos hasta 1999.
Estoy
convencido que requerimos algunos elementos fundamentales para conseguir que, no
obstante persistiendo la opinión individual, seamos capaces de admitir y transitar
juntos un camino común para lograr el objetivo.
En
primer lugar, entender que hay un
liderazgo integrado por políticos, gremialistas, dirigentes vecinales etc. que generan
confianza en una parcialidad de ciudadanos que debemos aceptarlos como tal y respetarlos.
En
segundo lugar, discutir y convenir en cuanto sea posible, alrededor de un
programa alternativo. Muchos grupos e instituciones manifiestan saber lo que puede y debe hacerse frente a la toma
de decisiones dispersas e incoherentes del gobierno, pero la falta de unidad
impide la consolidación o al menos la viabilidad de propuestas distintas.
En
tercer lugar, debe haber mutuo respeto entre los diferentes grupos opositores.
No se trata de buscar seguidores para un sector determinado, sino amalgamar la unidad de principios básicos. Es obvio que
la imputación infundada o sin pruebas fidedignas sobre hechos de corrupción entre dirigentes
contrarios al oficialismo o la acusación de que son especies de caballos de Troya,
alejará la posibilidad de consolidar un frente común.
En
cuarto lugar, la presentación concertadas de condiciones aceptables, posibles,
que garanticen igualdad entre los participantes para concurrir al referendo.
Estas deben ser difundidas en la población y presentadas al gobierno, de manera
tal que de no ser aceptadas, implicaría la abstención de todos.
La
extrañísima muerte del concejal Fernando Albán e incluso, el caso de Lorent Saleh,
especies de Corderos de Dios, debemos entenderlos como mensajes que invitan a
extremar esfuerzos para reunificar la oposición venezolana y hacer que se
imponga el Estado de Derecho violentado.
En
relación al concejal Albán, la aparición pública del Fiscal General de la
República, debió ser para solicitar
que se diera inicio a una investigación
por su fallecimiento y no para dar resultas anticipadas del caso. Dentro de sus
funciones omitidas, estaba igualmente
ordenar se abriera una acción penal, de
la cual es titular, para determinar el grado de culpabilidad que pudieran haber
tenido sus custodios.
En
el caso de Saleh, menos grave por el resultado final y afortunadamente mucho
más benigno para él, cuando le cambian la cárcel por el extrañamiento del país,
también debió ser abordado de inmediato por el Fiscal Tarek William Saab porque
esa figura está expresamente prohibida
por el artículo 50 constitucional.
Quiera
la Divina Providencia que el dolor por una muerte injusta y anticipada, unida
al de un destierro arbitrario e inconstitucional, pueda constituir el puente entre
el vastísimo sector opositor, como todos
deseamos y esperamos. Dios proteja a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
Muy buenas y atinadas reflexiones. Ciertamente los casos de esos 2 infortunados jovenes deben mover a reflexion en cuanto a como hacer para desterrar, no ciudadanos sino un gobierno y autoridades que ademas de lo mal que han ejercido sus facultades, se presentan como infalibles. Gracias por los comentarios y en especial por ser una invitacion a una reflexion serena y ponderada que como sociedad todos debemos realizar. Cordiales saludos tocayo
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