Jesús A.
Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Sólo, frente a mi responsabilidad íntima debo
decidirme por votar o no en las elecciones para concejales, convocadas para el
día de hoy. Alguna parcialidad se enfoca en pregonar que se trata de unos cargos
de mucha importancia, por ser los más cercanos al ciudadano; porque de acuerdo
a mandato constitucional vigente (artículo 175), les corresponde ejercer la
función legislativa en cada Municipio y finalmente, el voto es la expresión de un derecho ciudadano
e irrenunciable, camino único en una democracia.
Lo primero
es una afirmación relativa. En
general los concejales se conducen con el
mismo egoísmo y espíritu centralista que rige en todas las esferas de los
Poderes Públicos.
Así como el Presidente de la República
distribuye a su antojo, los recursos que debe bajar a los Estados por concepto
del Fondo de Compensación Interterritorial y otras subvenciones o asignaciones
especiales que dependen de él, los concejales no han fortalecido a las Parroquias que debe
ser la entidad local, conforme a la Carta Magna, donde se cumpla directamente
la iniciativa y participación vecinal.
Lo segundo también es verdad en teoría, no en
la práctica, porque rara vez en alguna entidad se publican o actualizan las Ordenanzas,
acto a través del cual se ejerce esa atribución legisladora, ya que las labores
netamente político partidistas impiden el ejercicio pleno de la gestión
referida.
Tampoco he visto que los concejales tanto de
gobierno como de oposición,
organizadamente, se hayan rebelado contra la Ley de las Comunas,
publicada en Gaceta Oficial N° 6.011 del 21 de diciembre del 2010 que prevé la
existencia de una entidad local, de un espacio socialista y distinto al Municipio llamado Comuna, destinadas a edificar el
Estado Comunal, donde las normas para regular la vida social y comunitaria
correspondería al Parlamento Comunal. Porqué
quieren ahora integrar un Concejo Municipal?
Respecto al tercer punto, tradicionalmente la
inmensa mayoría del pueblo de Venezuela ha estado conteste en admitir al voto
como medio único, constitucional y pacífico de elegir. Ese sufragio le dio la
oportunidad para cambiar de partido gobernante en diferentes oportunidades y
podemos afirmar que incluso de sistema, en 1999.
Fue la misma clase dirigencial quien instruyó
al pueblo llano de prescindir del sufragio, cuando en el año 2005 le pidió
abstenerse como forma de “deslegitimar el
origen del gobierno nacional” comenzando por los diputados que elegiríamos ese año. Después,
cuando se hizo patente que el resultado fue fortalecerlo hasta el infinito,
permitiéndole controlar todos los Poderes Públicos, nadie asumió
responsabilidad del hecho político, que según aprecio, ha sido el de mayor
trascendencia y significación en todos los períodos conformados por el chavismo
– madurismo.
Sin embargo, nuevamente se reconquistó la
bandera del voto en el año 2013 para respaldar a Henrique Capriles frente al
actual presidente Maduro y en el 2015, cuando apertrechamos a nuestros dirigentes con una mayoría calificada
en la Asamblea Nacional.
Esa mayoría, es cierto, fue desconocida a
través de medios poco ortodoxos, valiéndose de algunas decisiones arbitrarias de las Salas Electoral y Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, pero inmediatamente se notó la ausencia de unidad por parte de la oposición, cuyos
dirigentes debieron actuar como un solo cuerpo frente al enemigo común. Desde
el primer día se ocuparon de determinar los partidos políticos que integrarían la
Directiva en cada uno de los próximos cinco años, en vez de acordar la escogencia
en cada período de quien tuviera mayor pertinencia conforme se fueran
desarrollando los hechos.
Hoy apreciamos como la oposición se ha
convertido en una verdadera colcha de retazos, sin desconocer la actuación
valiente, decidida y el desprendimiento en muchos de sus componentes
individuales.
Creo que el desgano, la falta de convicción
por votar que siento y se nota fácilmente en la ciudadanía, es una protesta contra el propio sector
opositor, su falta de unión, la opaca actuación frente al gobierno e incluso la
sospechosa entrega en algunos casos, lo que arrastra injustamente a quienes
hacen de la política un apostolado.
Si esos elementos no cambian será difícil
convencer al sufragante, no obstante entender que estamos regidos por el peor
de los gobiernos en nuestra historia republicana. Dios bendiga a Venezuela!
09/12/2018
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