martes, 19 de marzo de 2019

El Discurso de Angostura los denuncia.

Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp

El bicentenario del Discurso de Angostura, pronunciado por  Simón Bolívar en el acto de Instalación del Congreso con ese nombre, el 15 de febrero de 1819, aunque había sido convocado originalmente para el 22 de octubre del año anterior, pero postergado por las vicisitudes propias de las guerras de independencia tanto de Venezuela como de Colombia,  debería ser un punto de reflexión para los máximos dirigentes de la llamada Revolución Socialista del Siglo XXI, ya que  sus bases programáticas dicen estar conformadas por los ideales de El Libertador, contenidos en sus múltiples cartas, discursos y proclamas.
En dicha Asamblea,  Bolívar define al sistema de gobierno más perfecto como aquel que produce mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”.
Esa felicidad no es posible para un pueblo viviendo en nuestras actuales condiciones, caracterizadas por la obligatoria separación familiar,  la escasez de productos básicos, la delincuencia desbordada, las dificultades de transporte urbano y extra urbano, independientemente de la causa, vale decir, el factor poco creíble de la guerra económica o la incompetencia, según el respectivo enfoque del oficialismo o de la oposición, lo cierto es que son males que objetivamente  padecemos y ello nos impide ser felices.
La  visita de los Miembros de la Comisión de Avanzada enviada por la Dra. Michelle Bachelett dejaron al descubierto, la poca operatividad de nuestras instalaciones hospitalarias, no obstante de la vocación y humanidad característica del personal que allí labora y, ello implica la ausencia de seguridad social, a lo cual podemos agregar incluso la imposibilidad de suscribir y mantener una póliza de servicios médicos eficaz, por lo costoso y por la rapidez con la cual se pierde la cobertura mínima, producto de la inflación.
Finalmente, exigía El Libertador la mayor suma de estabilidad política. El hecho de las sempiternas cadenas de radio y televisión en las cuales el Presidente o alguno de sus altos funcionarios deben dar explicaciones de lo que hacen, implica la inestabilidad del gobierno quien mantiene como política diaria, el dar mensajes de aliento a sus cada vez más escasos partidarios.
No debe tomar a la ligera o pasar por alto el gobierno, que más de 50 países significativos por su importancia mundial lo desconocen. También el enroque colectivo de los ministros como se anuncia, significa que no estamos ante un gobierno firme, que sienta estar cumpliendo satisfactoriamente con sus planes mediatos e inmediatos, lo cual sustituye con ofertas repetitivas e incumplidas.
La falta de estabilidad proviene de la circunstancia  de haber abandonado los caminos trazados por el Estado de Derecho, delineado fundamentalmente por la Constitución Nacional aprobada en referendo popular. Son varios los episodios que nos han llevado a estas circunstancias, como haber permitido que el partido de gobierno se adueñara de todos los Poderes Públicos en el 2005. La democracia, como sistema de gobierno, pacífica y legalmente aceptada por el pueblo de Venezuela, está divorciada del hecho de existir instituciones públicas incapaces de controlarse mutuamente y de cumplir de manera soberana sus funciones propias.
Fue mutilado nuestro Estado de Derecho cuando en el 2015 se castró a la Asamblea Nacional, de manera ilegítima, de la mayoría calificada que le habíamos otorgado y con ello, la imposibilidad de legislar y controlar. También es muy grave cuando se nos impidió el derecho de revocar el mandato presidencial en el 2016, a través de la fórmula del referendo revocatorio que transcurría tempestivamente, conforme al Reglamento elaborado a los efectos por el Consejo Nacional Electoral, pero que fue interrumpido con medidas cautelares, dictadas por unos jueces penales que como tales actuaron fuera de su competencia objetiva e incluso, sin jurisdicción.
No podemos olvidar el nefasto proceso electoral del 2018, con candidatos y partidos arbitrariamente inhabilitados, durante el ejercicio de una Asamblea Nacional Constituyente, de la que por cierto no se conocen resultados ni proyectos.
Evidentemente que el diálogo es la primera de las fórmulas mágicas para recuperar nuestro sistema jurídico para la convivencia. El problema es que no existen condiciones objetivas para ello, desde la reunión de República Dominicana, cuando antes de sentarse las partes en conflicto, ya se conocían las propuestas que cada uno quisieron imponer y que eran incompatibles.
Pero no significa que el litigio debe resolverse con la fuerza de las armas. La inmensa mayoría del pueblo venezolano rechaza la guerra y la intervención extranjera. También esta tesis es admitida por los organismos multilaterales como el Grupo de Lima, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y el Consejo de Seguridad de la ONU.
Personalmente creo que el Estatuto Para la Transición aprobado por la Asamblea Nacional, es constitucional y políticamente impecable. Sin embargo, vista la profundidad de la crisis y la necesidad de buscar advenimientos,  me parece pudiéramos comenzar con algunas decisiones perfectamente legales, como es que la Sala Electoral revoque la medida cautelar dictada el 30 de diciembre del 2015 (Exp. E-205-000146), cuando ordenó como medida provisional e inmediata, un amparo cautelar suspendiendo los efectos de los actos de totalización, adjudicación y proclamación emanados de los órganos subordinados del Consejo Nacional Electoral, respecto de los candidatos electos por voto uninominal, voto lista y representación indígena en el proceso electoral realizado el 6 de diciembre de 2015, en el estado Amazonas para elección de diputados a la Asamblea Nacional.
Así  dicho organismo recuperaría sus funciones propias y puede sustanciar y decidir sobre la instalación de un nuevo Consejo Nacional Electoral y Tribunal Supremo de Justicia, como manera de ir a un proceso de convocatoria del pueblo de Venezuela, máximo exponente de la soberanía, para designar una nueva Asamblea Nacional y a todos los funcionarios públicos a quien le corresponde, como Presidente de la República, Gobernadores, Alcaldes y Concejales.
Por cierto, oí en un programa meridiano al Dr. Claudio Fermín, manifestando que el Estatuto para la Transición se contradice cuando ofrece redención a los militares acusados de violentar Derechos Humanos y propone recurrir, conforme al artículo 70 de la Constitución Nacional a la consulta popular inmediata. Lo primero es falso, el artículo 20.3 del Estatuto sólo ofrece a los civiles y militares, la amnistía por delitos políticos o comunes conexos conforme a la Ley del 2016, no los exime por violación de derechos fundamentales que son universales, imprescriptibles y no sujetos a redención.
Recurrir de inmediato a cualquier consulta con el actual Consejo Nacional Electoral es imposible. Basta con analizar cómo es que el gobierno imputa a una guerra cibernética contra las computadoras del Guri, el reciente apagón nacional. De ser cierta la versión oficial, qué seguridad pueden proporcionar los ordenadores del CNE, de cuyo cabal funcionamiento duda la propia empresa que las instaló.
Me extrañó mucho la tesis del Dr. Fermín justificando la construcción de edificios, con filtraciones y sin ascensores, sin cuestionar la ausencia de otorgamiento del documento de propiedad  ni preguntarse por los costos, porque entre los grandes males del gobierno está la falta de control de los dineros públicos.
Es conveniente que revise, Dr. Fermín, el concepto de nuda propiedad, una limitación en ese derecho fundamental que permite la utilización o usufructo del bien pero sin tener nunca la propiedad plena. Para el Derecho Romano ese sistema ya constituía una capitis di minutio, es decir, una limitación en los derechos de los hombres.
La consulta popular es posible y pacífica, pero debe tener niveles de credibilidad como se señala en el artículo 22 del Estatuto Para la Transición, que sólo podrían proporcionar Rectores distintos a los actuales.
El Dr. Fermín tiene perfecto derecho a expresar sus opiniones, a conformar una nueva fuerza política o aliarse al gobierno. Lo que no tiene derecho es a tratar de dividir a una oposición que luce compacta, que ha conseguido después de varios años, un liderazgo y un programa confiables y creíbles, como lo demuestra  la respuesta masiva a cualquier convocatoria que se le haga. Dios bendiga a Venezuela!.
19/03/2019.


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