Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
In memorian, a mi madre Estela
Marina Peraza de Jiménez, a quien las inclemencias del tiempo fueron borrando
la memoria, como muchas de las páginas gloriosas de nuestra historia patria. Pero las promesas de Jesucristo le han
devuelto la brillantez de la Luz Eterna, permitiéndole estar a su lado por
siempre. Bendíceme mamita.
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Es
difícil resistirse a la tentación de ver
la serie “Bolívar”, súper producción de
la empresa de entretenimiento audiovisual norteamericana Netflix, cuyo estreno
había venido siendo postergado desde hace mucho tiempo.
Un
amigo me pidió no hacerme muchas ilusiones porque seguramente tiene una
orientación novelada, por lo que no debe reflejar exactamente la verdad
histórica del héroe ni sus luchas. Aunque ello es posible quiero constatarlo. Acepto
la idea que muchos personajes secundarios quedarán a la libre imaginación de
los productores, al igual que algunos pasajes no muy trascendentes de los protagonistas.
Pero
la obra y arengas más emblemáticas de hombres con las dimensiones de Bolívar,
Napoleón, Garibaldi o Churchill pueden ser objeto de interpretación, aunque jamás
cambiadas medularmente, porque siempre se impone la verdad e importancia del
hecho cumplido. Acepto,
por ejemplo, una exagerada tozudez en el catire Páez, pero no un acto de
cobardía en plena batalla. Tampoco concibo a un mariscal Antonio José de Sucre,
sin relacionarlo con la lealtad.
El
Libertador debió haber sido como lo describe el Dr. Francisco Herrera Luque,
con sus genialidades y estigmas humanos. El chavismo ha querido cambiarlo adueñándose
de sus ideas y de sus discursos, pero a la larga deben aceptar que sus líneas
políticas no son coincidentes. Basta mirar a nuestro alrededor, Bolívar soñó
con América integrada como la patria grande y hoy los gobiernos de nuestros países
vecinos son todos enemigos, salvo la hija
predilecta, más por intereses económicos que cualquier otro factor.
Es
cierto que algún hito histórico puede ser de buena o mala fe tergiversado, lo que podemos incluso apreciar en hechos
contemporáneos de los cuales somos testigos presenciales directos o, a través
de los medios audiovisuales modernos que producen amplio margen de certeza. El movimiento del 4
de febrero de 1992 está lleno de mitos y falsedades, como el “valiente” ataque a la Casona o la “corajuda” defensa del museo Militar, hoy
cuartel de la Montaña. Con mayor razón puede desdibujarse la lectura de los hechos acontecidos
hace más de dos siglos, cuyo conocimiento viene de escritos borrosos o
testimonios inmemoriales, que van pasando por narraciones no pocas veces
justificadamente fantasiosas.
La
obra consta de sesenta capítulos de los cuales sólo he visto la mitad, porque a
menudo suspendo la comodidad de la
película por la búsqueda documentada, cuando los vagos recuerdos de
acontecimientos históricos estudiados años ha, o la acción de personajes que
dieron vida a Venezuela no me parecen coincidentes con mi admiración instintiva
hacia ellos.Me sucedió con el Precursor de la Independencia, el Generalísimo Francisco de Miranda. En la serie, no entiendo porqué razón, lo tildan como egoísta, pedante, mercenario y cobarde. Por la caída de la Primera República y capitulación frente a Monteverde, algunos de sus enemigos de entonces pregonaron esas ideas para imputarle la derrota, Bolívar incluido. Pero ha transcurrido suficiente tiempo para haber analizado las causas de ese fracaso estrepitoso.
Así recurrí a la Constitución Federal de 1811, para determinar las bases jurídicas que nos regían entonces; a la doctora Inés Quintero (Francisco de Miranda. Biblioteca Biográfica Venezolana, volumen 25) y al doctor Guillermo Morón (Historia de Venezuela, Tomo 5°), quienes describen al Generalísimo como un verdadero prócer de nuestra Independencia.
Desde los inicios de 1812, algunas líneas políticas y territorios estaban cedidos por el Pacto Federal a la autoridad general de la Confederación, lo que no había sido admitido pacíficamente por autoridades locales ni la población, al igual que eran rechazadas la Ley Marcial, la dictadura de Miranda y el Decreto de Conscripción; en la zona de Barlovento estaban alzados los esclavos; el ejército realista avanzaba cómodamente por el Tuy, Ocumare y Choroní; a pesar de la valiente defensa con Bolívar al frente, habíamos perdido el Cuartel de Puerto Cabello, con muchas armas y municiones; los soldados y los dirigentes patriotas desertaban continuamente.
Otros
hechos que motivaron la rendición y caída de la Primera República, que se imputa a
Francisco de Miranda, cuando en verdad fue una decisión colegiada para evitar
la anarquía, resultan pasmosamente similares a algunas que enfrentamos hoy,
pero no como causas sino como efectos de las políticas desastrosas de los
presidentes Chávez y Maduro: Teníamos una dramática escasez de víveres y de toda
clase de productos necesarios; en Margarita, Cumaná y Barcelona se rechazaba el
uso del papel moneda y como consecuencia, no existía comercio ni créditos. El
jurista caraqueño Felipe Fermín Paúl, escribió el 07 de julio de 1812 a
Francisco de Miranda sobre la melancolía que azotaba a todo el pueblo, como consecuencia
de sus ingentes necesidades, la agricultura no existe y las haciendas están
desoladas; el gobierno está totalmente desprestigiado por incumplimiento de sus
contratos y por no iniciar nuevas obras, adicionalmente le describió la
dispersión de los buques que no llegan a puertos nacionales.
Concluye la misiva, solicitándole: “ponga en su gobierno, otras cabezas de más juicio, experiencia y capacidad, que estén impuestos anticipadamente en que no consiste el orden y la obediencia en la destrucción de los pueblos, sino en las prudentes medidas de quienes mandan”.
Concluye la misiva, solicitándole: “ponga en su gobierno, otras cabezas de más juicio, experiencia y capacidad, que estén impuestos anticipadamente en que no consiste el orden y la obediencia en la destrucción de los pueblos, sino en las prudentes medidas de quienes mandan”.
Cualquier
parecido no es casualidad, es que simplemente la historia se repite. Dios
proteja a Venezuela!
28/07/2019.
Muy interesante su análisis, justo cuando leo La Historia de la Primera República del doctor Caracciolo Parra Pérez.
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