Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Conforme a la Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones, publicada en Gaceta Oficial N° 6.013 del 23 de diciembre del 2010, los partidos políticos son agrupaciones de carácter permanente cuyos miembros convienen en asociarse para participar, por medios lícitos, en la vida política del país, de acuerdo con programas y estatutos libremente acordados por ellos.
Las limitantes establecidas en la ley y que forzosamente deben estar incluidas en el programa de cada partido, son la obligación de aplicar métodos democráticos en la orientación y acción política; acatar la soberanía popular; respetar el carácter institucional y apolítico de la Fuerza Armada Nacional, además de no subordinarse a orientaciones extranjeras, lo que no les impide pertenecer a federaciones internacionales, siempre que no contraríen los conceptos básicos referidos.
Como quiera que su conformación es multiclasista resulta importante la orientación filosófica en su acción política, la cual en general, se limita a tres grandes tendencias: el socialismo, la social democracia y el social cristianismo, que no sé siguiendo que pautas se ubican en la izquierda, en el centro y a la derecha del pensamiento y acción social. Los extremos, debido a la heterogeneidad de miembros o partidarios y a la complejidad para alcanzar fines determinados, se han ido diluyendo, resultando que hoy en día todos los partidos son técnicamente del centro, con prioridad hacia una de las tendencias.
El socialismo está fundado en el Manifiesto Comunista que fue encargado por la Liga Comunista a Karl Marx y Friedrich Engels, publicado en Londres el 21 de febrero de 1848. Desde el punto de vista social, se explica como una lucha de clases entre “la dominante (burguesía) y la explotada (proletariado)”. Como teoría económica tiende a la abolición de la “propiedad privada”, lo que implica el fortalecimiento del Estado como titular de los medios de producción en exclusiva.
La social democracia pregona la aplicación del sistema liberal, que igualmente se constituye con bases filosóficas y económicas, esta última conocida como capitalismo. Sus precursores son John Locke, quien tuvo su mayor producción intelectual en la segunda mitad del siglo XVII y luego, a mediados del siglo XVIII Adam Smith. Políticamente implica la más absoluta libertad económica, lo que permite la concentración del capital y medios de producción en manos de los particulares, limitándose el Estado al cobro de impuestos para satisfacer necesidades básicas de la población.
Su conducta inicial del “dejar hacer, dejar pasar” por parte del Estado, ha venido siendo matizada por los desbalances sociales que crea, haciendo su aparición el neo liberalismo, donde el Estado establece algunos controles y participa en la producción. El libre mercado como postulado inicial del liberalismo, implica en principio que toda la economía se rija por las leyes naturales de la oferta y la demanda, de las cuales dependen los precios de los bienes y servicios.
La concepción extrema del mercado al considerar mercancía el trabajo del hombre, trajo como consecuencia los grandes movimientos sociales en el siglo XVIII y la intervención de la iglesia católica, portavoz de las doctrinas sociales pregonadas por el Evangelio y las leyes naturales, existentes antes del hombre. Surgió así para la vida política el social cristianismo, cimentado sobre el bien común y la justicia social.
Sus principios tienen más de dos mil años, siendo condensados en las Encíclicas Papales con la difícil misión de permanecer dentro de las líneas principales de una antiquísima doctrina, pero adaptada a la evolución humana, a los nuevos descubrimientos, a las técnicas novedosas, lo que implica el reconocimiento del libre mercado, pero con las limitaciones de los derechos humanos, la tutela social a la clase trabajadora, el derecho innato de propiedad social sobre la tierra y la incorporación de la protección del ambiente, como elemento fundamental ya reconocido por diferentes Papas, pero a quien SS Francisco dio lugar preponderante con su Carta Laudato SI.
La revolucionaria concepción social cristiana sobre los hechos políticos y la acción social, nos hace dudar de la ubicación de los grupos en izquierdas y derechas. Nada está más a la izquierda, en la concepción tradicional, que la actividad política y orientaciones desarrolladas por SS Juan Pablo II, el más grande ser humano en toda la historia de la humanidad, pos Cristo.
En Venezuela los partidos políticos han dedicado poco esfuerzo al estudio y divulgación entre sus miembros, de las bases, principios y teorías económicas que les sirven como fundamento programático. Ese hecho produce consecuencias muy negativas en relación al desarrollo de políticas públicas, durante el ejercicio del gobierno, e incluso, como contralores naturales cuando se mantienen en la oposición.
En la actualidad tenemos un gobierno que ha perdido toda orientación democrática; que violenta el estado de Derecho; que no ha sido capaz de mantener las instalaciones, infraestructura y servicios públicos; con un partido político único en el poder, que confunde sus funciones con las del Estado, además nos conseguimos con la desgracia adicional de una población desorientada, precisamente, porque las organizaciones tradicionales y las desmembradas de ellas, sin otras causas que las apetencias de cargos públicos, no saben, no quieren o no pueden asumir la conducción apropiada para construir una oposición robusta, que convenza de ser una alternativa válida.
Podrá arrogarse la misión otras organizaciones gremiales o profesionales, pero no tienen la condición básica del poli clasismo ni el soporte legal, por lo que pudieran llevarnos por otros derroteros no menos trágicos. Requerimos en primer lugar de una conducción apropiada, capaz de unir, de explicar las razones para la ejecución de conductas determinadas después de debatirlas públicamente, confrontando ideas con respeto y sabiduría, para que podamos convencernos recíprocamente de decisiones urgentes y fundamentales, como votar o no hacerlo en las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre del 2020, que según los resultados pudiera ser una fecha hito en la historia nacional.
Para esta decisión no pueden recurrir a galimatías, sofismas y argumentos genéricos como que el gobierno es tramposo, que neutralizaron ilegalmente la mayoría parlamentaria en el 2015 o que todos los Poderes y la Fuerza Armada están parcializados, porque en eso estamos de acuerdo, por ende, no forma parte del debate. Ese es el punto de partida para plantear soluciones, para eso asumieron el liderazgo político del país. Ejérzanlo entonces!. Dios bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
19/07/2020.
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