Jesús
A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp
Dentro
de la heurística, arte iniciado por los
antiguos griegos que significa inventar, hallar, se destaca el ensayo y error, que de fondo
constituye un método de observación y aprendizaje, utilizando factores aleatorios
para obtener un resultado concreto aunque variable y desconocido. Las
soluciones no son determinadas ni seguras, de allí la posibilidad de incurrir
en un error. Para enmendarlo se impone recurrir a la reformulación de las ideas iniciales, pero con
cambios o nuevos elementos. Se utiliza
tanto en la investigación científica como en el campo social.
Quizás
la abstención en las elecciones parlamentarias del 2005, era permisible como un
ensayo. Dentro de las posibilidades estaba que el presidente Chávez, vista esa
conducta temiera una potencial deslegitimación en el sistema, porque todo
gobierno requiere de una oposición para mantener la cohesión en el partido gobernante,
impidiendo así que se suelten los demonios internos. Era posible que optara por propiciar una
serie de concesiones a la oposición, que se verían reflejadas en los comicios
presidenciales del año siguiente y en el fortalecimiento de la democracia, a
través de un sistema de leyes, que les quedaba fácil aprobar vista la mayoría
calificada que había obtenido en el Parlamento.
Pero
no, craso error, ahondó en el socialismo sancionando leyes que contrariaban los
lineamientos constitucionales; se procuró sin necesitarlas, unas leyes
habilitantes para además de gobernar, asumir la potestad legislativa; hizo
reformar la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia para dominar también
el Poder Judicial, puesto de 15 magistrados ahora serían 32, con mayoría
aplastante a su favor, quienes con el mayor desparpajo en actos públicos de la
magistratura, le loaban incondicional
respaldo y solicitaban su permanencia en el poder.
El
experimento no debió repetirse en el 2020. Como no hubo cambios en el
planteamiento del ensayo, cuyo principal ingrediente fue la abstención
electoral, ya se conocía de antemano que
el oficialismo lograría una mayoría casi unánime. También se puede intuir el rumbo a seguir: un Poder
Ejecutivo dueño y señor del Estado, sin necesidad de recurrir a las arbitrarias
violaciones al sistema jurídico, como debió hacerlo a partir del 2016, gracias
a la activa participación de los venezolanos que eligió una Asamblea Nacional marcadamente
contraria al gobierno.
Hasta
ahora la táctica de la dirigencia opositora, consistente en convocar a una gran
encuesta nacional el 12D para manifestar su repudio al régimen, no ha producido
ninguna consecuencia práctica, ni lo hará. Ya la Asamblea Nacional se instaló y
ejerce sus funciones plenamente, con el anuncio de medidas y leyes que de fondo
sólo buscan apuntalar a un gobierno que, a pesar de su aparente fortaleza, hace
aguas por los ingentes problemas de índole social, económico, financiero,
sanitario, que se multiplican a diario.
Es
imperativo entonces cambiar el esquema, a sabiendas que no hay ninguna
posibilidad, en verdad nunca la hubo, de hechos de fuerza externos o internos
capaces de cambiar al actual gobierno socialista, lo que significa que debemos
refugiarnos en las alternativas que permite nuestro propio sistema y
ordenamiento jurídico.
En
el 2021 están previstas elecciones de diferentes organismos públicos regionales
y municipales, que son de extrema importancia porque a la par de promover la
participación y la unión, sirven como incentivo para conseguir el referendo
revocatorio, forma prevista para lograr la terminación, a la mitad del período
de los cargos de elección popular.
El
gobierno siempre le ha temido a esta consulta. En el año 2003 cuando por
primera vez se presentó la oportunidad
de activarlo, el presidente Chávez por la falta de normas que desarrollaran la
previsión programática de la CN1999, logró posponerlo hasta haber obtenido un
panorama favorable, gracias a las misiones abonadas a su vez por una situación
fiscal boyante. En el 2009 no se dieron
condiciones políticas viables para promoverlo, porque como consecuencia
de la reforma constitucional de ese mismo año y, también en remoto, la abstención
del 2005, la oposición lucía absolutamente desarticulada e inmovilizada.
En
el 2016, la oportunidad era propicia y tanto le temía el gobierno, que Diosdado
Cabello se anticipó a anunciar, falsamente, que no se había solicitado en forma
tempestiva. Tan endeble era el argumento que debieron, en cambote, distintas
autoridades del Estado, recurrir a unos jueces sin competencia por la materia,
jerarquía y territorio, para interrumpirlo.
Para
entonces la Asamblea Nacional tenía la posibilidad de haber luchado por la
aplicación de los dispositivos existentes, pero ya la discordia y la desunión
había hecho mella en el Parlamento y, así como no fueron capaces de anular la
atropellada designación de magistrados a finales del 2015, por un Parlamento “moribundo”, ni de hacer quórum
reglamentario para designar las autoridades del Consejo Nacional Electoral,
hecho aún no explicado en forma convincente, tampoco lo fueron para luchar por
la celebración del revocatorio.
En
enero de 2022, se cumplen los primeros tres años de la segunda presidencia de
Nicolás Maduro, de manera que el 2021 es apropiado para prepararlo con tiempo
suficiente. Pienso que este referendo debe sustentarse en dos elementos: 1.- La unidad de la oposición orientada
hacia el mismo propósito y tejida con las elecciones de gobernadores y demás
autoridades locales y regionales. 2.- Solicitar,
dirán los expertos en la materia si ante la Corte o ante la Comisión del
Sistema Interamericano de los DDHH, la primera con sede en San José de Costa
Rica, la segunda en Washington, una medida cautelar para observar y cuidar del
cumplimiento del proceso. La suspensión arbitraria en el 2016, constituye plena
prueba de uno de los requisitos para el dictamen de la medida cautelar, que se
denomina fumus boni juris o buen humo
de derecho.
Ya
un aliado del gobierno y actual diputado de la zona gris, adelantó que no
existe la normativa legal para sustanciarlo. Falso. El Consejo Nacional
Electoral publicó en la Gaceta Electoral N° 405 del 18/12/2007, las Normas para
regular la promoción y solicitud de referendos revocatorios de mandatos de
cargos de elección popular, que se mantienen vigentes. Ellas son suficientes, a
menos que la actual Asamblea Nacional publique, con tiempo, dispositivos de ley
aplicables por ser de mayor fuerza, pero que en ningún caso pueden contravenir
el marco constitucional.
De
esta manera convertiremos el presente año en el más importante del siglo XXI,
porque debe ser el de la compactación de la oposición y, con ella, derrotar al
gobierno en forma contundente, pacífica, electoral y constitucional. Dios
bendiga a Venezuela!
20/01/2021.
Interesante planteamiento. Hay que acudir a las normas y recursos que hay. Solo así, podrá accederse a un. Gobierno distinto.
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