miércoles, 24 de marzo de 2021

El poder de las armas.


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp 

Es natural que el hombre en los inicios de la humanidad se defendiera a sí mismo de la naturaleza y de los animales, con el uso de  armas rudimentarias. Posteriormente  asumió la defensa de  su familia o el clan, que en diferentes épocas comenzaron a formar las unidades sociales básicas. Cuando se requería algún producto mineral o vegetal o de un sitio privilegiado por la calidad del suelo o abundancia de agua, ocupado por otros, resultaba más fácil tomarlo a la fuerza que negociar su adquisición. El hombre era para entonces semi nómada. No existían las normas del Derecho debidamente clasificadas. La ley única era la del más fuerte, sin ningún tipo de reglamentaciones.

Las ciudades y posteriormente el Estado, se iniciaron como organizaciones más complejas, cuya estructura y dimensiones obligó al hombre a hacerse sedentario, debiendo regirse por normas sueltas, luego clasificadas y codificadas, hecho que se inicia con Justiniano y el Corpus Juris Civilis alrededor del año 530.

La historia, en todos los tiempos y lugares, muestra grandes sucesos bélicos en  toda Europa, en especial el centro y los países nórdicos con sus vikingos; en  Asia destacando Mesopotamia y Japón; el extremo norte de África. El indígena americano enfrentó fieramente a los invasores, al inicio en defensiva  durante la colonización y después   en forma ofensiva para la independencia. Las luchas han sido por diferentes causas, políticas, territorio, honor, por religión. Individualmente surgieron épicos guerreros como Atila, Darío I, Julio César,  Alejandro Magno, Gengis Jan, Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar, cada uno batallando por sus ideales o beneficios.

Los dos hitos mayores aunque no por la cantidad de muertes y heridos, sino por las implicaciones, son por supuesto la Primera (1914 – 1918) y la Segunda guerra mundial (1939 – 1945), ambas en el continente Europeo. La expansión imperialista y sus imposiciones económicas dieron pie a la primera de ellas, aunque la historia registra la causa principal como un incidente diplomático por la muerte del archiduque de Austria. La conclusión formal de ese conflicto con la firma del Tratado de Versalles, marcó dos décadas después una de las razones para el inicio de la II guerra, porque Alemania se sintió en desventajas con las condiciones, unida a los aires de superioridad étnica del líder fundamental del nacismo y su innato populismo.

Después de cada una de estas guerras los diferentes países del mundo formaron la Sociedad de Naciones y la Organización de Naciones Unidas, respectivamente, con el objetivo principal, de regular los derechos e igualdad de los hombres, preservar la paz para las generaciones por venir, practicar la tolerancia y vivir en paz como buenos vecinos. Sentidos discurso de los dirigentes mundiales fueron testimonio que sólo usaríamos las armas en servicio del interés común.

Sin embargo las luchas externas e intestinas han continuado en el planeta. Guerras civiles en África, Vietnam,  las de Medio Oriente entre árabes y judíos, por razas, ocupación territorial, fundamentalismo religioso, razones económicas y otras.

En Venezuela concretamente, después de la guerra de Independencia, extendida por el continente y la de Federación en la segunda mitad del siglo XIX, quedaron en forma aislada las montoneras y caudillos, pacificados por Juan Vicente Gómez, a quien derrota una mortal enfermedad, sin restar la significación de la tenacidad política de la Generación del 28.

Después de dos décadas de transición del militarismo a la civilidad, vino para la República un período de asentamiento y perfectibilidad democrática, interrumpida por un conato de golpe militar el 04 de febrero de 1992, movimientos execrados desde los sofocados por el presidente Rómulo Betancourt y las insignificantes (en el campo militar) guerrillas aupadas por Cuba en la década de los años 60.

Esos acontecimientos del 04 de febrero no hubiesen tenido mayor trascendencia, de no haberse convertido en el factor determinante para el triunfo electoral del presidente Chávez en diciembre de 1998,  y con él la implantación de un sistema amorfo de capitalismo de Estado – comunismo, que nos han hecho retroceder en lo social, en el campo empresarial y económico, en infraestructura, es decir, integralmente como Estado, aglutinador de todos los Poderes Públicos, lo que hace pensar a muchos ciudadanos que no existe más salida que volver al salvajismo armado.

Conforme a la CN1999 la Fuerza Armada Nacional es una institución profesional, apolítica, creada para garantizar la soberanía e independencia de la Nación, lo que implica la integridad del territorio. No puede estar al servicio de parcialidad ni persona alguna, siendo sus componentes el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, a quien le corresponde colaborar en el desarrollo de las operaciones de planificación, ejecución y  control de las operaciones militares requeridas para la defensa de la Nación.

La Asamblea Nacional Constituyente publicó en Gaceta Oficial N° 6.508 Ext. del 30 de enero del 2020, la Ley “Constitucional” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, donde agrega como componente especial a la Milicia Bolivariana, de carácter popular integrada por “quienes manifiesten su deseo patriótico de participar activamente en acciones que contribuyan a la seguridad de la Nación”. En esa actividad se le atribuye expresa competencia para registrar, organizar, equipar, adiestrar y adoctrinar al pueblo sobre el sistema defensivo territorial. Su elemento básico es la Unidad de Defensa Integral, pudiendo incorporar como cuerpos combatientes a voluntarios que laboran en instituciones públicas o privadas.

En este blogs hemos expresado (La Constituyente y las Leyes Constitucionales) nuestra reserva sobre el soporte jurídico de tales “Leyes Constitucionales”, puesto es una categoría no prevista en la CN1999, que sólo reconoce las leyes ordinarias y las orgánicas, que tienen como fin organizar los Poderes Públicos, desarrollar derechos constitucionales y las que sirven como marco a otro conjunto normativo.

El Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, de la cual forma parte Venezuela, visto que el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional es uno de los propósitos fundamentales de la organización, prevé una intervención armada en los países cuando se hayan agotado los medios pacíficos, las medidas provisionales o persuasivas, todo a criterio del Consejo de Seguridad. Esta intervención no es fácil de lograr vista la composición de dicho Consejo y el derecho de veto que tienen algunos países, entre ellos Rusia y China, con abundantes intereses geopolíticos y económicos en el mundo e igualmente en Venezuela. 

Aunque la Fuerza Armada Nacional no está prevista propiamente como uno de los Poderes del Estado y sus funciones  son las antes referidas,  indudablemente por nuestra tradición histórica y falta de robustez de un verdadero estado de Derecho, pueden influir en el desempeño ideal de nuestro sistema democrático. En lo personal no creo existan posibilidades ciertas de algún tipo de intervención militar, interno o internacional en nuestro país. El camino: ya lo señalaron Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y Marthin Luther King. Dios bendiga a Venezuela! 

jesusjimenezperaza@gmail.com

24/03/2021.

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