Jesús A. Jiménez
Peraza.
@jesusajimenezp
El abordaje al gravísimo problema político
que sufrimos en Venezuela, conformado por el económico en su aspecto macro; la
ausencia y deterioro de servicios públicos, que genera mala calidad de vida
para los ciudadanos y el social, donde incluyo pobreza extrema, hambre y
carencia en aspectos relacionados con la salud en un vasto sector nacional, supone
en mi criterio, que tomemos conciencia en al menos tres aspectos básicos: 1) acatar
la Constitución Nacional y leyes de la República. 2) crear y aceptar un
liderazgo conductor. 3) exposición y cumplimiento de un Programa coherente. Esa
trilogía, por bien del país, la debe aplicar por igual el sector oficialista y el opositor, siendo nuestra tragedia que ninguno de los dos cumple con tales requisitos.
La Constitución Nacional es la guía para
regir la vida pública nacional. Ella contiene la organización, fines,
conformación interna y competencias de los diferentes Poderes Públicos, por lo
que debe ser cumplida irrestrictamente sobre todo en los momentos de crisis. Es
cierto que el gobierno la interpreta y aplica como quiere valido de todos los
organismos, que deberían ser independientes, siendo la violación más grave por sus
secuelas, haber aprobado una enmienda constitucional en el 2009, que
contrariaba la propuesta de reforma negada dos años antes, permitiendo así la
reelección indefinida, no obstante que le estaba vedado replantearla en el mismo período.
Pero la réplica de la contraparte tiene que
ser cumplirla, documentar en forma apropiada sus transgresiones y denunciarlas sistemáticamente
ante la Corte Interamericana de DDHH. Olvidarnos del texto constitucional por
circunstancias de momento implica retroceder al salvajismo, obviar el Derecho
como sistema para regir la sociedad.
También el grupo opositor liderado por el
ingeniero Juan Guaidó la incumple, basta citar el ejemplo de la extensión del
período de la Asamblea Nacional enero
2016 – enero 2021. Esta posibilidad no está contemplada en Venezuela.
Personalmente sólo conozco un dispositivo al respecto pero está inserto es en
el artículo 105 de la Constitución de Cuba del 2019, que textual y parcialmente
establece: “La Asamblea Nacional del
Poder Popular es elegida por un período de cinco años. Este período solo podrá
extenderse por la propia Asamblea mediante acuerdo…omissis…”
No tenemos líderes de confianza y quienes
tienen perfil, capacidad y preparación como tales, no son considerados y
convocados para ejercer la conducción. Por ello creo que debemos aprovechar las
elecciones de noviembre para designar dirigentes locales, de donde saldrán
nuevos conductores.
Muchos directivos de partidos políticos convocan a la abstención simplemente porque se
saben incapaces de convencer a nadie. Dentro de sus cálculos está aparentar que
son sus seguidores los ciudadanos que no votan, pero en realidad no lo hacen
motu proprio, porque no ven un panorama
cierto en el país, no por acatar líneas políticas. Estos son los momentos de
empinarse y ejercer como guía de un pueblo que está a la intemperie.
El liderazgo es fundamental. Nuestros
problemas son pálidos ante los que surgieron en las horas postreras de la
segunda guerra mundial. Europa destruida, sin producción agrícola ni
industrial, sin comida; continuaba la guerra de Japón y con ella la amenaza de
recrudecer el conflicto por finalizar militarmente. Los Aliados no podían conformarse
con el triunfo bélico pero perder en el campo político, porque allí mismo
comenzaba la guerra fría y la anexión de territorios. La cooperación en los
campos de batalla se convertía ahora en feroz enfrentamiento político.
Sin embargo, Josef Stalin, Winston Churchill
y Franklin Roosvelt, consiguieron en la Conferencia de Yalta, entre el 4 y el
11 de febrero de 1945, soluciones
aceptables y la posibilidad de crear el organismo multilateral que hoy
constituye la Organización de Naciones Unidas. Cada uno debió ceder espacios
por el bien de la humanidad, a pesar de sus convicciones políticas y
filosóficas antípodas, las características personales y los diferentes
requerimientos de sus representados.
No es posible entonces que quienes ejercen
política activa hoy en Venezuela no sean capaces de unificar algún criterio,
que en verdad puede reducirse al llamado a votar porque si lo hacemos en masa,
cualquier sector ganaría al diezmado oficialismo. La gente sabrá aplicar el
método de la economía del sufragio respaldando el candidato que ofrezca mayor
preparación y coherencia.
El tercer punto: no existe un Programa de
gobierno capaz de enfrentar la crisis. El actual sólo busca justificarla con
las medidas económicas de EEUU, lo que no es cierto. Ellas se impusieron en el
2017 y nuestras dificultades empezaron mucho antes. Si la inflación la
contrarrestamos restando ceros a la moneda; con salarios insignificantes; sin
producción en el campo y consecuencialmente, en la agroindustria, la agonía
será eterna.
Tampoco nos satisface la propuesta de la
cabeza opositora reconocida por algunos países, quienes están justificadamente
preocupados por sus problemas endógenos y la universal pandemia, lo que les
impide tener como prioridad el problema venezolano. Este Programa opositor que han bautizado como “Acuerdo de salvación nacional”, está conformado por un cúmulo de
frases programáticas y por ende sin contenido propio: “aliviar el sufrimiento del pueblo”, “contribuir a la
reinstitucionalización del país”, “cronograma electoral con condiciones
idóneas”, son meras consignas sin propuestas, sin rumbo fijo. Solicitar
participación activa del conglomerado de países en nuestro proceso interno y esperar resultados concretos de los
diálogos dirigidos por el Reino de Noruega, son fantasías. Debemos recordar,
entre otros documentos y anuncios políticos, el Comunicado de los Negociadores de República
Dominicana en noviembre del 2018; la Resolución del Tiar del mismo año; las “múltiples opciones” anunciadas por el presidente Trump, todas
ellas constituyen un rosario de intenciones sin resultado práctico porque estos
sólo pueden provenir de la decisión del pueblo de Venezuela, previa
convocatoria. Noruega no puede ir más allá de servir de mediador o facilitador
en las negociaciones pero no puede ejecutar acuerdos, no es su función ni tiene
competencia legal para ello. Es duro decirlo y aceptarlo, pero debe el
ingeniero Guaidó olvidar su carácter de "Presidente Interino de Venezuela", las
bases constitucionales que adujo en su momento concluyeron con la Asamblea
Nacional el 05 de enero del 2021 y los supuestos del “régimen usurpador, gobierno de transición y elecciones libres” no
se cumplieron. El mejor papel que puede y debe desempeñar es convertirse en
líder nacional y no de una parcialidad opositora. Vamos a empezar por designar
gobernadores y alcaldes, ellos deberán convertirse en nuestros líderes visibles
en una responsabilidad que nos corresponde a todos como es sacar, ojalá por
revocatoria de mandato, a un gobierno pesadilla como el que nos rige. Dios
bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
22/07/2021.
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