jueves, 22 de julio de 2021

Déjense de fantasías y aterricen!.


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp

El abordaje al gravísimo problema político que sufrimos en Venezuela, conformado por el económico en su aspecto macro; la ausencia y deterioro de servicios públicos, que genera mala calidad de vida para los ciudadanos y el social, donde incluyo pobreza extrema, hambre y carencia en aspectos relacionados con la salud en un vasto sector nacional, supone en mi criterio, que tomemos conciencia en al menos tres aspectos básicos: 1) acatar la Constitución Nacional y leyes de la República. 2) crear y aceptar un liderazgo conductor. 3) exposición y cumplimiento de un Programa coherente. Esa trilogía, por bien del país, la debe aplicar por igual el sector oficialista y el opositor, siendo nuestra tragedia que ninguno de los dos cumple con tales requisitos.

La Constitución Nacional es la guía para regir la vida pública nacional. Ella contiene la organización, fines, conformación interna y competencias de los diferentes Poderes Públicos, por lo que debe ser cumplida irrestrictamente sobre todo en los momentos de crisis. Es cierto que el gobierno la interpreta y aplica como quiere valido de todos los organismos, que deberían ser independientes, siendo la violación más grave por sus secuelas, haber aprobado una enmienda constitucional en el 2009, que contrariaba la propuesta de reforma negada dos años antes, permitiendo así la reelección indefinida, no obstante que le estaba vedado replantearla en el mismo período.

Pero la réplica de la contraparte tiene que ser cumplirla, documentar en forma apropiada sus transgresiones y denunciarlas sistemáticamente ante la Corte Interamericana de DDHH. Olvidarnos del texto constitucional por circunstancias de momento implica retroceder al salvajismo, obviar el Derecho como sistema para regir la sociedad.

También el grupo opositor liderado por el ingeniero Juan Guaidó la incumple, basta citar el ejemplo de la extensión del período  de la Asamblea Nacional enero 2016 – enero 2021. Esta posibilidad no está contemplada en Venezuela. Personalmente sólo conozco un dispositivo al respecto pero está inserto es en el artículo 105 de la Constitución de Cuba del 2019, que textual y parcialmente establece: “La Asamblea Nacional del Poder Popular es elegida por un período de cinco años. Este período solo podrá extenderse por la propia Asamblea mediante acuerdo…omissis…”

No tenemos líderes de confianza y quienes tienen perfil, capacidad y preparación como tales, no son considerados y convocados para ejercer la conducción. Por ello creo que debemos aprovechar las elecciones de noviembre para designar dirigentes locales, de donde saldrán nuevos conductores.

Muchos directivos de partidos políticos  convocan a la abstención simplemente porque se saben incapaces de convencer a nadie. Dentro de sus cálculos está aparentar que son sus seguidores los ciudadanos que no votan, pero en realidad no lo hacen motu proprio,  porque no ven un panorama cierto en el país, no por acatar líneas políticas. Estos son los momentos de empinarse y ejercer como guía de un pueblo que está a la intemperie.

El liderazgo es fundamental. Nuestros problemas son pálidos ante los que surgieron en las horas postreras de la segunda guerra mundial. Europa destruida, sin producción agrícola ni industrial, sin comida; continuaba la guerra de Japón y con ella la amenaza de recrudecer el conflicto por finalizar militarmente. Los Aliados no podían conformarse con el triunfo bélico pero perder en el campo político, porque allí mismo comenzaba la guerra fría y la anexión de territorios. La cooperación en los campos de batalla se convertía ahora en feroz enfrentamiento político.

Sin embargo, Josef Stalin, Winston Churchill y Franklin Roosvelt, consiguieron en la Conferencia de Yalta, entre el 4 y el 11 de febrero de 1945,  soluciones aceptables y la posibilidad de crear el organismo multilateral que hoy constituye la Organización de Naciones Unidas. Cada uno debió ceder espacios por el bien de la humanidad, a pesar de sus convicciones políticas y filosóficas antípodas, las características personales y los diferentes requerimientos de sus representados.

No es posible entonces que quienes ejercen política activa hoy en Venezuela no sean capaces de unificar algún criterio, que en verdad puede reducirse al llamado a votar porque si lo hacemos en masa, cualquier sector ganaría al diezmado oficialismo. La gente sabrá aplicar el método de la economía del sufragio respaldando el candidato que ofrezca mayor preparación y coherencia.

El tercer punto: no existe un Programa de gobierno capaz de enfrentar la crisis. El actual sólo busca justificarla con las medidas económicas de EEUU, lo que no es cierto. Ellas se impusieron en el 2017 y nuestras dificultades empezaron mucho antes. Si la inflación la contrarrestamos restando ceros a la moneda; con salarios insignificantes; sin producción en el campo y consecuencialmente, en la agroindustria, la agonía será eterna.

Tampoco nos satisface la propuesta de la cabeza opositora reconocida por algunos países, quienes están justificadamente preocupados por sus problemas endógenos y la universal pandemia, lo que les impide tener como prioridad el problema venezolano. Este Programa opositor  que han bautizado como “Acuerdo de salvación nacional”, está conformado por un cúmulo de frases programáticas y por ende sin contenido propio: “aliviar el sufrimiento del pueblo”, “contribuir a la reinstitucionalización del país”, “cronograma electoral con condiciones idóneas”, son meras consignas sin propuestas, sin rumbo fijo. Solicitar participación activa del conglomerado de países en nuestro proceso interno y esperar resultados concretos de los diálogos dirigidos por el Reino de Noruega, son fantasías. Debemos recordar, entre otros documentos y anuncios políticos,  el Comunicado de los Negociadores de República Dominicana en noviembre del 2018; la Resolución del Tiar del  mismo año; las “múltiples opciones” anunciadas por el presidente Trump, todas ellas constituyen un rosario de intenciones sin resultado práctico porque estos sólo pueden provenir de la decisión del pueblo de Venezuela, previa convocatoria. Noruega no puede ir más allá de servir de mediador o facilitador en las negociaciones pero no puede ejecutar acuerdos, no es su función ni tiene competencia legal para ello. Es duro decirlo y aceptarlo, pero debe el ingeniero Guaidó olvidar su carácter de "Presidente Interino de Venezuela", las bases constitucionales que adujo en su momento concluyeron con la Asamblea Nacional el 05 de enero del 2021 y los supuestos del “régimen usurpador, gobierno de transición y elecciones libres” no se cumplieron. El mejor papel que puede y debe desempeñar es convertirse en líder nacional y no de una parcialidad opositora. Vamos a empezar por designar gobernadores y alcaldes, ellos deberán convertirse en nuestros líderes visibles en una responsabilidad que nos corresponde a todos como es sacar, ojalá por revocatoria de mandato, a un gobierno pesadilla como el que nos rige. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

22/07/2021.

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