miércoles, 4 de agosto de 2021

No dejemos pasar el Proyecto Comunal sin enfrentarlo con seriedad!

Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp 

"Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même" (dejar hacer, dejar pasar, el mundo va por sí mismo), es una famosa máxima que explica la esencia de la teoría económica del liberalismo o libre mercado. Uno de sus principales y más reconocidos divulgadores fue Adam Smith para quien el Estado no debía intervenir en los asuntos económicos internos, dejando las fluctuaciones económicas a las leyes del mercado, lo que es principio es razonable y correcto, sobre todo en contracara a la doctrina comunista, propulsores del intervencionismo estatal y sus ejemplos fracasados en diferentes países del mundo y en distintas épocas.

Es la interpretación extremista de estas ideas las que Juan Pablo II llamó, con toda razón, capitalismo salvaje. El Estado por ser la institución más poderosa de la sociedad no puede ser absolutamente pasivo, al contrario, le corresponde  utilizar su mano vigorosa para corregir algunos abusos y desviaciones, haciendo respetar el medio ambiente, equilibrar derechos naturales de los hombres y regular con leyes el accionar del capital cuando se obvia el aspecto humano, para su producción y acrecentamiento.

En política el dejar hacer, dejar pasar in extremis tampoco tiene sentido porque permite la consolidación de instituciones que pueden ser muy dañinas. Por eso es necesaria la participación activa, la opinión tempestiva y la acción oportuna de los ciudadanos. Este axioma se ha constituido en leitmotiv de los abstencionistas en una Venezuela que se derrumba, algunos esperando que los socialistas se cansen y se vayan, otros que vengan los marines norteamericanos o los cascos azules de la ONU a liberarnos.

No es cierto que el diputado Henry Ramos Allup, al tomar posesión como Presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero del 2016 haya dicho que en seis meses habrían derrotado al presidente Maduro, como infundadamente se repite. Él se limitó a manifestar que en ese lapso tendrían diseñada la fórmula legal, pacífica y constitucional para hacerlo.

El tema es que no se hizo nada efectivo, no se anuló el procedimiento administrativo indebido que se había utilizado para designar a Magistrados principales y suplentes, especialmente de la Sala Constitucional. Por allí se fue la majestad del Poder Legislativo que representaba, permitiendo sin mayor resistencia que la Asamblea fuera declarada en desacato y la anulación de todas las leyes que aprobaban. Dejaron pasar la negativa  de interpelación a funcionarios públicos de alto rango y se creó un bestial desequilibrio en los órganos del Estado. Durante su presidencia y las dos siguientes se aplicó de fondo la política del “laissez faire et laissez passer”. Es cierto que hubo algunos esfuerzos individuales, pero a la distancia me parece que no fueron apropiadamente coordinados, quizás por la división interna de los partidos representados en la Asamblea, quienes estaban allí por la tarjeta de la MUD.

Durante los dos últimos años del período legislativo, desde enero del 2019, la Cámara aprobó el Estatuto para la Transición a la Democracia, declarando ilegítimo al gobierno y se decretó la constitución de un gobierno de transición hasta la celebración de unas elecciones libres. El problema es que sin mucha resistencia se instaló una Asamblea Nacional Constituyente, aunque el pueblo de Venezuela no instó su convocatoria y se adelantaron de manera impropia, unas elecciones presidenciales intempestivas en el 2018.

Todo esto se logró sin oposición contundente de los legisladores, como líderes que conformaban el único poder opositor, independiente y legítimo. Muchos de ellos recomendaron abstenernos de participar electoralmente, poniendo en riesgo a jóvenes y ciudadanos, enfrentados en la calle a cuerpos armados, lo que hacía suponer que no había posibilidad de triunfo alguno. Eso también es un ejemplo  de laissez faire et laissez passer.

Actualmente el gobierno nacional y todos los Poderes Públicos que lo respaldan preparan una estocada muy grave contra el sistema, cual es la implantación del estado comunal. No es válido el argumento que ya lo negamos al rechazar la reforma constitucional del 2007, porque después de un período se puede replantear la moción.

Aunque es indudablemente contrario a la carta magna, puesto implica una nueva distribución vertical de los Poderes Públicos agregando el Comunal al Municipal, Estatal y Nacional, no se ha hecho nada para oponerse a la Ley Constituyente del Plan de la Patria, publicada en la Gaceta Oficial N° 6.442 Extraordinaria del 03 de abril del 2019, que dio carácter orgánico a la propuesta  de Chávez como candidato, para el período presidencial 2013 al 2019 y que le sirve al oficialismo de soporte para su instauración, con la ventaja para ellos que no requiere la consulta referendaria obligatoria que tendrían que cumplir de hacerlo por reforma constitucional.

Una buena causa para enfrentar este problema que se avecina, que además pudiera constituir un elemento unificador de la oposición en algo útil, es coordinar un referendo abrogatorio contra la mencionada Ley Constituyente. Ojalá que la campaña para las elecciones de noviembre sirva como promotora de este referendo, porque ese proyecto no se puede dejar pasar, Venezuela no puede andar sola sino que debemos orientar sus movimientos. Dios bendiga a Venezuela!.

jesusjimenezperaza@gmail.com

04/08/2021.

 

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