domingo, 29 de agosto de 2021

Nuestra democracia es representativa, tenemos la obligación de elegir bien.


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp 

Venezuela se nos disuelve gradualmente y en algún grado todos tenemos responsabilidad, bien por acción bien por omisión. Algunos son imputables directamente porque desde el gobierno o desde la oposición, no han cumplido con las acciones a su alcance para impedir la debacle. Nuestro sistema de gobierno es la democracia representativa, significa que todas las gestiones del Estado se ejercen mediante funcionarios que designamos a través del único método posible: el voto.

No existe la democracia protagónica que sirvió a Hugo Chávez para captar adeptos. La fuerza o influencia en la conducción del Estado que tenemos los ciudadanos es siempre en forma indirecta. El referendo que se utiliza como ejemplo de ejercicio del poder popular, no es más que una consulta que confluye en la implantación de un órgano, una ley o una conducta a ser ejecutada por un representante popular. Pero si tenemos la obligación personal de cuidar que ese funcionario de gobierno o legislativo, bien sean nacionales, estatales o municipales actúen dentro de las normas establecidas en el estado de Derecho. Hemos  fallado en elegirlo y en controlarlo.

En términos llanos el estado de Derecho no es otra cosa que el cumplimiento del tinglado de leyes que rigen en un país, en un tiempo determinado. La ley suprema es la Constitución Nacional bifurcada en dos líneas fundamentales, que deben ser respetadas y acatadas por todos los ciudadanos formen o no parte del gobierno. La diferencia entre ambos es que los primeros podemos hacer todo cuanto la ley no nos prohíba y los gobernantes, solo lo que le es permitido en forma expresa.

Esas dos líneas de acción que sustentan la Constitución son:

1) el reconocimiento de una serie de derechos, que incluso la anteceden porque la titularidad nos corresponde por el hecho de ser  humanos, por tanto existe antes que el Estado y las leyes. Pero además  del reconocimiento o tipificación en el texto, debe garantizar el cumplimiento efectivo. Nada hacemos con que el artículo 43 CN1999 señale que el derecho a la vida es inviolable, o que el 115 indique que se garantiza el derecho de propiedad, pero que existan cuerpos policiales que cual Rambo puedan disparar contra un ciudadano, sin tratar de persuadirlo o apresarlo a través de métodos permitidos por la propia ley. Eso transgrede el derecho a la vida.

Un catedrático y diputado actual, ex chavista, ex opositor y ahora nuevamente oficialista refería recientemente por televisión que el gobierno nacional respeta, como debe ser, el derecho de propiedad y habló de un Estado utópico que obviamente no es el nuestro. Basta con examinar las actuaciones del Instituto Nacional de Tierras en los procedimientos de rescate, donde usualmente los ejecutan sobre  fincas ocupándolas previamente sin la conclusión del procedimiento administrativo, desconociendo títulos porque no son legibles por su antigüedad o por deterioro, a pesar que al propio Estado corresponde la obligación de preservar los Libros registrales porque es función exclusiva y excluyente de la administración. Eso enerva  el derecho de propiedad.

2)  elaborar el organigrama de las instituciones a quienes corresponde las funciones propias del Estado: administrar recursos y bienes públicos, hacer leyes y aplicarlas, a través de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La ley suprema señala cuáles son sus funciones propias y el sistema de control sobre ellos.

En la democracia representativa existe un grupo que debe hacer contrapeso al sector que ejerce el poder por haber resultado mayoritario. Ellos no están exentos de obligaciones, les corresponde denunciar, actuar dentro de los cánones previstos, proponer. Es cierto que al menos desde el 2003 cuando el gobierno obvió la oportuna consulta referendaria para el revocatorio, comenzó un rosario de violaciones constitucionales de mucha gravedad a la cual nos hemos referido en anteriores entregas. Pero de inmediato los líderes opositores erraron el camino omitiendo la consulta popular del 2005, con lo cual abrieron paso a una mayoría calificada oficialista generadora primaria del poder absoluto que, desde entonces, ejercen los socialistas o comunistas.

En el 2015 con la instalación de una Asamblea Nacional constituida con mayoría aplastante de la aposición, se cometieron errores que se fueron acrecentando con las directivas posteriores, incluida la del 2019 que quiso sustituir el gobierno por una fórmula no establecida en la CN1999, hecho que se fue desdibujando con el tiempo, aunque al principio parecía viable por la desesperación que causa los desvaríos gubernamentales.  Esta “directiva” aun pretende subsistir en el panorama político nacional, lo que no solo es contra legem sino que no cuenta con el apoyo de la mayoría del pueblo venezolano.

Es tiempo de desbaratar los nudos que nos ahogan. De ganar espacios. De organizarnos comenzando con los municipios (alcaldes y concejales), gobernaciones y consejos legislativos estadales, quienes habrán de constituirse en un liderazgo renovado (en ideas y acción) que nos lleve felizmente a proponer, ganar y cobrar el referendo revocatorio, a partir de enero del 2022, además de cumplir sus funciones propias.

Es tiempo de exigir rendición de cuentas. La señora Carmen Meléndez fue designada como gobernadora de Lara, al cual renunció después de tres años para asumir un cargo ministerial. No se vio ni sintió ninguna gestión efectiva en la región durante su mandato y ayer por televisión confesó la causa: dijo que nunca había vivido en Lara, que estuvo “tres años de vacaciones mientras fue gobernadora”. El 21 de noviembre tendremos oportunidad de cobrar la afrenta que no es solo su responsabilidad, sino imputable también al partido PSUV y sus aliados que la postularon.

Entramos en la primera etapa para la recuperación definitiva de Venezuela. Es nuestra responsabilidad saber elegir. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

29/08/2021.

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