Jesús A. Jiménez
Peraza.
@jesusajimenezp
Unas burdas declaraciones del diputado Jorge
Rodríguez, planteando la incorporación de Alex Saab en la mesa de los diálogos
de México, abrió de inmediato una andanada de comentarios en las redes
sociales, tratando de descalificarlos, asomando que era prueba irrefutable de
la evidencia del acuerdo con uno de los factores de oposición, que se venía
gestando a favor de la permanencia de Nicolás Maduro en el poder.
En general no señalaban en el planteamiento lo
más obvio, que la integración de esa mesa requiere de la previa aprobación de
ambas partes; que Saab está preso en Cabo Verde y declarado extraditable por el
Máximo Tribunal de la República africana. A bien seguro Alex Saab es
venezolano, porque así lo calificó el doctor Rodríguez, pero indudablemente por
lo delicado de la situación política nacional, que es el centro de las
conversaciones, no es admisible que los integrantes tengan la más mínima
posibilidad de rechazo para conformarla, como sería una nacionalidad adquirida sin
cumplimiento de las pautas reglamentarias.
Se puede ser venezolano por nacimiento o por
naturalización, con iguales derechos salvo algunas excepcionales, pero la adquirida ha de ser en forma
absolutamente cristalina, con proceso administrativo cumplido enteramente y en
forma legal, después de haberse residenciado al menos por cinco años en
Venezuela. Alex Saab, como colombiano
originario, tendría ese privilegio especial, igual que cualquier otro latino
americano, o que haya formado familia en
el país, pero no parece ser éste el caso.
El doctor Gerardo Blyde hizo una réplica impecable,
perfectamente equilibrada, pidiendo a los facilitadores hacer respetar las
condiciones previas, entre ellas seguramente, relacionada con los nombres ya acreditados por
cada una de las partes y su compromiso de adelantar en la agenda conforme lo
acordado desde el inicio, evitando caer en conflictos innecesarios. Incluso
recordó el antecedente de la pretensión de integrar a Simón Trinidad (alias)
que la FARC trató de incorporar en las conversaciones de paz celebradas en la
Habana, lo que fue infructuoso. Con este último argumento el Dr Blyde rechaza
la posibilidad de admitir a Saab, sin caer en la guerra de micrófonos que pudiera perturbar la continuación del
diálogo.
Este episodio propugnado por Jorge Rodríguez,
debería hacernos entender que tenemos una oposición variopinta, que por ese
mismo hecho cae con facilidad en baches inventados por el gobierno. Debemos
ante todo respetarnos, algunos quieren mantenerse en la abstención, esa es su
decisión y responsabilidad. Entre quienes queremos votar algunos lo harán por
propuestas que parecieran minoritarias o en todo caso con influencia solo en una
región limitada y el grueso de los opositores dispuestos a sufragar, lo harán
por los candidatos de la Plataforma Unitaria Opositora y otros por la Alianza
Democrática. Eso está bien, es democrático, no es verdad que en todos los casos
la separación implica ponerle en bandeja de plata el triunfo al oficialismo, si
votamos mayoritariamente. Claro ganar se facilita más con la unión, pero la
dificultad de logarla no es decisiva porque el colchón electoral del PSUV está
muy disminuido.
Si en definitiva no es posible el acuerdo
entre los bloques de la oposición, por lo menos deben aceptar no atacarse
mutuamente y por cualquier causa. El contendor
principal es el partido gobernante y el polo satélite que lo compone.
El caso del estado Miranda, por no hablar de
Lara mi circunscripción electoral, donde sucede algo similar, es emblemático. En
el si puede ser determinante la unidad, ya que en algunas zonas luce electoralmente
fuerte el chavismo – madurismo, por diferentes razones. Es muy claro que tanto Carlos
Ozcariz como los alcaldes del área metropolitana de Caracas ubicada en la
entidad, quienes tienen como candidato a David Uzcátegui, son indudablemente de
oposición al régimen, pero no ha sido posible que limpiamente puedan definir la
candidatura única. Si las encuestas o la escogencia popular no es aceptada o
posible de realizar, pues les tocará lanzar una moneda al aire, pero entregar
por falta de ese acuerdo la gobernación y/o alguna alcaldía al oficialismo, implicará la muerte
civil como políticos de todos los involucrados, porque le corresponderá al
pueblo juzgar el hecho después de acontecido. Es hora que el ciudadano común
imponga su fuerza, que premie o castigue, pero también que actúe con sindéresis. El daño que puede
causarse es muy grande para dejar todo en manos de una oposición variopinta o
para dejarse guiar por simples emociones sin racionalidad. Dios bendiga a
Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
16/09/2021.
Excelente Analisis estimafo Dr. Peraza, 100% de acuerdo contigo.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. Una vez mas, nuestro colega y amigo, acierta con sus comentarios a la realidad nacional.
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