Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp.
La solución a la crisis horizontal, a la vez profunda, que vive el país debería comenzar por enfrentar la desinstitucionalización que nos agobia. Desde la organización más sencilla, la familia, hasta la más compleja, el Estado, sufren el mal de la atomización, la falta de conducción y el respeto recíproco entre sus componentes.
El
núcleo familiar, entendido desde el restringido ángulo del padre, la madre y
los hijos, porque no siempre tiene esa composición, ante la falta de ingresos
económicos estables; la presunción con sólidas bases, de no tener un futuro
cierto; la ausencia de instituciones educacionales que funcionen
apropiadamente y la imposibilidad, en
muchos casos, de poder proveerse la dieta diaria se ha desintegrado, engrosando
la migración interna o hacia otros países. Corresponderá a cada una de ellas,
conforme a sus posibilidades y nivel tratar de mantenerse unidos, aun en la
distancia, de manera que sean comunes sus problemas y las gestiones para superarlos.
Pero en ninguna forma pueden permitir que además del distanciamiento físico,
incurran en la desunión afectiva. El amalgamiento de cada unidad familiar
permitirá, en su conjunto, la recuperación de otras instituciones y con ellas
del país.
La
desinstitucionalización del Estado, es fácil de apreciar y sus sórdidas
consecuencias la sufrimos a diario. Todas las funciones públicas pasan por el
filtro del Ejecutivo o de personas con influencias harto conocidas. Los jueces
sin un nombramiento que haya cumplido los requisitos legales y constitucionales,
amenazados por procedimientos administrativos o jurisdiccionales, sin escapar del
diagnóstico la deficiente calidad
profesional y humana de los escogidos salvo honrosas excepciones, simplemente
se someten a directrices ajenas a las que se corresponden con un estado de
justicia y de derecho.
Las
funciones de la Fiscalía y la
Contraloría General de la República, parecen estar acopladas a las
instrucciones emanadas desde Miraflores y la Defensoría del Pueblo, institución
de la cual tanto se esperaba en los días subsiguientes a la aprobación de la
CN1999 por referendo nacional, es absolutamente anodina puesto no sentimos su presencia en el
ejercicio de las gestiones que les corresponde.
El
Consejo Nacional Electoral de cuya independencia siempre tuvimos dudas, pero
que hace pocas semanas pareció se convertiría en un precursor para la
recuperación de la institucionalidad, volvió a sus andadas cuando sin
justificación alguna impidió el nacimiento de un derecho constitucional como es
el referendo revocatorio, imponiendo unas condiciones de imposible
cumplimiento, contrarias a la justicia, a la ley, a la equidad, por lo que
deben considerarse como nulas e inexistentes, si aplicamos la norma del
artículo 1200 del Código Civil, encajándolo dentro del Derecho Público, no
obstante su origen privado.
Por
cierto, muchos dirigentes y ciudadanos comunes sienten el hálito triunfador,
con un se los dije! Eso era previsible!, en vez de unirse a la protesta que
debería surgir espontáneamente por haberse desconocido un derecho
constitucional, además humano. Esta acción del Consejo Nacional Electoral debió ser considerado una afrenta, tanto para quienes veíamos en el revocatorio una
solución a la indiscutible crisis política; como por quienes lo consideraban de
buena fe, como extemporáneo y también por los oficialistas que quieren la
continuidad del jefe de Estado, porque ganando limpiamente lo legitimaban
interna e internacionalmente.
Cuando
un Estado como el nuestro, definido en la ley suprema como “democrático y social de derecho y de justicia” no respeta el
equilibrio en las fuerzas de los Poderes Públicos que lo integran y, no
funciona el control recíproco entre ellos, no existe como tal, se desdibuja,
dando paso a un órgano diferente.
La
institucionalidad es una cualidad que se va formando con la actuación de una determinada
entidad, bien sea pública o no gubernamental, porque ella no se decreta. Las
normas o los reglamentos diseñan su creación y su funcionamiento, pero es el
proceso en el cumplimiento de sus fines lo que les imparte la institucionalidad, como sinónimo de legitimidad
por desempeño. Un ejemplo muy claro,
por graficar alguno, es el Metro de Caracas, que sigue siendo una institución después de
cuarenta años, pero perdió su razón existencial. Corregir la movilización
interna de la ciudad pasa por recuperar la institucionalidad de ese medio de
transporte.
Pero
hacer que el Estado funcione como debe ser, debido a lo complejo de su
estructura y a la diversidad de sus instituciones, es muy difícil, debiendo
comenzar por definir su orientación política. Desde hace muchos años el
presidente Chávez dijo en cadena nacional que “el camino es el socialismo”
y se comenzaron a dictar leyes que así lo advierten, pero todo en contradicción
con los postulados constitucionales, que contiene principios claramente
liberales al referirse a la economía, la propiedad, las concesiones de
servicios públicos, la igualdad ante la ley y las limitaciones al poder del
Estado.
El
liberalismo es una corriente económica, política y filosófica que nace para
enfrentar el absolutismo, por eso es fuente para el estado de Derecho y la
democracia representativa. No es contradictorio el artículo 4 CN1999, que
califica a la República como federal y descentralizada, simplemente trata de
mantener la integridad territorial, trasladando autonomía a las entidades regionales
para el mejor ejercicio en el cumplimiento de los fines supremos de
proporcionar bienestar a la población.
El
socialismo, por el contrario representa centralismo, estatismo, exclusividad en
la propiedad de los medios de
producción. Tratar de implantarlo sin una legislación y ley suprema apropiada, sin
tradición histórica, sin la pacífica aceptación ciudadana ha sido nuestro
desastre.
De
manera que retomar la normalidad y el ideal para cuando nos corresponda
imponernos electoralmente, pasa por reorganizar la familia, como antes dijimos
y democratizar las sociedades intermedias como partidos políticos, asociaciones
vecinales, gremios, sindicatos, universidades, academias etc. Dios bendiga a
Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
12/02/2022.
Jesús Alberto, saludos cordiales. Estoy de acuerdo con su planteamiento. La vuelta a la normalidad es un reto de grandes proporciones, donde no solo hará falta revisar nuestros errores sino también el mas grande propósito de enmienda. Un abrazo. Nilson Guerra Zambrano. www.nilsonguerra.com.ve
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