sábado, 23 de abril de 2022

Cartas reticentes y con sofismas.


Jesús A. Jiménez Peraza

@jesusajimenezp

La Semana Santa habría sido una extraordinaria oportunidad para   releer el Sermón de la Montaña, donde Jesucristo traza un camino ideal  mediante la utilización de dos frases que de ser cumplidas habríamos superado, desde los inicios mismos de la humanidad, todos los problemas diarios que nos comprometen la existencia y hacen infelices: “amad a vuestros enemigos y devolved bien por mal”.

El Sermón de la Montaña lo resume el sacerdote Pedro Herrasti, sobre la base que  “nunca nadie ha dicho nada que pueda compararse con él y nadie nunca podrá superarlo”, porque simplemente se relaciona con el compendio moral de los Diez Mandamientos. 
Sin embargo, algunos venezolanos fueron perturbados  por dos misivas plagadas de reticencias y de sofismas, una calzada por 25 “abajo firmantes”  que se autocalifican como “líderes cívicos, académicos y económicos” y dicen actuar “como defensores de la democracia”.

La otra signada por 68 personajes quienes alertan sobre el temor porque “instituciones de EEUU, terminen apañando a uno de los regímenes más criminales que ha conocido la historia de la humanidad: la tiranía venezolana”.

El centro de la primera carta es la petición para que se incrementen las relaciones político – institucionales y económicas con Estados Unidos, creando la posibilidad de nuevos acuerdos aunque reconocen que las llamadas sanciones económicas no son la génesis de los gravísimos problemas que vive Venezuela, donde reina la pobreza, la inseguridad alimentaria,  deficiencias en los servicios de salud, electricidad y agua potable. Dice que el 75%  de los connacionales rechaza las sanciones sectoriales y solo el 10% las aprueban.

En la segunda carta se enfatiza que en ninguna forma la primera potencia militar del mundo y “paladín de los derechos humanos en el planeta”, pueda colaborar con  el gobierno oprobioso de Nicolás Maduro; recuerdan el pito de Hugo Chávez para desmantelar PDVSA y el anacronismo de los controles de precios y de cambio. Para utilizar argumentos diferentes a los contenidos en la carta de los 25, habla de la inseguridad jurídica  y de la ausencia de separación de Poderes Públicos, hechos que enervan el sistema democrático en Venezuela.

No tengo por qué dudar de la capacidad y buena intención de cada uno de los 93 firmantes, solo asiento que de fondo ambas cartas encierran el mismo problema: los venezolanos estamos fraccionados en dos grandes bloques y cada uno, a su vez, en  segmentos irreconciliables, por la sencilla razón de no existir liderazgo en el oficialismo ni en la oposición, capaz de asomar caminos posibles de transitar, con fuerza moral para unirnos alrededor de programas concebidos y diseñados por  equipos multidisciplinarios, que pongan en marcha las instituciones y alguien, escogido sabia y oportunamente que los coordine. No hablo de un líder único y mesiánico, sino de un venezolano talentoso y de impenetrable formación ética que los coordine. De lo contrario de nada valdrá que estemos o no sancionados por Estados Unidos.

Estados Unidos de Norteamérica, es seguramente la primera potencia militar de la Tierra,  pero no es un ejemplo en la defensa de los DDHH como asienta una de las cartas perturbadoras, a tal punto que algunas órdenes ejecutivas del presidente Donald Trumph, le valieron el repudio  de varios países entre ellos el Bloque Europeo,  por sancionar a la Fiscalía y contrariar acciones del Tribunal Penal Internacional, ese mismo que algunos firmantes de la segunda Carta piden respaldar en la actual fase de investigaciones contra el gobierno nacional.

Ambas epístolas están escritas con reticencias y sofismas, porque dicen verdades parciales, maliciosas u opacas; ocultan argumentos que deberían decir y aducen otros a medias; aparentan verdades y crean desconfianza. En los 93 firmantes, salvo varias honrosas excepciones, hay mucho gatopardismo, la famosa paradoja de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, pidiendo cambiar todo para que todo siga igual.

El sector oficialista tampoco resiste un análisis objetivo en su accionar. No pueden gobernar sin concentrar el poder, pero no han sido capaces de designar un Tribunal Supremo de Justicia con autonomía funcional, lo que revela una inocultable confrontación interna. Las atribuciones de la Sala Constitucional que fueron ejecutadas en forma laxa para defenestrar la Asamblea Nacional electa en el 2015, le son hoy enervadas y controladas en la nueva ley. De los Motores para vitalizar la economía ya no se habla, sino para aparentar una burbuja de felicidad que solo disfruta un selecto grupo de ciudadanos.

Es fundamental que antes de conversar con EEUU para solicitar su apoyo materializado a través de convenios bilaterales o multilaterales, los mismos venezolanos sean capaces de conseguir las encrucijadas que les permitan transitar los mismos caminos, de conversar en el mismo idioma, de perdonarse errores mutuos, de devolver el bien para pagar los males. Así lo ha solicitado el señor Juan González, comisionado del Presidente Norteamericano para Asuntos del Hemisferio Occidental y Miembro del Consejo de Seguridad. Me parece razonable. Dios bendiga a Venezuela!.

jesusjimenezperaza@gmail.com

23/04/2022.

 

 


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