Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp
El
Sermón de la Montaña lo resume el sacerdote Pedro Herrasti, sobre la base que “nunca
nadie ha dicho nada que pueda compararse con él y nadie nunca podrá superarlo”,
porque simplemente se relaciona con el compendio moral de los Diez
Mandamientos.
Sin embargo, algunos venezolanos fueron perturbados por
dos misivas plagadas de reticencias y de sofismas, una calzada por 25 “abajo firmantes” que se autocalifican como “líderes cívicos, académicos y económicos” y dicen actuar “como defensores de la democracia”.
La
otra signada por 68 personajes quienes alertan sobre el temor porque “instituciones de EEUU, terminen apañando a
uno de los regímenes más criminales que ha conocido la historia de la humanidad:
la tiranía venezolana”.
El
centro de la primera carta es la petición para que se incrementen las
relaciones político – institucionales y económicas con Estados Unidos, creando
la posibilidad de nuevos acuerdos aunque reconocen que las llamadas sanciones
económicas no son la génesis de los gravísimos problemas que vive Venezuela,
donde reina la pobreza, la inseguridad alimentaria, deficiencias en los servicios de salud,
electricidad y agua potable. Dice que el 75%
de los connacionales rechaza las sanciones sectoriales y solo el 10% las
aprueban.
En
la segunda carta se enfatiza que en ninguna forma la primera potencia militar
del mundo y “paladín de los derechos
humanos en el planeta”, pueda colaborar con
el gobierno oprobioso de Nicolás Maduro; recuerdan el pito de Hugo
Chávez para desmantelar PDVSA y el anacronismo de los controles de precios y de
cambio. Para utilizar argumentos diferentes a los contenidos en la carta de los
25, habla de la inseguridad jurídica y
de la ausencia de separación de Poderes Públicos, hechos que enervan el sistema
democrático en Venezuela.
No
tengo por qué dudar de la capacidad y buena intención de cada uno de los 93
firmantes, solo asiento que de fondo ambas cartas encierran el mismo problema:
los venezolanos estamos fraccionados en dos grandes bloques y cada uno, a su
vez, en segmentos irreconciliables, por
la sencilla razón de no existir liderazgo en el oficialismo ni en la oposición,
capaz de asomar caminos posibles de transitar, con fuerza moral para unirnos
alrededor de programas concebidos y diseñados por equipos multidisciplinarios, que pongan en
marcha las instituciones y alguien, escogido sabia y oportunamente que los
coordine. No hablo de un líder único y mesiánico, sino de un venezolano
talentoso y de impenetrable formación ética que los coordine. De lo contrario
de nada valdrá que estemos o no sancionados por Estados Unidos.
Estados
Unidos de Norteamérica, es seguramente la primera potencia militar de la
Tierra, pero no es un ejemplo en la
defensa de los DDHH como asienta una de las cartas perturbadoras, a tal punto
que algunas órdenes ejecutivas del presidente Donald Trumph, le valieron el
repudio de varios países entre ellos el
Bloque Europeo, por sancionar a la
Fiscalía y contrariar acciones del Tribunal Penal Internacional, ese mismo que
algunos firmantes de la segunda Carta piden respaldar en la actual fase de
investigaciones contra el gobierno nacional.
Ambas
epístolas están escritas con reticencias y sofismas, porque dicen verdades
parciales, maliciosas u opacas; ocultan argumentos que deberían decir y aducen
otros a medias; aparentan verdades y crean desconfianza. En los 93 firmantes,
salvo varias honrosas excepciones, hay mucho gatopardismo, la famosa paradoja
de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, pidiendo cambiar todo para que todo siga
igual.
El
sector oficialista tampoco resiste un análisis objetivo en su accionar. No
pueden gobernar sin concentrar el poder, pero no han sido capaces de designar
un Tribunal Supremo de Justicia con autonomía funcional, lo que revela una
inocultable confrontación interna. Las atribuciones de la Sala Constitucional
que fueron ejecutadas en forma laxa para defenestrar la Asamblea Nacional
electa en el 2015, le son hoy enervadas y controladas en la nueva ley. De los
Motores para vitalizar la economía ya no se habla, sino para aparentar una
burbuja de felicidad que solo disfruta un selecto grupo de ciudadanos.
Es
fundamental que antes de conversar con EEUU para solicitar su apoyo
materializado a través de convenios bilaterales o multilaterales, los mismos
venezolanos sean capaces de conseguir las encrucijadas que les permitan
transitar los mismos caminos, de conversar en el mismo idioma, de perdonarse
errores mutuos, de devolver el bien para pagar los males. Así lo ha solicitado
el señor Juan González, comisionado del Presidente Norteamericano para Asuntos
del Hemisferio Occidental y Miembro del Consejo de Seguridad. Me parece
razonable. Dios bendiga a Venezuela!.
jesusjimenezperaza@gmail.com
23/04/2022.
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