Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
El estudio de la situación nacional supone la admisión objetiva de
al menos tres factores: 1) no toda
actividad pública puede reducirse a “decisiones
políticas”, desvinculadas del enfoque jurídico y ético. 2) todos los actos individuales del ser
humano y, los colectivos del hombre como integrante de un grupo social, tienen
un fin determinado que es el fondo, el cual se busca a través
de un mecanismo denominado forma,
pero no pueden estar desvinculados uno del otro. 3) debemos admitir la decisión de la mayoría aunque no la compartamos,
siempre que no esté en contracorriente con los principios elementales de
convivencia, porque así es básicamente la democracia.
Determinar históricamente el avance o el retroceso social, político y
económico, implica ponderar dos organizaciones fundamentales: la familia y el
Estado. Todas las organizaciones sociales son complejas. En el caso de la
familia, por tratarse de un grupo homogéneo, el fondo perseguido y las vías
para lograrlo son fáciles de entender: el fin es crearla, insertar a sus
integrantes en la sociedad para que sean útiles, productivos. La forma es la educación en sentido amplio, la
orientación, la enseñanza general a cargo de padres y maestros y la “educación
para el trabajo”, que no busca grandes niveles académicos, pero si enseñar
un oficio apropiadamente.
En el caso del Estado todo se complica, porque es un entramado de intereses
heterogéneos. Aunque el fin colectivo debe ser el mismo que soñaba Simón
Bolívar y repiten muchos pensadores modernos: la paz política y la seguridad social. Pero para alcanzarlas los
caminos son diversos y están minados por intereses individuales y contrapuestos.
Las formas escogidas por los Estados, han sido diversas y mutantes
a través de los tiempos, incluidos los sistemas de gobierno en cada caso. Las monarquías absolutistas, por ejemplo, eran comunes en Europa antes de la
Revolución Francesa, se ejercía a través de un rey o monarca con poder total,
con la especial característica que se transmitía en forma sucesoral, de manera
que nunca era alternativo. La monarquía aún existe, pero no en forma absoluta,
sino parlamentaria, donde el rey
tiene limitado poder como jefe de Estado, para funciones protocolares. El poder
efectivo se ejerce a través del jefe de gobierno, como Primer Ministro o como Presidente, entre otros lo conseguimos
en Canadá e Inglaterra, con funciones compartidas con el Parlamento.
En nuestro continente era
común el sistema autocrático, que concentraba el poder individual en un dictador o tirano, aunque no utilizaban
el término y usualmente simulaban mecanismos
democráticos. En Venezuela durante la primera mitad del siglo XX
específicamente, se dio con los diferentes gobiernos de Juan Vicente Gómez y el
general Marcos Pérez Jiménez.
En la segunda mitad del siglo tuvimos un sistema democrático caracterizado
por la elegibilidad mediante las bases populares, y además por el equilibrio
constitucional de los Poderes del Estado, todo unido a la alternabilidad y la responsabilidad fundada en control previo y posterior, por órgano
independiente. El presidente Hugo Chávez iniciando el siglo XXI, no obstante su
legitimidad y claro origen democrático cambió algunas reglas básicas. Sin
soporte constitucional alguno, se declaró socialista y logró una reforma
constitucional (2009) mediante el mecanismo de la enmienda para tratar de perpetuarse en el poder, aunque era
improcedente el mecanismo, ya que le había sido negada esa posibilidad a
través de una reforma, dentro el mismo período.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro, también ha alterado
algunas reglas de oro de la democracia representativa: se anularon las
funciones contraloras, legislativas y de participación que corresponden al
Parlamento, por mandato estricto constitucional; se convocó ilegalmente una
Asamblea Nacional Constituyente, con funcionamiento y resultado desconocido; se
coartó sin base legal el proceso del referendo revocatorio, por funcionarios
sin competencia ni jurisdicción y dos veces se ha minimizado la independencia
del Poder Judicial, con su designación anómala.
Entonces, en qué hemos mejorado? En relación a qué y desde cuándo?.
En lo político hemos desandado mucho en la consolidación del sistema
democrático, siempre perfectible. En lo social estamos sufriendo un problema
que en la historia de Venezuela nos había sido ajeno: la migración y con ella
la desintegración familiar. En el aspecto netamente económico no tenemos datos
estadísticos confiables, suministrados por el Banco Central, que por lo demás perdió desde
hace mucho tiempo su autonomía. No conocemos la Línea o Índice de Gini, para determinar la desigualdad de ingresos y
con ella la pobreza crítica de los venezolanos y no sé si existe algún método
universalmente aceptado para medir la independencia de los Poderes del Estado
entre sí y el control recíproco y eficaz entre ellos, considerando el sistema de gobierno y la estructura del Estado
que tenemos aprobados constitucionalmente.
Sin la apropiada determinación de todas las
variables no es posible resolver la ecuación sobre la supuesta mejoría. Dios bendiga a Venezuela!
13/06/2022.
Brillante análisis. Educar es la vía .. abrazo
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