Jesús A. Jiménez
Peraza
@jesusajimenezp
En
el año de las elecciones se seleccionaba el candidato definitivo, se curaban
las heridas causadas por la campaña
interna, engrasaba la maquinaria, difundían los mensajes acompañados de música pegajosa y que transmitía la médula de
la oferta, como “Caldera es el cambio”,
“Democracia con energía”, “Dónde están los reales”, “Jaime es como tú” etc.
En
1988 estaba pasando la etapa de las vacas gordas y se hizo necesario comenzar a
plantear ofertas más concretas, apuntaladas sobre el liderazgo personal de los
candidatos. La última campaña del siglo se centró en la desbandada de los partidos
del estatus, la pobreza de los mensajes, candidatos sin atracción y la oferta inconstitucional
y vacía de quien a la postre resultó triunfador, pero contagiosa porque se
entendió como la panacea para los males acumulados: la asamblea nacional constituyente.
Realmente
a los programas electorales no se les atribuía mayor importancia, formalmente
eran presentados como requisito de ley, pero no se discutían a fondo, salvo ofertas aisladas tipo archipiélago, que se
regaban por el país a través de los medios masivos de comunicación social y en
las discusiones de los comprometidos o de los simpatizantes, agrupados en “Independientes con…”. Por alguna razón uno
de los candidatos principales no aceptaba debatir su propuesta ante el país.
Característica
importante era que dentro del gobierno las precandidaturas creaban algún
desequilibrio. El Presidente no podía ser reelecto de inmediato, pero sí tenía
su favorito para garantizar la continuidad de sus programas, por lo que tenía
una especie de “gallo tapado” a
semejanza del estilo en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano.
En
la Venezuela Socialista todo este panorama se tornó diferente. Ahora se permite
la reelección, incluso indefinida a partir del 2009 y hasta hoy al presidente en funciones no se le ha
discutido el derecho de repetir y nada presagia que eso cambie. A través de
diversos mecanismos, la oposición se ha dividido y sub dividido facilitándole
todo el proceso al oficialismo.
Pero
estamos obligados, por la grave crisis nacional, a que algunas modalidades electorales sean
distintas. Ya no es importante elegir un candidato anticipadamente ni basta la
difusión del simple jingle y ofertas huecas.
Todos
conocemos las necesidades propias y colectivas: el deterioro de los servicios
públicos en todos los sectores pero, por supuesto, aun cuando algunos tengan
atribuida la competencia en los estados o los municipios, es tan difícil la situación
que nada podrán hacer sin coordinación con el gobierno nacional; la infra
estructura vial y la construcción urbana destruida; las fincas y las industrias,
quebradas o al borde del colapso; el sistema educativo desde el jardín de infancia hasta la
universidad con notoria deserción y sin educadores preparados debidamente; el
aparato judicial en absoluto desprestigio. Esos temas desbordaron al gobierno y
se convirtieron en problemas de Estado.
En
obligatorio hoy discutir y diseñar un programa motivador, que anime al sector privado para tomar las riendas en producción primaria e industrial y
manufacturas; discurrir en cómo re privatizar las empresas expropiadas por el
Estado, ya que no es suficiente la
colocación bursátil de acciones; atraer inversiones foráneas y obtener créditos
de instituciones extranjeras. Se deberá explicar cómo se podrá invertir y a la
vez controlar la inflación y cómo redimensionar el Estado a las funciones
básicas.
De
la discusión y proyección de ideas durante este año podremos obtener después, un buen director para esta
orquesta, que no podrá ser cualquier persona por muy buena voluntad que tenga o
muy simpático que resulte. Se requerirá en el momento apropiado, de un estadista porque no solo estará llamado
a abordar las complicaciones íntimas del gobierno, sino en relación con los
demás Poderes porque
el Estado es el paciente enfermo. Su obligación inicial será entender las dificultades,
los mecanismos de solución y coordinar los equipos necesarios para enfrentarlos
e insertarnos en la comunidad internacional, por lo que deberá ser un o una Presidente de prestigio, que no
tenga necesidad de empezar por
justificar su conducta anterior y que genere confianza de inmediato.
Quizás
en Miraflores no tienen mayor conflicto con la candidatura propia, pero les desvela el desenredar el ovillo
producto del discurso socialista, que genera problemas sin solución y cómo
explicar a sus cada vez más escasos seguidores, el cambio de la raída tesis del
socialismo del Siglo XXI, de manera que lo único que puede crear ambiente festivo y de
regocijo al actual gobierno, es que continúe la oposición variopinta, durante
este año, en el afán de buscar un candidato que lejos de unir voluntades, las
multiplique. Dios bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
05/06/2022.
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