viernes, 5 de abril de 2024

Requerimos fortalecer nuestra democracia.

 

Jesús A. Jiménez Peraza

@jesusajimenezp.

 

"La democracia hay que establecerla donde no existe, fortalecerla donde está débil y consolidarla donde ya está presente" Arístides Calvani.

 

El vocablo democracia está inserto en diferentes dispositivos de la CN1999, en ocasiones nos da la impresión conforme a los incidentes que rigen diariamente en la vida nacional, que se trata de letra muerta,  está allí pero nada traduce en la práctica, otras pareciera que es una institución fundamental para la organización y el desarrollo de la sociedad.

Igual sucede al transpolar el término a países desarrollados. En Suiza funciona correctamente en el sentido de producir la máxima satisfacción de necesidades a sus habitantes, ellos sienten como sus decisiones individuales influyen en la vida de la colectividad,  mientras que en los latinoamericanos no se observan los mismos efectos.

Creo que para entender el concepto de democracia debemos remontarnos a sus orígenes conocidos desde hace más de 25 siglos en Grecia, tomándose siempre en consideración que sus principios nunca son estáticos. Más bien son dinámicos  durante la etapa de evolución. Cambia su significado por lapsos determinados,  lo que obliga a llegar a conclusiones generales o con amplio espectro, por lo  que pueden no coincidir en años e incluso en siglos determinados.

Está claro el origen etimológico “demos” (pueblo) y “kratos” (poder), es decir, que el poder reside en el pueblo,  para distinguirlo de los gobiernos de la “monarquía”, donde el poder absoluto lo ejerce una sola persona y de la “oligarquía”, que correspondía a un grupo de nobles o notables, que en la región del Ática de Grecia, se asimilaba a la casta de los bien nacidos  o eupátridas, que hoy denominamos aristócratas. Igualmente es necesario saber que el demos  no tenía el mismo significado actual, porque como pueblo se entendía inicialmente solo a los integrantes del ejército, que por sus funciones tenían cierto peso político aunque  eran descendientes de agricultores y obreros, desprovistos de derechos y por tanto no conformaban el pueblo.

Esta clasificación existió, con variantes, durante los años previos a la Revolución Francesa, cuando los grupos sociales eran la monarquía, el clero y el pueblo llano, que por ser infinitamente superiores en número influyeron de manera decisiva en el movimiento del año 1789.

Hoy la democracia se debe entender en dos ámbitos, el demos es equivalente a nación, o sea, un conjunto de habitantes dentro de un territorio determinado, con tienen un origen común, costumbres, tradiciones e idioma similares, aunque existan variantes entre ellos, y el kratos, implica el poder del estado, que es la representación jurídica de la nación y a la vez, una estructura administrativa, burocrática, capaz de igualar derechos que por naturaleza son disparejos ya que su ejercicio depende o al menos se facilita, por la posición económica, nivel educativo y social, lo que se logra mediante leyes aplicadas con justicia.

No puede entonces existir democracia cuando el gobernante se vale de leyes casuísticas para crear desequilibrios y abusar de los ciudadanos. Tampoco responde al concepto etimológico cuando la consulta popular no cumple con estándares universal e históricamente permitidos. La democracia supone necesariamente el fortalecimiento de la sociedad civil y sus formas básicas de expresión, como organizaciones no gubernamentales, gremios, sindicatos  y partidos políticos; el respeto e independencia del Poder Judicial y de los mecanismos de defensa de derechos colectivos e individuales.

Por lo delicado del equilibrio de múltiples factores, que incluye indudablemente la fuerza, nuestra democracia es débil. Creo importante recordar, mero ejemplo, la historia de la República de Weimar, denominación utilizada en honor a la ciudad donde se aprobó la Ley Suprema Alemana, con posterioridad a la conclusión de la Primera Guerra Mundial.

La Constitución de Weimer adoptó la forma republicana, parlamentaria y descentralizada para el Estado, aunque continuó denominándose Imperio Alemán (Deutsches Reich), sobreviviendo a duras penas entre 1918 y 1933, cuando Adolpf Hitler fue designado Canciller. En su redacción intervino el filósofo y jurista más reconocido, el Dr. Hans Kelsen, quien coordinó dentro de un espíritu de concordia a independientes, socialistas, liberales y nacionalistas, propugnando la democracia y la justicia social como pilares fundamentales de la Constitución.

Sin embargo, la falta de apoyo popular;  los abusos de los diferentes cuerpos administrativos dentro de la pirámide de poder; la aprobación de decretos y leyes  que contrariaban sus fundamentos; la violación sin consecuencias de derechos fundamentales; la intervención de medios de opinión; la exaltación de la personalidad de gobernantes de turno; el fortalecimiento del Partido Nacional Socialista Alemán, que aumentó su votación de un 5% en 1928 al 66% en 1932, marcaron el derrumbe del sistema democrático, aun sin necesidad de abolir la Constitución de Weimar, que prácticamente quedó sin efecto a raíz de la ascensión al poder de Hitler en 1933.

Todo este proceso de morigeración y destrucción de la democracia, con pasos imperceptibles al inicio, podemos apreciarlos en un magnífico libro del historiador Willian Sheridan Allen, de la Universidad de Búfalo, New York State, denominado La Toma del Poder por los Nazis, quien lo escribe con el método de ensayo académico, partiendo del estudio documental y testimonial en la pequeña ciudad alemana de Northein en Hanover. Para algunos la historia son hechos pasados e irrepetibles, para otros la forma de evitar errores en el presente. Dios bendiga a Venezuela!.

   jesusjimenezperaza@gmail.com                                                                                05/04/2024.

1 comentario:

  1. La verdad, que le doy vueltas y vueltas a mi cabeza y no me explico el por que esa diferencia en la cabezota entre dos hermanos tan seguidos.....

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