viernes, 30 de septiembre de 2016

Estamos a tiempo, aunque apremia.


Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

          Hace pocos días fue reseñada en la prensa nacional la celebración de una reunión en República Dominicana, a instancias de los ex presidentes José Luís Zapatero, Leonel Fernández y Omar Torrijos, donde funcionarios del Estado junto con líderes oficialistas y opositores establecerían las líneas gruesas para ser presentadas por separado, al Presidente de la República y a los dirigentes de la Mesa de la Unidad, como instancias superiores, tratando de conseguir una salida constitucional que debería ser  sinónimo de  pacífica y electoral, a la gravísima crisis de todo orden que vivimos en el país. Por supuesto, ruego a Dios que puedan vislumbrar el camino pronto, para que haya tiempo y lógico, para que sea entendido por el pueblo de Venezuela.
          De acuerdo al diario El Nacional por el oficialismo intervendrían Elías Jaua, Delcy,  Jorge y Héctor Rodríguez, llamando la atención que todos son integrantes de la llamada “línea dura”, cuando en estos casos deberían designarse a personas que puedan aportar perspectivas para conseguir caminos comunes, no para separar.
          La oposición, con variantes estratégicas según he podido percibir,  asoma como  punto central e indiscutible en la agenda, la fijación del referendo revocatorio para este año 2016 y la libertad o el establecimiento de casa por cárcel a Leopoldo López, Antonio Ledezma y Manuel Rosales, lo que no deja de ser  demostrativo de nuestro debilitamiento institucional, porque esos son asuntos exclusivos de los Poderes Electoral y Judicial, los únicos y verdaderos responsables ante la historia de Venezuela de todo cuanto pueda suceder en este país. Es un triste papel para el Poder Judicial que los asuntos de su competencia, sean resueltos por vías distintas a los respectivos procedimientos  que les son propios. Se entiende que el Pacto de Coche, para cerrar la Guerra Federal en Venezuela o los armisticios para finalizar las Guerras Mundiales en la primera mitad del siglo XX, hayan  sido eminentemente tratados políticos, como debe ser  un acuerdo integral para cerrar el actual  capítulo negro en nuestra historia patria contemporánea, pero planteado en la forma dicha, es la aceptación expresa   de la función decorativa de nuestros tribunales.
          Por supuesto que estoy de acuerdo con el mantenimiento del diálogo, pero para que el mismo sea efectivo y tenga posibilidades de éxito, los interlocutores deben estar dotados, como diría mí querida amiga y experta en materia de Negociaciones, Dra. Nelly Cuenca de Ramírez, de “actitudes, conocimientos y habilidades”, lo que supone estrategias, técnicas, uso de disciplinas múltiples, es decir, tener, manifestar y aceptar disposición para entender que existe un país en conflicto, que sus problemas nos afectan a todos y que si no se actúa apropiadamente estaríamos preparando el camino para que ese daño se proyecte hacia el futuro mediato, de manera imprevisible.
          Al parecer se acaba de concretar la convocatoria del Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luís Almagro, para que el Consejo Permanente pueda hacer un análisis colectivo de la situación y disponer los primeros pasos, sobre las salidas que dicho órgano crea conveniente. Es lo que puede hacer el funcionario inicialmente conforme al artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, después de haber dado por sentado que en Venezuela se produjo una alteración del orden constitucional que, a su vez, afecta el orden democrático.
          Seguramente vendrán gestiones diplomáticas, incluidos buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad. No puede entenderse, aún en el caso que la Carta Democrática efectivamente llegue a activarse, que están cerrados los caminos del diálogo interno. Sólo que ahora, más que nunca, requerimos de interlocutores válidos, que analicen la Venezuela que queremos y necesitamos para nuestros nietos, no la que vivieron nuestros abuelos.
jesusjimenezperaza@gmail.com

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