Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Se dice que la diplomacia es un arte tan viejo como
la humanidad, aún cuando sólo se tiene como rama del conocimiento humano desde
principios del Siglo XIX, aunque su aplicación práctica moderna se reconoce partir de la conclusión de la
Primera Guerra Mundial.
Muchos incidentes históricos son
producto de la diplomacia ligera, como el célebre telegrama de Hems redactado
por el canciller de Prusia Otto von Bismarck en 1870, deliberadamente contrario
a las instrucciones recibidas del Rey, tendiendo así una trampa a Francia, lo
que ocasionó la guerra franco – prusiana que trajo como consecuencia inmediata
la creación del imperio alemán.
Indudablemente que bien aplicada
también ha rendido sus frutos para el bien de la humanidad y orgullo de
Venezuela en algunos casos, como las gestiones de nuestro canciller eterno Dr.
Arístides Calvani, quien consiguió mediante la aplicación de principios
diplomáticos, la paz en Centro América, cuando parecía imposible.
Ayer tuve oportunidad, aunque no el placer, de ver y oír
por televisión la intervención de los diferentes cancilleres en el Consejo
Permanente de la Organización de Estados Americanos, quienes en resumen
manifestaron lamentar que nuestro país esté atravesando por momentos tan
dolorosos y que están dispuestos a ayudar en cuanto les sea posible. El
canciller de Paraguay preguntó, sin obtener respuesta, seguramente no era el momento
ni el sitio para hacerlo, sobre el proceso revocatorio que se sustancia en
Venezuela. Pero realmente me llamó la atención las intervenciones del invitado
principal, el ex presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero y de nuestra
canciller Delsy Rodríguez.
El primero destacó la receptividad del presidente Nicolás
Maduro, de quien dijo está dispuesto a dialogar con la oposición. Lástima que
el ex presidente europeo no ahondó en el tema para explicarnos, como se puede
dialogar y conseguir un resultado efectivo, partiendo del hecho que el
Revocatorio, el principal elemento político en la Venezuela de hoy y camino
conductor hacia la paz “es una opción, no una obligación” y que “en todo caso
no pudiera ser antes de octubre o noviembre del 2017, si es que se da y de ahí
no me saca nadie”.
También
le pareció al Dr. Rodríguez Zapatero un gesto extraordinario e importante, que
el presidente Maduro le permitiera “ver y conversar con Leopoldo López”. Será
que no analizó el ex presidente que las visitas a una persona que está en
prisión, es una garantía legal, constitucional, que no requiere de indulgencia
especial. Es posible que Rodríguez Zapatero no conozca nuestra legislación
interna, pero ese es un derecho universal reconocido para los Estados
signatarios, en el artículo 5 del Pacto de San José o Convención Americana
Sobre Derechos Humanos, suscrito en Costa Rica y sancionado como ley nacional
al ser publicado en la Gaceta Oficial N° 31.256 del 14 de junio de 1977, donde
se establece que
“toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano”. A Leopoldo López, de quien el gobierno ha
dicho no es un “preso político” sino un “político preso”, tiene derecho a
visitarlo además de sus familiares, amigos y partidarios, toda persona que él
acepte, sin más limitación que el régimen carcelario interno determinado genéricamente
por el juez de ejecución.
La
intervención de nuestra canciller Delcy Rodríguez me hizo cambiar de canal, no
entendí como en esa Reunión previa solicitada por ella, antes de deliberar
sobre el Informe del secretario general Luís Almagro, pudiera ser escenario
para hablar intemporalmente de algún golpe de estado en Paraguay o guardar algunos
segundos de silencio por los muertos de Oaxaca, en México. Preferí reírme con
una película en uno de los canales internacionales, sobre el destrozo de un
elefante deambulando dentro de una cristalería.
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