Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
El
Estado no es otra cosa que una comunidad, es una organización humana donde
existen varios elementos indispensables para su funcionamiento. Requiere de un
territorio, una población y unos poderes fuertes. El hombre dentro de ese
territorio, toma una parte para sí con el derecho de usarlo de manera exclusiva,
disfrutarlo y disponer cuando quiera, ese pedazo de territorio es de su
propiedad, allí vive con su familia y según sus propios esfuerzos, con las
comodidades que la vida moderna proporciona. El hombre está destinado a vivir
en comunidad, porque a su lado están otros seres humanos con derechos idénticos
conformando, en conjunto, la población del Estado. Es natural que la
coexistencia de derechos y las aspiraciones de cada uno, cree conflicto entre
ellos que se resuelven a través de mecanismos predeterminados, de
instituciones, de procedimientos trazados con anterioridad y aplicados por
órganos que ejercen el orden, en lo interno y la soberanía, ante sus Estados
pares. Estos órganos conforman los Poderes del Estado, cada uno con funciones
propias y exclusivas, que colaboran entre sí para que pueda cumplirse
plenamente el fin perseguido, que en definitiva no es otro que la convivencia
pacífica. En Venezuela tenemos dos Poderes, ellos sienten y tienen la fortaleza
que les proporciona haber sido designados por la población de manera directa, esa
fuerza la pueden perder o vigorizarla a medida que vayan desempeñando sus
funciones propias. Perdón, me olvidaba, existen otros dos Poderes no natos,
previstos en la Constitución desde hace 16 años, pero no se han desarrollado,
no han entendido que sus fuerzas no les viene por su origen ni por generación
espontanea, sino que deben construirla por su propio desempeño. Ellos me recuerdan la
celebérrima película Desde el Jardín, de
Peter Sellers o a los adolescentes a quienes la mamá les dice que pueden comer,
si juegan futbol o beisbol, le escoge la novia. Estos Poderes no sienten fuerza
propia porque fueron designados por otros, no por la población, no saben que
una carambola por bandas vale tanto como la realizada bola – bola. Existe otro
Poder, pero está muriendo.
El Derecho es una ciencia porque tiene
fuentes, métodos e instituciones propias para aplicar sus postulados y buscar
sus objetivos, vale decir, resolver los conflictos de manera pacífica no sólo a
través de normas escritas, conocidas como leyes; sino además conforme a decisiones
anteriores dictadas en casos similares o jurisprudencia; también según las interpretaciones de los más sabios, es decir, la doctrina o mediante un valor
intangible, que nos dio Dios como regalo, es la capacidad de discernir para dar
a cada quien cuanto le corresponde aunque contraríe lo escrito: la justicia.
Alguien la aplicó alguna vez para entregar un pequeño lote de tierras a quien
la había cultivado durante muchos años, la había regado con el sudor de su
frente, allí habían nacido sus hijos y nietos, pero no tenía los documentos que
la ley le exige.
La
conjunción de esos dos conceptos, una comunidad regida por reglas previas y
ocupando un territorio, es el Estado de Derecho. Nacer, vivir, multiplicarnos y
morir dentro de él es lo ideal, lo natural. Pero alguno de estos factores puede
faltar o funcionar indebidamente, pasamos entonces al Estado excepcional donde
no hay reglas claras y determinadas, cualquier cosa puede pasar, todo puede
estar permitido o prohibido porque rige la fuerza y en este estadio el más
fuerte impone, caprichosamente, la forma
de vivir.
Siempre habrá un Estado, porque nunca
faltará la tierra creada por Dios, allí estará
el hombre porque ya fue creado y habrá el poder, sólo que éste no
necesariamente respetará normas establecidas sino que las va haciendo,
interpretando y aplicando a medida que sea necesario. Las voces empiezan a
bajar el tono para que no se oigan muy lejos, las acciones dejan de ser
espontaneas para no incomodar, prefiriendo obedecer. En este Estado se
multiplica el miedo ante la gorra que protege del sol, las botas que preservan
del barro y ante la pistola al cinto, que promete proteger. Dios preserve
nuestro Estado de Derecho!
jesusjimenezperaza.blogspot.com
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