martes, 1 de noviembre de 2016

La Constitución Nacional vista desde el retrovisor.



 
 
Jesús A. Jiménez Peraza
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@jesusajimenezp
 

Desde sus inicios me pareció que la Constitución de 1999 tenía la gran virtud de metodizar y mejorar los derechos integrales del hombre. En la de 1961 ya regía la clasificación en individuales, sociales, políticos y económicos, estos últimos por cierto, siempre estuvieron suspendidos pero en todo caso gozábamos de las garantías reconocidas, después de su génesis, en los tratados internacionales signados por Venezuela, como el Pacto de Derechos Humanos aprobados en San José de Costa Rica en 1969, sancionado como ley nacional el 14 de junio de 1977 cuando se publicó en Gaceta Oficial. 
          Nunca he aceptado como cierto y sin beneficio de inventario, que la CN1999 sea un  pacto destinado a conservarse por muchos años, al contrario, su propio impulsor y sus colaboradores quisieron reformarla al poco tiempo de sancionada, porque  es producto de una gran euforia colectiva, es la imposición de un ilusionista que logró mediante un mecanismo poco ortodoxo de designación de constituyentes, aprobarla a pesar de incluir artículos e instituciones que le estorbaban para su proyecto, como el referendo revocatorio y la reelección única. En ambos casos logró la desaplicación del texto original, mediante tretas más políticas que jurídicas. En el primer caso una sentencia de Sala Constitucional en el 2003 (21/10/2003. Exp. 03-1989) y la ratificación mediante la Normas correspondientes del Consejo Nacional Electoral ese mismo año, transformaron la votación plebiscitaria como era lo convenido, en la sobrevenida votación referendaria. De no haberse operado este cambio por interpretación jurisprudencial y Normas CNE del artículo 72 de la Constitución, el presidente Chávez hubiese sido revocado en el 2004 por algo más de 230.000 votos. En el segundo caso, logró una cuestionada enmienda constitucional el 15 de febrero de 2009, después que el soberano negó la reelección indefinida como propuesta de reforma de la carta magna, el 2 de diciembre del 2007.
En la acera de enfrente, los opositores del presidente Chávez pregonaron su voto contrario en el referendo de diciembre de 1999, al igual que en la reforma de 2007, más por el proponente que por el contenido del texto original  o de la reforma, respectivamente. Estoy seguro que pocos recuerdan que el presidente Hugo Chávez propuso en el 2007 la modificación del artículo 265 constitucional, lo que le permitiría a la actual Asamblea Nacional remover a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, con el voto de la mayoría simple de sus miembros y sin calificación previa por el Poder Ciudadano, como está previsto en el texto original vigente. Para entonces el Presidente no tenía el control absoluto del Poder Judicial, como lo lograría poco tiempo después con la reforma de la Ley del Tribunal Supremo de Justicia en el 2010. Aunque sólo era posible la aprobación en bloque y no por dispositivos, cuánto darían los diputados hoy porque hubiera operado la reforma de al menos ese artículo 265 constitucional. Estas pequeñas anécdotas deben recordarnos que los sistemas jurídicos no deben aprobarse por razones circunstanciales, sino de fondo.
Creo que el mayor problema político actual es generado por debilidad en nuestro sistema constitucional, en nuestros Poderes enervados. Explíqueme alguien cómo es que en la Mesa de Diálogo se acuerda liberar a unos privados de libertad, sin considerar siquiera un dictamen del juez penal, quienes por cierto, tuvieron la fuerza institucional de suspender el referendo revocatorio. El gobierno nacional propugna el socialismo como sistema económico y político, lo que no tiene sólida base en la carta fundamental ya que está sancionado un modelo mixto integrado, teóricamente, por principios de justicia social, libre competencia, protección del ambiente, productividad, promoción del desarrollo armónico de la economía entre el Estado y la iniciativa privada, es decir, una conjunción entre neo liberalismo, socialismo tímido y economía social y ecológica de mercado (artículo 299 CN). El Estado sólo se reservó para sí a PDVSA, exceptuando a las filiales ya constituidas (artículo 303 ejusdem). Es en el Proyecto de Reforma Constitucional del 2007, como iniciativa de la Asamblea Nacional, cuando se propone al país abiertamente un sistema socialista, “anti imperialista” y se atribuye al Estado toda la actividad petrolera y la exploración, explotación y  actividades vinculadas a los hidrocarburos líquidos, sólidos y gaseosos. Ante el rechazo popular se delegó por el Parlamento en el Presidente de la República, la facultad de dictar decretos con fuerza de ley abordando materias como la transformación del Estado, mecanismos de participación popular y comunidad organizada, cambio de modelo económico y social sustentable, de seguridad y defensa y otros, que por ser materias reservadas a la Constitución y específicamente negadas por el pueblo venezolano, están en un limbo jurídico lo que no permite su cabal desarrollo.
          Me sorprendo al  chequear hoy la lista de constituyentes. Desde el retrovisor no todos se ven honorables como en 1999. Algún homicida sentenciado; otros salta talanqueras, para acá y para allá, algunos con doble saltos, lo que desdice de su personalidad; otros ciertamente conocedores de las ciencias jurídicas, pero sin audiencia lo que hizo su trabajo poco productivo; otros lucen como “analfabetas constituyentistas”, saben leer pero no parecen entender las cláusulas e instituciones complejas del texto constitucional; ex militares sin conocimiento ni experiencia parlamentaria, pero con influencia. Como conclusión entiendo que alguna vez deberemos reformar la Constitución Nacional por la Asamblea Nacional y aprobación en referendo popular,  conforme al artículo 344 de la carta magna, no celebrar una asamblea nacional constituyente. Esta reforma debe estar orientada hacia la configuración de un verdadero sistema jurídico y moderna configuración del Estado, ampliamente discutido por los diversos sectores nacionales, asesorados con conocedores de la materia, sin pensar en coyunturas políticas circunstanciales. Es tiempo de corregir entuertos y orientar el rumbo en esta “tierra que mana leche y miel”, como la prometida!

jesusjimenezperaza.blogspot.com

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