Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Es fácil percibir a través de
conversaciones directas con nuestros relacionados o, circunstancialmente con desconocidos y a través de las redes
sociales que el pueblo de Venezuela, mayoritariamente, está de acuerdo con el
diálogo. Esto es lo lógico, es la única forma de evitar confrontaciones de
fuerza entre dos grupos en pugna. Pero han surgido profundas desavenencias
entre los líderes de la oposición, sobre la conformación, el método que debe
aplicarse y su objetivo inmediato. Desde el sector oficialista no se aprecia
nítidamente la intención de dialogar, sino de estirar en el tiempo la situación
de angustia y desasosiego que vivimos los venezolanos.
La instalación de la Mesa de Diálogo ha
creado muchas dudas, algunas razonables, otras fomentadas por el gobierno quien
en aplicación de vieja táctica militar busca dividir para debilitar a su
contendor. Sobre los observadores existe gran desconfianza, sólo exceptuada por
la presencia de monseñor Claudio María Celli, quien además de representar a SS Francisco actúa a petición
común de las partes, pero no sucede lo mismo con los demás integrantes bien a
nombre de la oposición, bien en representación del gobierno. Tampoco hay confianza mayoritaria en la
imparcialidad de Unasur, en la persona del ex presidente Ernesto Samper ni en
los ex mandatarios José Luis Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos ni Leonel
Fernández.
Otro aspecto del problema es que con
lo profundamente dividida que está la sociedad venezolana, y el requerimiento
de una actuación inmediata en materia de abastecimiento de productos
alimenticios y medicinales, de liberación de presos políticos y de
instrumentación del derecho constitucional al referendo revocatorio, al cual le
queda muy poco tiempo y toneladas de voluntades múltiples para que pueda ser
efectivo, las áreas de trabajo en las cuales se dividió la operatividad de la
Mesa de Diálogo está enervando su efectividad, porque esas conversaciones son
por naturaleza lentas, tediosas, complejas.
Las
conversaciones para evitar la II Guerra Mundial se iniciaron antes de la
invasión de Polonia por los alemanes, que fue el punto de inflexión para su
estallido, puesto Rusia había hecho algunas ofertas distintas para evitar la
confrontación; se mantuvieron durante los seis años de extensión del belicismo
propiamente dicho y se proyectaron más allá de su conclusión militar, con la
instalación de la Organización de las Naciones Unidas en 1945 en la ciudad de
San Francisco. De manera que no veo sentido lógico ni práctico, en la fijación
de días o lapsos para la culminación del trabajo emprendido por la Mesa de
Diálogo, ahora dividida en varias mesas de trabajo, las cuales necesariamente
tendrán vida autónoma porque los temas de cada una son diferentes.
Con
estas bases ratifico mi propuesta de recurrir, coetáneamente con el Diálogo, a
un referendo consultivo previsto en el artículo 71 constitucional lo que tiene
una serie de ventajas:
1.-
La decisión nos involucra a todos los venezolanos, por tanto es democracia
directa y protagónica conforme al artículo 5 constitucional.
2.-
La convocatoria y el proceso referendario son muy rápidos, un simple decreto
del Presidente de la República o un acuerdo por mayoría simple de la Asamblea
Nacional. Obviamos la solicitud por el
10% del padrón electoral que sería más complicado por la instrumentación requerida. El pueblo de Venezuela el 25 de
abril de 1999, aún sin la vigencia de la Constitución Nacional actual y sin
clara estructura jurídica en vigencia para entonces, fue llamado a un referendo consultivo para
determinar si autorizábamos la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente. En poco tiempo se organizó, sustanció y sometió a referendo el
producto elaborado por ella, es decir, el proyecto de Constitución Nacional.
3.-
El Consejo Nacional Electoral tiene que instrumentarlo rápidamente porque tiene
la posibilidad de flexibilización, que en materia referendaria le ordena la Sala
Constitucional en sentencia del 10/08/2004, Exp. 03-1103.
El punto central está en determinar
cuál es la “materia de especial
trascendencia nacional” que debe ser consultada, sobre lo cual es
importante oír la opinión de los ciudadanos para que los Poderes del Estado
tomen la decisión. La materia debe estar dirigida a buscar efectivamente la
solución del conflicto y, por supuesto,
requiere de la voluntad de las partes para aceptar el mensaje que pueda
devenir de las resultas del referendo.
En mi opinión la materia de especial
trascendencia nacional que nos debe ser consultada a través de referendo y, en
aplicación del artículo 71 de la Constitución Nacional, es si aceptamos o no el
socialismo como sistema político y económico en Venezuela, de tal manera que si
el pueblo vota mayoritariamente NO, deberá renunciar el Presidente de la
República quien lo propugna y se procede, conforme al texto constitucional ante
su falta absoluta. Por el contrario,
ganando el SI, la Asamblea Nacional debe acatar las instrucciones del
soberano e implementar ordenadamente la reforma legislativa que fuere
necesaria.
No se me escapa que esta propuesta no
es fácil de digerir y aceptar por las partes en conflicto, pero la asomo por
considerar que nuestro deber cívico no es decir lo que se quiera oír, sino lo
que pensamos pueda ser beneficioso para el colectivo, siempre dentro de nuestro
ordenamiento jurídico. Obviamente esta proposición contiene una salida
constitucional, pacífica, electoral y justa, además garantiza la paz y deja la
solución definitiva en manos del depositario de la soberanía nacional, que no
es otro que el pueblo de Venezuela, cuya protección invoco a Dios Todopoderoso!
jesusjimenezperaza.blogspot.com
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