jueves, 8 de diciembre de 2016

06 de diciembre del 2015: Triunfo o derrota?


Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp
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En alguna plaza de ciudad México leí en una oportunidad una frase que me gustó mucho por su redacción y significado, dice más o menos de manera textual: “El 15 de agosto de 1521 no fue un triunfo ni una derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”. Se refiere a la rendición de Tenochtitlán y caída del Imperio Azteca ante Hernán Cortez, no obstante la valerosa defensa de Cuauhtémoc.
Hoy, a un año exacto del 06 de diciembre del 2015, pienso que esa fecha no fue el triunfo que habíamos supuesto durante los meses subsiguientes, pero tampoco marca una derrota, sino un día más en la dolorosa historia contemporánea de Venezuela.
Estoy consciente que el Dr. Henry Ramos Allup no estableció un lapso de seis meses para salir del gobierno del presidente Maduro, como han tergiversado los oficialistas y ratifica un buen número de opositores. Confío en mi memoria, sin buscar pruebas audiovisuales o de hemeroteca aunque hoy son de fácil acceso, para afirmar que sólo pidió ese plazo para fijar una ruta electoral, constitucional y pacífica con ese fin. Al término del mismo se tomó la del referendo revocatorio, perfectamente ajustada a la oferta del presidente de la Asamblea Nacional durante su toma de posesión el 05 de enero del corriente año y tipificada en nuestros textos legales. El gobierno con el apoyo de Tribunales y del Poder Electoral cerró arbitrariamente ese camino, ocasionando que  algo así como un millón de Cuauhtémoc salieran a las calles de Caracas el 01 de septiembre del 2016, para ratificar su voluntad de celebrar la consulta popular, la cual no ha sido posible cumplir pero cuyos resultados todos presumen. Este panorama trajo vientos de confrontación entre el gobierno y la MUD, quienes como solución pacífica  convinieron en constituir una Mesa de Diálogo, con el acompañamiento de el Vaticano, el  secretario general de UNASUR Ernesto Samper y los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos. Sus resultas han sido duramente cuestionadas aunque  el problema no es el diálogo en sí mismo. Todos, oficialistas y opositores necesitan del diálogo porque la antípoda es la guerra que nadie quiere, excepto algunos desadaptados que a Dios gracias son una minoría, tan precaria que resulta difícil expresarla porcentualmente.
          El error nació con su instalación misma por el método y por los interlocutores, es decir, en el modo de seguir un orden para la obtención de un propósito determinado y las personas quienes la protagonizaron. Exceptuando a monseñor Claudio María Celli los acompañantes tienen un manifiesto interés en apoyar a una de las partes; los representantes del gobierno constituyen la línea dura del oficialismo quienes a todas luces no admiten transacción alguna, mientras que los de la oposición no parecen tener mayor liderazgo ni tan siquiera dentro de las parcialidades políticas que representan.
          Por los temas tratados no hay forma de obligar al gobierno a la ejecución de lo convenido, salvo en el aspecto netamente moral. La liberación de los presos políticos y el reconocimiento de la Asamblea como Poder Público con funciones propias aunque tiene fuente constitucional, fueron establecidos como agenda de la Mesa sin caer en cuenta que el gobierno se desembarazaba fácilmente del compromiso, manifestando que ellos dependen del Poder Judicial, quien no tiene ni puede tener representación en el conversatorio. La  trilogía partido – gobierno - estado dentro de un régimen socialista sólo aplica como estrategia pero se niega a conveniencia.
          Hablar de canal humanitario es exonerar al gobierno de su obligación de proveer de los alimentos y medicinas que requiere el país. Cada venezolano que muera por falta de estos engrosará el expediente negro del cual hablaba José Vicente Rangel, antes de ser gobierno.
          Creo que es complicado, por usar un término esperanzador, que la Mesa pueda continuar con la búsqueda de una salida pacífica, electoral y constitucional del presidente Maduro. Manifesté mi opinión desde hace tiempo, en el sentido que celebrar el referendo revocatorio después del 10 de enero del 2017 es muy negativo para el país, porque tendríamos en todo caso a un Presidente por el resto del período, no electo por el pueblo y con la herencia negativa que implica la revocatoria del actual mandatario.
          Muchas personas en la calle y analistas son críticos sobre la actuación de la Mesa, no justifican ni tan siquiera el intento. Pero no veo que asomen alternativas salvo el slogan “calle…calle…calle”, como si fuera en sí mismo la solución y como si ese método no se hubiese aplicado infructuosamente durante todo este Siglo XXI, con exclusiva dominación chavista.
          Venezuela necesita líderes nacionales, regionales y municipales, con planes bien estructurados que sean llevados al conocimiento y comprensión de los venezolanos. Vamos a prestar atención a ellos, sin desesperarnos. La escasez, la inflación y la inseguridad no pueden conducirnos a la desesperanza, sino fortalecernos. Cualquier fecha por dolorosa que resulte, debemos entenderla como el inicio para el cumplimiento de un acto  que impulse final y definitivamente a Venezuela y por ello no podemos considerarla como una derrota. Feliz Navidad!
06/12/2016.

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