Jesús
A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp
"Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse". Gabriel García Márquez.
Los
hombres intranscendentes, que somos la casi totalidad de la estirpe humana
porque no dejamos huellas profundas e imborrables en la historia, usualmente
caminamos en sentido contrario, hacia la soberbia, el envanecimiento o la
suntuosidad. Algunos lo hacen en forma
lenta y más o menos armoniosa, por ejemplo a medida que se van enriqueciendo en
el aspecto económico, o comienzan a destacar en su oficio o simplemente adquieren
un título. Otros lo hacen atropelladamente, de manera inmediata al asumir un
cargo de autoridad pública que debería ser de prestigio y honor. Visto en
perspectiva después de pasar alguna páginas en la historia, observamos la
profunda diferencia entre el Hugo Chávez del “por ahora” y el altanero del “águila
no caza moscas”. También es abismal la distancia entre el Nicolás Maduro del
2013 al de hoy, el de “soy el presidente,
el jefe de Estado que no está dispuesto a perdonar sublevaciones”, él mismo
reconoce la diferencia. Otros funcionarios a quienes no se les conoció o no se les
recuerda antes de la asunción al poder para hacer comparaciones válidas, basta
verles la cara de arrogantes para saber que están absolutamente desprendidos
del valor sublime en comentario, en este grupo se cuentan el psiquiatra de la revolución y actual ministro de Información,
Dr. Jorge Rodríguez; su hermana, Dra. Delcy Rodríguez, presidenta de la
Asamblea Nacional Constituyente y el vicepresidente ejecutivo Tareck El
Aissami, entre muchos otros.
En
colectivo la casi totalidad de los funcionarios del Poder Público, nacional y
estadal, sufren del mismo mal. La toma de posesión de los gobernadores de
Estado recién electos es una prueba papable. Las principales entidades por el
número de habitantes y recursos económicos, lo que implica producción agrícola,
pecuaria e industrial, aunque ciertamente están muy diezmadas, hicieron una
fiesta faraónica por el uso de costosos recursos tecnológicos. Sobresalió Héctor
Rodríguez de Miranda, donde además se transportó numeroso público para
abarrotar el bucólico y despoblado San Francisco de Yare. Todo este
movimiento recordó
la toma de posesión del presidente Carlos Andrés Pérez en 1989,
popularmente conocida como la coronación,
muy criticada por el chavismo. En
esta oportunidad el presidente Maduro recorrió varias zonas para testimoniar la
asunción al poder de algunos gobernantes regionales, a quienes aprobó ingentes
recursos, por cierto, negados a sus
predecesores. Hizo uso indiscriminado de
largas cadenas de radio y televisión,
que son muy onerosas por los costos sin
contraprestación para las emisoras y anunciantes e, innecesarias porque no es
materia de importancia para la población venezolana ni para la República.
El
problema con estos dignatarios en
relación a la ausencia de humildad, no es precisamente el efecto que pueda
producir en su vida espiritual, eso es íntimo. El efecto negativo para el país
es que les impide consultar, entre un bastión de profesionales no oficialistas,
los problemas graves que nos acogotan limitando así las fuentes múltiples que
permitan llegar soluciones apropiadas. La soberbia no les permite salir de su propio círculo a los más altos
funcionarios del Estado, como podemos apreciar en las transmisiones públicas de
los Consejos de Ministros, donde habla uno y aplauden todos. Muchos economistas
de exquisita formación profesional recomiendan proyectos a diario en programas
de televisión, que seguramente han sido analizados con mayor profundidad en las
Comisiones correspondientes de la Asamblea Nacional o en institutos privados de estudios económicos, sin ser
tomados en cuenta.
Violaciones
graves a pesar de la claridad de las leyes y la Constitución que regularmente
atribuimos a la ignorancia funcionarial,
como la disolución de la Asamblea Nacional en términos prácticos y sin
soporte jurídico o, la conformación de la Constituyente sin convocatoria
popular, asumiendo funciones que no le corresponden como sancionar leyes,
aprobar en forma previa la detención o enjuiciamiento de los Diputados y girar instrucciones a los demás Poderes
constituidos como el Consejo Nacional Electoral o el Tribunal Supremo de
Justicia, son transgresiones tan burdas que más bien pareciera que el
trasgresor, no acepta un poder limitado
y efímero sino omnímodo, lo que implica falta absoluta de humildad y de temor a
Dios, dando paso a la arrogancia. Dios, hazlos un poco más humildes para que
entiendan que el problema es económico, no político; que todo funcionario debe
cumplir normas preestablecidas y que el poder tienen límites!
09/11/2017.
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