-Urgente: un candidato que gane, un ganador que cobre y un presidente que gobierne.
Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

Si
cambiamos el escenario y vamos a un mercado, farmacia o parada de autobús en
Venezuela, nos hacen incluso sin preguntarlo un planteamiento imbuido de verdad
formal: “Cualquier otro es mejor que este
gobierno”, pero el caso es que este gobierno no salió de la nada, sino que
es producto de nuestra errática e irresponsable conducta como electores en la
historia reciente. En 1958 el candidato
Wolgfang Larrazábal estuvo muy cerca de la votación obtenida por don Rómulo
Betancourt y duplicó al Dr. Rafael Caldera, hecho que políticamente no tenía
ninguna explicación, puesto ni siquiera había sido factor determinante en el
derrocamiento de la dictadura perejimenista. En 1999 elegimos al comandante
Hugo Chávez como Presidente de la República, porque enfrentábamos una serie de
problemas en Venezuela y colectivamente vimos como solución, confiar en quién
había intentado un golpe militar fracasado, independientemente que no tuviera
formación como hombre de Estado, ni un equipo consolidado que pudiera generar
la confianza necesaria.
Ambas
fueron votaciones irracionales. Afortunadamente en el primer caso se impuso la
candidatura del presidente Betancourt, quien pudo enrumbar al país por el
sendero democrático fortalecido por un grupo de buenos ministros y el Pacto de
Punto Fijo, a pesar de la convulsión creada por continuos conatos de golpes
militares. El segundo caso nos ha salido bien caro por no haber tenido la
precaución de ir un poco más allá y buscar la verdad material o sustancial para resolver los problemas en curso,
durante las dos últimas décadas del Siglo XX.
En
el año 2018, Dios y las circunstancias nos darán una nueva oportunidad para
decidir nuestro destino. Creo firmemente vamos a poder hacerlo por la vía electoral, no significa que
enteramente pacífica en el sentido que se nos permita sufragar cómodamente
después de transcurrida una campaña, conforme al mandato legal y constitucional.
Obviamente la oposición debe contar con un candidato respaldado
monolíticamente, por lo que su escogencia requiere de mucha aceptación,
reconocimiento general de sus fortalezas y muy bajo rechazo. Estas condiciones
anulan la participación de muchos aspirantes que perfectamente saben que no las
tienen. Ellos mismos por amor a Venezuela, por respeto a su gente, deben
apartarse y ayudar donde puedan sin estorbar durante las tres etapas del
segmento histórico por venir, el primero construyendo un escenario que convenza al
pueblo llano que ganar es posible,
que sienta la unidad entre los partidos y la sociedad civil, lo que conducirá
al fomento de la participación activa, a la reproducción voluntaria y
desinteresada del mensaje. Habrá ventajismo, amenazas, imposiciones de normas y
abrogaciones de otras y el uso de la fuerza. El gobierno pondrá todos los
tropiezos posibles porque no quieren entregar el poder y sabe que está en
minoría, pero ahora no tiene otra alternativa que contarse. Después vendrán
unos momentos igualmente complicados. Cumplida la campaña, el día electoral,
las autoridades usarán técnicas disuasivas, los puntos rojos harán de las suyas, cerrarán mesas a tempranas horas o
alargaran su funcionamiento según convenga. Ya escrutados los votos el
gobierno apelará a múltiples argumentos para anularlos en forma
masiva, tienen de su lado el Poder Electoral y los Tribunales. En este lapso las
amenazas ya no se generalizarán contra todo el pueblo, que a esas horas habrá
cumplido con su deber de votar, sino que se enfocarán contra el candidato
ganador. Se requerirá entonces del temple del líder, de su solidez espiritual,
de su valentía, de su experiencia política, para cumplir con un segundo
segmento de la lucha que es materializar
su victoria, cobrar. Cumplida esa etapa vendrá una más dura pero para
entonces ya habrá amanecido, lo que permitirá gobernar con los mejores. Se dice fácil, pero conformar
equipos multidisciplinarios y poli cromáticos para el cabal desarrollo de
políticas públicas es muy complicado, tratar con políticos, entenderlos y saberlos
seleccionar requiere conocerlos a fondo, haber trajinado duro en las Cámaras
legislativas, haber vivido activamente el accionar de los partidos, donde
coexisten diversos intereses. Este ha sido uno de los grandes problemas del
presidente Donald Trump, acostumbrado a sus millonarios negocios inmobiliarios
en New York pero no puede consolidar un equipo para gobernar Estados Unidos. Ha
designado como ministros y colaboradores en general, a hombres de su mayor
confianza como empresario, algunos de ellos sólo tuvieron una corta experiencia
política durante la campaña lo que no es
suficiente y ha tenido que cambiarlos varias veces, porque no es lo mismo una empresa
donde el fin único es el lucro, que un
Estado con múltiples aristas e intereses
de todo tipo que deben ser ponderados y conjugados. Claro su ventaja es la férrea institucionalidad de la nación.
Cada
venezolano que aspire gobernar a Venezuela durante el período más complejo de
su historia republicana, como será el pos chavismo, debe ser capaz de
analizarse y decidir ante sí mismo su capacidad para cumplir esos tres verbos fundamentales que se requieren
para ser, no sólo candidato sino Presidente de la República en circunstancias
nada envidiables, tiene que estar capacitado y dispuesto a ganar, cobrar y
gobernar. Feliz Navidad a todos! Que Dios nos ilumine para escoger
apropiadamente!
12/12/2017.
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