sábado, 5 de mayo de 2018

Patriotas, abstencionistas y precursores.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
 

A mis nietos.
          Todos los fenómenos sociales y científicos, deben ser clasificados para agruparlos conforme a sus características y determinar su función vital. Recientemente recibí  mensaje de un dilecto amigo que comenzaba así: “Ustedes, los abstencionistas…...”, mientras otro escribió en alguna aplicación de las redes “Voy a votar por Henry Falcón porque no soy abstencionista, de manera que estaré exonerado ante mis hijos de cuanto pueda pasar en este país”. Ellos se consideran patriotas y van a sufragar, hecho que respeto profundamente,  porque han simplificado el 20 de mayo del 2018 como  la escogencia entre Nicolás Maduro o Henry Falcón, a sabiendas del rechazo general hacia el primero u optar entre balas o votos, dualidad donde la inmensa mayoría del pueblo de Venezuela, salvo algunos desadaptados que nunca faltan, escogemos lo segundo.
          Ciertamente existe un grupo social que podemos denominar abstencionistas, no aceptan el término por despectivo pero realmente lo son, no van a votar por no estar obligados ya que  la ley prevé el sufragio como un derecho, no una obligación ciudadana;  algunos alegarán cualquier causa superflua, porque el día electoral amaneció con un sol radiante que invita a la playa, por ejemplo, otros pondrán alguna excusa importante como una enfermedad cualquiera. Genéricamente el Diccionario de la Real Academia Española define el abstencionismo como  “actitud o práctica consistente en no ejercer el derecho a participar en determinadas decisiones, especialmente en política”. Semánticamente, pues, el abstencionismo requiere de la existencia de un derecho que no se ejerce.
          Existe otro sector, amados nietos, que no aparece en los grupos o sub grupos anteriores, no va a sufragar el 20 de mayo como los patriotas ni sentirá regocijo alguno al no hacerlo, como  los abstencionistas. Este tercer lote donde pertenezco, con mucho pesar no visitará centros ni mesas electorales  porque siente que fue enervado su derecho constitucional de participación política, hasta anularlo. Esta circunstancia es producto de un tejido de añejas actuaciones  que fue minando las instituciones democráticas en el país. Los diferentes órganos públicos fueron colaborando entre sí, no para permitir la realización de los fines del Estado como ordena el artículo 136 constitucional, sino para morigerarlo, para romper sus estructuras necrosando así la institucionalidad. Poco a poco el voto dejó de ser  expresión de voluntad ciudadana y se fue convirtiendo simplemente en prueba circunstancial e inocua sobre el funcionamiento de un sistema democrático, donde la alternancia es una de sus bases  pero que en Venezuela hoy no funciona a cabalidad.
          Fíjense bien en estos antecedentes. En el año 2007 fuimos convocados para determinar si a través de una simple Reforma Constitucional, permitíamos que el entonces presidente Hugo Chávez pudiera postularse de manera indefinida para la primera magistratura nacional, porque por algún error de cálculo la Constitución de 1999, escrita y “sancionada para 500 años” lo limitaba a una sola reelección y por tanto, comenzaba a hacer aguas su proyecto. Ganamos y ganamos limpiamente, aunque nunca he oído una explicación sobre denuncia planteada por el profesor Tulio Álvarez (Fraude a la Democracia. Caso Venezuela), quien desde el 08 de septiembre del 2004, advirtió sobre una distorsión en nuestro padrón electoral, constituido por un gravísimo y decisivo esguince entre el crecimiento anual poblacional admitido por el Instituto Nacional de Estadística y la nómina de votantes. Lo cierto es que esa Reforma Constitucional fue negada, pero poco tiempo después sustituida por una simple Enmienda, a pesar que  materia igual no puede ser presentada a consulta referendaria dentro del mismo período, por prohibición del artículo 345 de la Constitución. Eso permitió que un candidato en estado pre agónico se postulara y ganara unas Elecciones que debieron celebrarse en diciembre del 2012, pero fueron adelantadas por orden del Consejo Nacional Electoral para octubre. Muy pocos conocían el estado de salud del Presidente Electo, a la vez en ejercicio, ni sus condiciones físicas fueron corroboradas por informe médico  para el 10 de enero del 2013, cuando debió tomar posesión de su cargo, lo cierto es que no se presentó ante la Asamblea Nacional a juramentarse, pero el Tribunal Supremo de Justicia por órgano de la Sala Constitucional lo exoneró de esa obligación, por sentencia dictada la noche anterior (09.01.2013. Exp. 2012-1358).
          En el 2015, queridos hijos de mis hijos, llenos de esperanzas concurrimos nuevamente a las mesas electorales buscando una simple mayoría en la Asamblea Nacional, para equilibrar un poco nuestro debilitado sistema democrático, no la obtuvimos con la contundencia que se auguraba en las encuestas y en la calle, tampoco los números reflejaron una mayoría absoluta, el pueblo fue generoso y aprobó una inimaginable e inesperada  mayoría calificada, con lo cual se podrían hacer muchas cosas por Venezuela. Esta vez el Consejo Nacional Electoral proclamó los diputados y les entregó sus credenciales, pero no todos pudieron instalarse el 5 de enero del 2016, porque nuevamente el Tribunal Supremo de Justicia, ahora por conducto de la Sala Electoral defraudó al pueblo de Venezuela y alimentó su escepticismo al suspender a los diputados de Amazonas, de una manera absolutamente ilegal, justo tres parlamentarios para romper la mayoría calificada en el órgano. Ni una sola ley pudo ser aprobada por el Poder Legislativo, la Sala Constitucional se encargó de decapitarlas, alguna incluso sin nacer porque le fue cercenada la potestad de sancionar leyes, antes de discutirlas o de presentarlas a deliberación.
          Bueno, no importa, comenzamos de nuevo una batalla pacífica, constitucional que se ganaría con toda seguridad  porque bastaba con contar unos votos que nos sobraban y a principios del 2016 el bravo pueblo, vitalizado y vestido de tricolor recorrió las calles, caminos, veredas y trochas de la Patria recogiendo firmas porque había llegado la mitad del período lo que nos permitía celebrar un referendo revocatorio  al presidente Maduro. Oh, Dios, unos jueces penales sin jurisdicción ni competencia, algunos abogados conocen la diferencia, impidieron su tramitación dictando una medida innominada, que no resultó provisional como exige la ley sino definitiva y cuyas resultas aún  desconocemos.
          Para el 20 de mayo del 2018 estará aún instalada una Asamblea Nacional Constituyente, no importa su legitimidad, importante es que tiene  reconocida fuerza superior a todos los órganos públicos constituidos, cuya presidenta ya advirtió que “jamás entregarán el poder”. Así las cosas, creen ustedes que debo prestarme a ese sainete, no obstante haber participado en todas las elecciones desde que cumplí 18 años, por lo que mal puedo ser calificado como abstencionista?
          Si alguna vez alguien osara preguntarles si su abuelo fue patriota o abstencionista en octubre del 2018, díganle que fue Precursor porque cree en la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, aprobada por Venezuela en Lima, Perú, el 10 de septiembre del 2001, lo que no implica una intervención del país por potencias extranjeras, sino el libre reconocimiento a nuestros derechos democráticos, que deben ser defendidos por los venezolanos y los pueblos y los gobiernos de América (artículo 1); porque reconocemos la obligación ética y ciudadana de buscar, por nosotros mismos, un marco de legalidad para nuestro orden constitucional, indudablemente alterado en lo interno con los episodios que antes les mencioné (artículo 2); que los precursores no tenemos porqué aceptar elecciones que no sean libres, justas, periódicas y con sujeción al Estado de Derecho, celebradas a través un régimen plural de partidos políticos, no inhabilitados caprichosamente por las autoridades administrativas interesadas y, con base al principio universal de separación e independencia de los Poderes Públicos (artículo 3). La no concurrencia a las mesas electorales el 20 de mayo, es una alerta para  que se respeten las formas legítimas de participación ciudadana, para que jamás se repita en el país decisiones arbitrarias que impidan el ejercicio de un derecho constitucional consagrado, como el referendo revocatorio (artículo 6); es un grito para que Venezuela, América y el Mundo reconozcan como alteración de nuestro orden jurídico los actos que reseñé; la justificada no concurrencia, que no abstencionismo, conlleva una solicitud legal, pacífica y procedente para que se ejecuten  simples gestiones diplomáticas in situ y se constate nuestra situación, lo que les permitiría  interponer a los países del hemisferio sus buenos oficios y coadyuvar en  normalizar nuestra rota institucionalidad, como una vez lo hizo el presidente Chávez en favor de Honduras (artículo 20). Díganles que la inmensa mayoría del pueblo venezolano constituimos hoy un grupo de Precursores  como lo fueron  José Leonardo Chirino, Manuel Gual, José María España y Francisco de Miranda, guardando las distancias. Dios proteja a Venezuela!
05/05/2018.

3 comentarios:

  1. Excelente como siempre, también seré precursor, abrazos

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  2. Muy bueno. Haciendo uso del libre albedrío, me declaro precursora.

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  3. A Milena quisiera contactar con Ud para tratar tema de LIBERTAD

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