martes, 28 de mayo de 2019

Oslo: Ahora las condiciones son diferentes.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
 

          Aceptar o no la invitación de las autoridades noruegas, lo que implica la continuación del diálogo entre gobierno y oposición, no es una decisión fácil. Está abierta al debate, con sólidos y fundados argumentos de ambos lados; es materia compleja, por los traumas causados por los antecedentes; es riesgosa, al ser Venezuela, nuestros hijos y nietos los beneficiarios o las víctimas de sus resultas. Además, no conocemos suficientemente las bases debido al secreto de la rancia diplomacia escandinava.
 El diálogo como mecanismo para buscar avenimientos o solución de problemas  interpersonales o colectivos no puede ni debe cerrarse nunca, puesto de su agotamiento surge la solución de fuerza que agrava y multiplica el conflicto original que, por cierto, siempre termina en un nuevo diálogo aunque sea para capitular, para rendirse después de consecuenciales pérdidas económicas o humanas.
           En ocasiones podemos sentirnos desalentados, porque las conversaciones se han hecho estériles, inútiles como el caso del llamado diálogo de besugos, que es un simple coloquio sin coherencia lógica o, el diálogo de sordos, donde las partes cumplen una formalidad pero no se prestan la más mínima atención. Ambas acepciones admitidas por la Real Academia Española, no resuelven nada sino que estancan los conflictos, lo que obviamente puede ocasionar reacciones imprevistas en terceros que sufren las consecuencias, aunque sean actores diferentes a los protagonistas del diálogo central.
          En nuestro caso, es el pueblo de Venezuela  el principal afectado por las consecuencias del diálogo entre la dirigencia oficialista y la opositora.
          El encuentro en República Dominicana, fue una experiencia negativa porque el gobierno se sentía fuerte, con la única necesidad de alargar los tiempos para fortalecer su posición que, en mi criterio, no era otro que hacerse de todos los Poderes Públicos para perpetuarse y dar la imagen ante la comunidad internacional, de tener suficiente apoyo popular por lo que el problema debía circunscribirse a los venezolanos. Así nos aislaba en su provecho.
          La oposición, por su parte, no tenía un liderazgo definido ni un programa suficientemente diseñado, así no podía gozar de incuestionable y generalizado apoyo popular. El mediador, el ex presidente español José Luís Rodríguez Zapatero  no era imparcial, su rol o misión se circunscribía a ayudar a una de las partes en el conflicto, el oficialismo.
          Hoy la situación es absolutamente distinta a aquél panorama sombrío de finales del 2017 y comienzos del 2018. La oposición está nucleada alrededor del liderazgo que representa Juan Guaidó y de un norte, las pautas determinadas por el Estatuto para la Transición, aprobado por la Asamblea Nacional que se resume en cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
Este programa es conocido y aprobado por alrededor de 60 países del mundo, entre los cuales se encuentran los más importantes económicamente y por densidad poblacional de la región; los vecinos Colombia, Brasil, Guyana y las Islas del mar Caribe, además de la comunidad europea, Estados Unidos y Canadá.
Creo, en resumen, que se puede y debe concurrir al llamado de las autoridades de Noruega, para que comience en Oslo la ejecución de un acuerdo y por su conducto, a una conciliación, ambos contentivos de ese programa macro que de hecho hemos aprobado como mandato conferido a Guaidó.
El gobierno nacional ya aceptó la ayuda humanitaria, por ende, no puede ocultar la existencia de la crisis económica y, con ella, la energética, la de salud y la alimentaria; propuso el requerimiento de convocatoria para restituir uno de los Poderes básicos del Estado, cual es la Asamblea Nacional, lo que implica que el sistema democrático que ordena nuestra Constitución, está atrofiado independientemente de la causa y finalmente, se mostraría muy débil si rehúye unas elecciones libres a pesar de pregonar que tiene  respaldo popular masivo.
Todo esto conduce a que la reunión de Oslo, se circunscriba a buscar los caminos menos traumáticos para dar inicio, de inmediato, a un nuevo gobierno quien regentará al país durante un lapso necesario para que se restablezca nuestro herido Estado de Derecho, mediante la aplicación de los normas constitucionales apropiadamente interpretadas.   
Para esto podemos solicitar ayuda de la comunidad internacional, lo que no significa en forma alguna intervención militar. La Carta Democrática Interamericana, firmada en Lima el 11 de septiembre del 2001, durante el Vigésimo Octavo Período Extraordinario de Sesiones de la OEA, tiene varios elementos importantes para ayudar en la situación insostenible y de caos generalizado que vive Venezuela, bien sea por ineficiencia gubernamental como creo es la causa, bien por la supuesta guerra económica según diagnóstico del actual gobierno.
El artículo 1 de la Carta reconoce el derecho de todos los pueblos de América de vivir en democracia y la obligación de sus respectivos gobiernos de promoverla y defenderla. El artículo 2, confiere a los ciudadanos la potestad de reforzar y profundizar la democracia representativa, con su participación permanente, ética y responsable, dentro del marco legal y  constitucional.
El artículo 3 refrenda, de hecho,  los pasos aprobados por el Estatuto para la Transición cuando dibuja los elementos de la democracia representativa, con el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales del hombre; la sujeción al estado de Derecho; necesidad de elecciones periódicas, justas, universales y secretas; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas y la separación e independencia de los Poderes Públicos.
Siendo entonces que gobierno y oposición están  contestes en la existencia de la crisis, un apropiado acuerdo en Oslo, sería la aplicación del artículo 20 de la referida Carta Democrática Interamericana, reconociendo la afectación grave de nuestra vida cotidiana, sin expreso reconocimiento de la causa por las partes, permitiendo así la intervención del Consejo Permanente para adoptar las decisiones que estime convenientes, que no pueden ser otras que las invocadas en la propia Carta: Aplicación del Estado de Derecho dentro del sistema democrático y a través de elecciones libres.  Dios bendiga a Venezuela.

28/05/2019.

6 comentarios:

  1. Acertado análisis. Siempre la vía electoral con garantías es la mejor forma de resolver el grave conflicto que tenemos. Que Dios permita que las presiones y negociaciones sean suficientes para que esta opción definitivamente se materialice, sin perder de vista la necesaria permanencia en la unidad de propósito.

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  2. Ojalá y sea posible un acuerdo que permita un cambio lo mas pronto posible. Aún estando el gobierno conteste en la existencia de una crisis, al punto que, con posterioridad a este articulo voceros del BCV reconocen una inflación, si bien inferior a la pronosticada por el FMI, igualmente es devastadora. Bien razonado y mejor elaborado el análisis que envías. Saludos

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  3. Ojalá y sea posible un acuerdo que permita un cambio lo mas pronto posible. Aún estando el gobierno conteste en la existencia de una crisis, al punto que, con posterioridad a este articulo voceros del BCV reconocen una inflación, si bien inferior a la pronosticada por el FMI, igualmente es devastadora. Bien razonado y mejor elaborado el análisis que envías. Saludos Jesus Lopez P

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  4. Es quizás el camino menos sangriento y contando con la experiencia e imparcialidad de Noruega, podríamos contar con una solución sin intervención militar al desastre que representa éste gobierno.
    Un afectuoso saludo

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  5. Es quizás el camino menos sangriento y contando con la experiencia e imparcialidad de Noruega, podríamos contar con una solución sin intervención militar al desastre que representa éste gobierno.
    Un afectuoso saludo

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  6. Es quizás el camino menos sangriento y contando con la experiencia e imparcialidad de Noruega, podríamos contar con una solución sin intervención militar al desastre que representa éste gobierno.
    Un afectuoso saludo

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