Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Secreto
bien guardado durante una de las etapas más cruentas de la humanidad, la
Segunda Guerra Mundial, fue el acuerdo entre Inglaterra y Alemania, que por supuesto
contaba con la anuencia de míster Churchill y Adolph Hitler, de no bombardear a
Cambridge y Oxford, por una parte ni a Gotinga y Heidelberg, por la otra. La
razón era sencilla, se trataba de las ciudades universitarias más importantes
de ambas potencias, además de poseer grandes obras de arte y arquitectura, que
realmente constituían patrimonios de la humanidad.
Así lo escribe el ilustre científico
inglés recientemente fallecido, el Dr. Stephen Hawking, en su obra Breve historia de mi vida (Pág. 14).
Significa lo anterior que en cualquier
circunstancia es siempre posible un diálogo, como forma civilizada de dirimir
conflictos y, aún dentro de ellos, diseñar formas para preservar intereses
comunes o de mayor significación.
La Nación venezolana, concepto que
integra su gente, nuestro idioma, costumbres, cultura y el Estado venezolano, formado por el gobierno y los demás poderes
públicos, en mala hora subyugados, deben ser antepuestos a los intereses del
partido gobernante y de todos cuantos integran la oposición, inexplicablemente
dividida entre sí, cuando deberían tener claro que el enemigo común es quien ha
postrado al país, lo ha empobrecido en el aspecto económico y en soberanía, ha
dividido el seno familiar con posturas políticas irreconciliables o las ha separado
físicamente, conformando la llamada diáspora que no es otra cosa que el éxodo
obligado de venezolanos por los cinco continentes, buscando alimentación, medicamentos y el bienestar que
no consiguen en la tierra que los vio nacer.
No existe pues razón alguna para
oponerse al diálogo, a ese que anuncian hoy por televisión algunos ministros y
lo firman conjuntamente con personajes, que en verdad no sabemos qué porcentaje
de nacionales representan pero que, indudablemente, según mi percepción
personal, es marcadamente inferior a quienes no nos sentimos vinculados a ellos ni nos generan confianza.
Ruego a Dios que puedan conseguir un
camino expedito para la reconciliación nacional, tanto institucional como
familiar; que logren la separación en el funcionamiento de los Poderes del Estado;
que consigan podamos expresarnos a través del voto e imponer, con una
determinante mayoría, quienes deben regirnos.
Pido a
Dios que el motivo que los mueve, sea verdaderamente justificado y no
una nueva forma de burlarse del pueblo llano que conforma la mayoría. No basta
con evitar una confrontación armada, que en definitiva nadie quiere, necesario
es haya una causa sublime y desinteresada como la referida por el Dr. Hawking.
Los acontecimientos por venir nos irán mostrando las intenciones de fondo, porque nada puede ocultarse a los ojos de Dios
ni del pueblo. Dios proteja a Venezuela!
Somos un Universo de posibilidades. Bueno sería conseguir vías o salidas favorables para todos. Dios en Ti confío
ResponderEliminarSe perdió nuestros principios y valores que nos inculcaron nuestros padres, perdimos nuestra identidad y el nacionalismo, comparto tu escrito, pero la solución de los problemas de nuestro país dependen del valor e integridad que hagamos con una sola voz nacionalista, sumando ideas coherente con el único propósito de rescatar nuestra vida democracia.
ResponderEliminarOjala, que por la poca o mucha dignidad que puedan tener estas personas, puedan actuar con la mayor rectitud y honestidad.
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