domingo, 27 de octubre de 2019

Por el ascensor o por la escalera!

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
          Seguramente la estrategia es la misma, no tengo razones fundadas para dar cabida a la mala fe en algunos de los grupos. Pero es obvio, que siendo el objetivo común restituir los elementos principales que configuran el sistema democrático que, desde la segunda mitad del siglo XX escogimos en Venezuela, uno de ellos quiere subir por el ascensor a manera de cumplir el segmento en un solo viaje, mientras el otro va por la escalera tratando de coronar en cada escalón  la consecución de un objetivo.
Me refiero a la llamada Mesa de Oslo – Bonaire y al Grupo Casa Amarilla. Los primeros parten del todo o nada, nada se hace o comunica hasta que todo esté cumplido. El segundo afirma haber conseguido una reivindicación con la liberación de presos políticos, lo celebra y en seguida anuncia que continúa con un segundo peldaño determinado por la elección de un nuevo Consejo Nacional Electoral.
Como en todo juicio dentro del fuero tribunalicio o el de la realidad social, es necesario abrir un paréntesis o incidencia, para deslastrarnos de algunos elementos que pudieran empañar el resultado. En cualquier análisis sobre este tema, la legitimidad no puede quedar de lado porque es un concepto elemental dentro de la necesaria legalidad para dar vida a un acuerdo potencial.
En este sentido no termina de convencerme el Grupo Casa Amarilla, sobre quien les confirió el mandato de representar al pueblo de Venezuela en las conversaciones y acuerdos con el gobierno nacional.
Personalmente acepto la representación por la Mesa de Oslo – Bonaire, independientemente que comparta o no algunos  planteamientos generales o ideas de los personajes que la integran, pero obviamente ellos están designados por los partidos que tienen mayoritaria representación en la Asamblea Nacional, cuerpo  legitimado por las elecciones de diciembre del 2015. Es cierto que en esa oportunidad votamos todos por la MUD, pero rápidamente los diputados se clasificaron en fracciones, para lo cual tienen derecho, ya que sólo responden a sus respectivas conciencias una vez electos.
De esta manera programaron la alternativa en los cargos directivos de la Asamblea Nacional, acuerdo que pueden por mayoría ratificar o cambiar cada 5 de enero. La legitimidad de inicio y desempeño la tienen pues, junto con la obligación de defender los postulados básicos del sistema.
No creo deba pregonarse como triunfo de la Casa Amarilla la “liberación de presos políticos”. Que gracias a sus gestiones hayan logrado medidas sustitutivas para el diputado Edgard Zambrano y sus más inmediatos colaboradores es muy bueno, pero debería explicarse cómo es que fue apresado sin la autorización de la Asamblea Nacional ni procedimiento para neutralizar su inmunidad. También debería aclararse sobre la existencia de presos políticos, porque ello es contrario al sistema universal de derechos humanos que impide pueda sancionarse un hombre por sus ideas.
Como punto de fondo, me parece que es imposible restituir el estado de Derecho en Venezuela por etapas, porque el entramado del sistema requiere que todas sus instituciones funcionen al unísono. Me pregunto cómo podemos liberar personas cuya libertad esté restringida sin la existencia de tribunales presididos por jueces probos o cómo se designa un Consejo Nacional Electoral, mientras la Asamblea Nacional esté en desacato, según múltiples decisiones de las Salas Electoral y Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Este desaguisado del desacato no ha sido enmendado en las conversaciones previas, al menos no se ha comunicado públicamente, aunque el regreso de la bancada roja hace suponer que sin necesidad de nuevas sentencias del más alto tribunal de la República el delito, porque eso es en teoría el desacato, ha sido perdonado.
En todo caso el método de acuerdos parciales o previos, tendría que comenzar necesariamente por la desinstalación de la Asamblea Nacional Constituyente. Hemos escrito en infinidad de oportunidades sobre su inconstitucionalidad de origen y de desempeño, por falta absoluta de convocatoria empañando aún más la juridicidad durante su ejercicio al dictar leyes, prorrogar su duración, intervenir poderes constituidos, todo sin que conozcamos un cronograma y avances en lo que debería ser su función principal que es la reforma integral de la Constitución de 1999, que no tendría ningún efecto sin la aprobación de la propuesta de reforma por el pueblo de Venezuela convocado a referendo.
Mientras los dirigentes deciden un método apropiado para la restitución de nuestra cada vez más menguada democracia, un pueblo disperso, hambriento e indefenso espera. Dios bendiga a Venezuela! 

27/10/2019.

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