Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Aunque
ya nada sorprende en el acontecer nacional, me resultó extraña la información sobre un ente humano surgido de las planchas parlamentarias propuestas por
la Unidad Democrática en diciembre del 2015, en el estado Lara, que saltó el
muro de la ignominia, hacia lo desconocido. Pensé que después de 20 años y
dos gobiernos del PSUV, el mercado de
conciencias estaba cerrado y definidos los cuadros dirigenciales, pero no es
así.
Tampoco
es cierto, como afirmó el señor Kiko Baptista en su ameno e informado programa
en Globovisión, que la directiva oficialista de la Asamblea Nacional, por llamarla de alguna manera, pasó a conformar
un nuevo grupo opositor, no. Realmente pasó a una zona gris que repele la
oposición y utiliza el gobierno a conveniencia porque sabe que sus integrantes tienen
precio o miedo, como consecuencia los alimenta sin aceptarlos.
Posteriormente,
en las redes y diferentes medios vi su foto, todo trajeado de azul con cara de yo no fui, más tarde, oí el pueril argumento que como autodefensa
planteaba que él sólo fue a votar por Luis Parra y que no había recibido
ninguna contraprestación por tan asqueroso acto.
Ninguna
referencia hizo sobre lo medular del
hecho. En esta Venezuela política y justificadamente dividida, donde el
oficialismo en los diferentes órganos públicos ejecuta actos que atentan contra
su integridad y los derechos humanos de
sus habitantes, no se puede permitir a los representantes de la oposición acciones
que de alguna manera favorezcan al gobierno, a menos que sean producto de una estrategia
acordada interna y colectivamente para lograr un fin superior, como se
corresponde en la alta política, en la política decente.
Tampoco
ha hecho el ente ninguna acotación
sobre su legitimidad. Es su obligación explicar cómo es que estando incorporado
el diputado principal pueda hacer acto de presencia el segundo suplente. El
Reglamento de Interior y de Debates de la Asamblea Nacional es muy claro al
respecto. El principal sólo puede faltar a las sesiones o al trabajo de la
Comisión correspondiente por causa justificada, en cuyo caso garantizará la
presencia del suplente, quien debe ser convocado por la Secretaría o en el acto,
acreditado por la Presidencia.
En
todo caso, de haberse cumplido todos esos requisitos el suplente del suplente, tenía
la obligación moral, que está por encima
de la legal en esta Venezuela al borde del abismo, de cumplir los acuerdos de
la unidad opositora que como es público, notorio y comunicacional, es mantener a Juan Guaidó en la Presidencia de
la Cámara durante este último año del período parlamentario.
En
principio sentí los efectos internos de la culpa in eligendo, figura que desde
el antiguo Derecho Romano, sirve para calificar una conducta imprudente,
negligente, inexperta o violadora de normas en la que podemos incurrir cuando
elegimos a un representante. Ciertamente, al votar por la plancha propuesta por
la MUD en diciembre del 2015 lo hice por
ese ente, con el agravante de no
haberme molestado siquiera en preguntar quién era, cuales sus antecedentes
políticos ni sus propuestas para llevar ante la Cámara la defensa de los
derechos colectivos nacionales y regionales.
Únicamente
me ocupé al depositar mi voto, en chequear que el candidato por la Lista era Edgar Zambrano y su primer suplente Guillermo
Palacios, quienes han cumplido a cabalidad con sus funciones parlamentarias,
con decoro, coraje, riesgos y probidad.
También
he tenido la satisfacción de constatar como el diputado Alfonso Marquina, electo
por mi Circuito, tuvo la entereza, la
valentía y el desprendimiento necesarios para denunciar la causa eficiente, que
en general dio pie a la traición del ente.
Para
mitigar la idea sobre mi responsabilidad en la elección, un artículo de prensa
producto de la pluma aguda del amigo José Ángel Ocanto, da cuenta de su antigua
amistad con el ente, lo que a todas
luces supone una eximente de mi culpa ya
que el desvarío del salta muros no era previsible. Pienso que cual Judas, la
traición le fue germinando paulatinamente a medida que las decisiones del gobierno
nacional, van causando escasez de
productos y bienes básicos e inflación descontrolada, causa a la vez de
desesperanzas y miseria en la población.
Nos
queda la experiencia. Ahora estaremos más atentos en las próximas consultas
electorales que, en los diferentes sectores y esferas del gobierno
horizontalizado, habrán de realizarse. Muchos candidatos ya no podrán ser
postulados, como la diputada por el estado Mérida Eddy Valero, quien prefirió
adelantar el camino hacia la vida eterna manifestando: “Podré morir pero por mi voto no se pierde Venezuela”. No aceptó
bálsamo condicionado para sus males, ni recibir dádivas a cambio de principios,
repitiendo así el ejemplo de don Fermín Toro, quien ignorando la orden de
integrarse a la Cámara después del asalto al Congreso Nacional por mandato de
José Tadeo Monagas, el 24 de enero de 1848, pronunció las palabras que
permanecen indelebles en la historia de Venezuela: “Decidle al general Monagas que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín
Toro no se prostituye”.
Pero
muchos otros siguen en el camino resistiendo persecuciones, ellos tendrán como
recompensa la satisfacción de haber sido protagonistas en horas aciagas para una
Patria que resurgirá con más bríos, porque todo un futuro promisor espera por
nuestros hijos y nietos.
La
templanza que ha costado heridas, muertes, destierro, cárcel y conatos de
destrucción moral a nuestros diputados debe ser reconocida sin mezquindad.
Cierto es que algunos han sucumbido, pero el juzgamiento se debe hacer por la acción de la mayoría, no
por la traición de pocos. Es el mismo caso de
los Apóstoles, once conformaron el Grupo de Escogidos y sólo 1 aceptó el
soborno, que sirve como ejemplo de la existencia del mal como antítesis del
Bien. Dios bendiga a Venezuela y a nuestros dignos diputados!
26/01/2020.
Me gusta la cita que haces en las recopilaciones a la derecha de tu pagina, en este caso la del libro Mi Abuelo Romulo, que inicia diciendo que "la Republica Civil se inicia en el año 1958" ...
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