Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
El
diseño original como programa de políticas públicas, trazado por el decreto ejecutivo publicado
en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6.519 del 13/03/2020, para la prevención
y control del Convid 19 fue correcto y oportuno, porque atinó con el
aislamiento social, ordenando en primer lugar la reclusión de enfermos y
custodios, lo que se extendió posteriormente a toda la población. Además la
publicación fue anterior a la aparición concreta del mal en el país, como parece ser la
circunstancia. En algunas naciones desarrolladas como España e Italia, no se
tomaron las medidas adecuadas y ahora sufren las consecuencias, que se
extienden además, por el mundo entero.
Para
algunos la tempestividad fue obligada por las circunstancias, ya que se había
terminado la gasolina lo que sirvió como perfecta excusa al gobierno, para no
dar las explicaciones que corresponden. Pero ese es otro tema.
La
magnitud de la pandemia que desborda las fronteras patrias, nos exige actuar en
comunidad, la tragedia es de todos y así debe plantearse la solución o, al
menos, el abordaje, de manera que debemos iniciar cualquier análisis haciendo
el reconocimiento que antecede.
Sin
embargo, algunas aristas merecen ser analizadas, porque deben mejorarse todas
las circunstancias relacionadas con este punto y estamos a tiempo. El gobierno
nacional no goza de credibilidad. Todo cuanto haga y diga, para la mayor parte
de la población es patraña, lo que resulta contrario en la obtención del corolario
ideal, como es que se acaten las normas profilácticas contra el virus y su
erradicación, puesto requieren de la aceptación voluntaria de los venezolanos
para surtir efectos plenos.
Es
contraproducente, en primer lugar, que todo cuanto se haga y diga conlleve un
ataque contra Estados Unidos y Colombia. En los escenarios de angustia el ser
humano busca solidaridad y comprensión, no discordia. En estos instantes
queremos oír normas de perfecto encauzamiento de las medidas y resultados positivos
de las mismas. Las responsabilidades deben llegar en el momento oportuno y
presentarse de manera creíble.
Otro
punto para el análisis es que la información debe ser manejada ante el público,
por personas que ayuden a calmar la angustia. No creo lo más conveniente que
sea la vicepresidente Delsy Rodríguez y el ministro Jorge Rodríguez, quienes comuniquen
diariamente sobre la evolución del mal y del diseño terapéutico, porque además
de su falta de credibilidad y de no reflejar sosiego, sino confrontación, tienen un discurso repetitivo tratando de
solapar la responsabilidad de sus aliados chinos en el tema.
El
presidente Maduro, que tampoco goza de buena imagen, tiene que aparecer
necesariamente en cadena nacional (para esto sí se justifican), pero enviar un
mensaje corto, comprensible y exacto sobre la evolución de los acontecimientos.
El análisis extensivo de los datos debe hacerlo un profesional, del periodismo
audiovisual preferiblemente, ello va a generar un apoyo automático y colectivo.
Creo igualmente que debería prestarse mayor atención
a quienes viven, desde hace mucho tiempo, en situación de crisis en las calles.
Hay demasiados venezolanos que buscan diariamente la comida y a ellos debe
prestarse atención prioritaria, no sólo por solidaridad humana que ya es
suficiente argumento, sino porque siendo la parte de la población más débil, no
pueden cumplir con la normativa de prevención y ello causa propagación.
También se requiere priorizar todo el circuito agro
productivo. Quienes producen en el sector primario de la economía y quienes
distribuyen a los mercados secundarios y de estos al público, requieren que se
les garantice el combustible porque sino la ausencia de comida creará un
problema tan, o más grande, que el virus propiamente, no me refiero a la
consecuencia final sino a las conductas durante la crisis. Por lo que hemos
oído de los productores esta garantía no les ha sido cumplida.
De un tema jurídico se ha venido hablando desde hace
algunos días, en vínculo con los hechos que se suceden a velocidad pasmosa. Me
refiero al daño y la responsabilidad que en Derecho se conoce como aquiliana, de China, por haber sido al
menos negligente, en la expansión del virus por el mundo. Ha estado circulando
en los medios sociales que unos abogados de Miami están preparando una demanda
al respecto.
Este es un hecho con consecuencias jurídicas y por ende, en extremo complejo, hay varios puntos
concomitantes que deben ser estudiados, como la legitimidad para intentar la
acción, la extensión y cálculo de los daños, la responsabilidad
extracontractual de generación, relación causal, perfiles de las víctima y de
los responsables, competencia y jurisdicción del órgano judicial y otros, que
me hacen pensar que no es cierta esta noticia, en este momento por supuesto. De
todas maneras, seguramente en su oportunidad el tema será viral (muy apropiada la acepción) y recogido por la doctrina.
Como examen inicial, el virus actual parece ser una
mutación del original proveniente de los murciélagos, que no contagiaba a los
humanos. A raíz de la Gran Marcha y
la Guerra Civil China, ante la
insuficiencia de alimentos para abastecer la inmensa población asiática, se
permitió beneficiar animales salvajes, lo que trajo como consecuencia cruces
genéticos espontáneos que permitieron la transmisión al hombre. En el año 2003
ya hubo un contagio controlado y en el 2007 un trabajo publicado en
revista médica por Clinical Microbiology Reviews, refiere severo cuadro
respiratorio como síndrome del coronavirus. Esto hace presumir responsabilidad civil y penal en quienes
resulten imputables, la cual va más allá de los hechos sucedidos recientemente
en un mercado de Huham, provincia de
Hubey, China.
Por ahora, a los ciudadanos comunes nos queda estar
recluidos, obedeciendo órdenes oficiales espontáneamente, porque ello permite
la uniformidad del acatamiento y pacificidad, haciéndolo más efectivo. Dios
proteja a Venezuela.
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