Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Despedimos el mes de marzo con un día nefasto en varios
sentidos. La pandemia decretada por la Organización
Mundial de la Salud, sigue cobrando víctimas en el mundo entero. En Venezuela, desconocemos los reales alcances no obstante
las acertadas medidas profilácticas dictadas por el gobierno nacional, porque
no se tiene lo primordial que es la confianza en que el gobernante nos esté
diciendo la verdad, abriéndose así caminos a la imaginación y las conjeturas.
Además los venezolanos tenemos problemas adicionales que
nos acogotan, como la falta sostenida
de servicios públicos suficientes y de calidad, de combustible y alimentos,
cuya escasez se refleja por ley inexorable de las ciencias económicas, en
precios exorbitantes que a su vez, se hacen impagables por las menguadas arcas
de la familia promedio.
Despunta el día con una propuesta de Estados Unidos
relacionada con la suspensión de las medidas económicas, siempre que se
encargue una especie de Junta de
Gobierno o Consejo de Estado,
integrada por cinco miembros entre oficialistas y opositores, excluidos Nicolás
Maduro y Juan Guaidó (para que sea presidenciable), quienes en lapso
determinado deben convocar a elecciones, en las cuales no puede intervenir el
primero, pero si el segundo.
Este es un tema muy complejo por sus implicaciones
jurídicas, políticas de alto nivel y por supuesto, siempre está presente un chispazo
de nacionalismo, que nos hace pensar que no obstante que todos los países del
hemisferio tienen derecho a la democracia, porque es esencial para el desarrollo social,
político y económico de los pueblos de las Américas, como lo establece la Carta
Democrática Interamericana o Carta de Lima, signada por Venezuela del 10 de
septiembre del 2001, existen límites fijados por el principio de Derecho
Internacional Público denominado de la no intervención.
En este mismo sentido el instrumento
fundacional de la Organización de Estados Americanos (OEA) asienta que, la democracia
representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de
la región, siendo uno de sus
propósitos la promoción y consolidación de la democracia
representativa, dentro del respeto al principio de no intervención.
Ese
derecho, en contra cara, se
convierte en una obligación de los demás países del área, correspondiéndoles según el
mismo documento regional, la promoción y defensa del sistema en nuestro
continente, cuando esté en peligro y, en Venezuela, indiscutiblemente que lo
está, porque todos los Poderes Públicos responden a una misma voz, como
expondré infra, además que se están violentando muchas garantías estandartes
del estado de Derecho.
El canciller Arreaza como portavoz del gobierno nacional, aduce que ofrecer la suspensión
de las medidas económicas como condición, hace la oferta obviamente inmoral, en
medio de una crisis sanitaria que azota al mundo entero. Igualmente rechazó
cualquier fórmula que tenga como finalidad que el presidente Maduro abandone el
poder.
Creo que Estados Unidos no actúa sólo dentro
de las previsiones del Derecho Internacional Público, sino además en aplicación
de su normativa interna. Según han expuesto reiteradamente, Venezuela tiene las características de un narco gobierno, lo que por supuesto
deberán demostrar porque se trata de una acusación muy delicada e, incluso,
fuera del tratamiento diplomático al cual estábamos acostumbrados. Ahora es
común y generalizado que los dignatarios, o algunos de ellos utilicen unos
calificativos huérfanos del sentido común, humano y de palacio.
En efecto, a raíz de los acontecimientos del
11 de septiembre del 2001, fue aprobada por ambas Cámaras del Congreso
Norteamericano la Uniting
and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept
and Obstruct Terrorism Act, simplificada como USA Patrit Act o Ley Patriota, que es
una Ley Federal de aplicación extra fronteras, fundada en tratados bilaterales
y multilaterales firmados por EEUU, para actuar libremente contra el terrorismo
y todas las formas de financiamiento del mismo, como el tráfico de drogas y
lavado de dinero.
Esta
Ley fue de duración limitada y muy cuestionada por diferentes organizaciones de
derechos civiles, ya que limitaba el secretismo en las comunicaciones. Sin
embargo, su vigencia se extendió con la Patriot Sunsets Extensión Act
solicitada por el presidente Barak Obama y el presidente Donald Trump, asido de
diferentes normativas, dicta Órdenes Ejecutivas en el mismo sentido,
permitiéndose la calificación a algunos líderes mundiales o regionales, países
u organizaciones, como aliados del terrorismo internacional.
Con el ocaso del día postrero de marzo 2020, el presidente
Maduro llamó a reunión de un órgano
extraordinario denominado Consejo de
Estado, que es el órgano superior de consulta del gobierno y la administración pública nacional, para
asuntos de especial trascendencia como es, ciertamente, el tema del coronavirus y del cual surgieron como
periféricos, la necesidad de un gran acuerdo nacional y la condena a las
medidas económicas dictadas por Estados Unidos. En mensaje subliminal el
gobierno nacional, seguramente, quiso demostrar que el Consejo de Estado está
previsto en Venezuela, pero con objetivos distintos.
Todos pudimos apreciar a través de la transmisión en
cadena, que los órganos representados en
esta reunión, han sido penetrados y están absolutamente controlados por el
Ejecutivo, por lo que no hay independencia en las altas esferas del Estado, de
manera que cualquier consulta se limita a que los interpelados digan al
Presidente de la República lo que él quiere oír, actuando conforme sus
mandatos. Nadie propuso nada extra al acuerdo que ya estaba escrito en espera
de las firmas pertinentes.
El caso del diputado que actuó como Presidente de la
Asamblea Nacional, aunque existen serias y fundadas dudas de su legitimidad,
donde por cierto no conozco si el Tribunal Supremo de Justicia hizo algún
pronunciamiento al respecto, fue patético, se limitó a solicitar el raído diálogo nacional, a sabiendas del
consiguiente respaldo porque ha sido tema fijo en el discurso presidencial.
Inexplicablemente manifestó que el problema de la gasolina era puro ruido, con lo cual queda absolutamente descalificado
como portavoz popular, ya que es uno de
los más graves y sentidos actualmente, al dificultar o impedir el
abastecimiento y la movilización de los productos primarios de la dieta diaria.
Claro que el diálogo siempre debe estar en el tapete,
pero forzando la conformación de la mesa con integrantes que, sin duda alguna,
sean de corriente y opinión distinta al oficialismo, con agenda que
eventualmente pudiera desatar el nudo gordiano, como la renuncia del Presidente
de la República y la reinstalación de la Asamblea Nacional con los diputados
electos el 05 de diciembre del 2015. Hay
varias fórmulas legales para restituir el Parlamento, impropiamente
desmantelado, porque con ninguno de sus miembros se siguió el antejuicio de
mérito.
Obviamente que el más desprevenido de los
venezolanos siente la crisis política y sufre la económica. Pero son estos los momentos en los cuales se debe actuar con el mayor
apego posible a los esquemas
constitucionales y legales, precisamente porque sus salidas fueron estudiadas
en frío, por tanto con objetividad.
Me parece que la propuesta norteamericana está divorciada
de principios elementales de nuestro sistema constitucional. Hay salidas más
cónsonas con nuestro ordenamiento. Aunque irrestrictamente mantengo mi respaldo a Juan
Guaidó, porque en democracia y en esta situación coyuntural que vive el país,
se requiere de un líder con respaldo para que sea opción válida,
creo que no debió aceptar la propuesta en forma automática, sin contra réplica.
Él ha hecho una argumentación jurídica que lo acredita como Presidente en
Transición, por lo que su posición ha debido defenderla ya que supone defensa
de la Constitución misma, y del piso jurídico llamado a cumplir y hacer
cumplir.
Si la Constitución no prevé una salida, debe
buscarse acuerdos aceptables o al menos
cónsonos con nuestra tradición política y régimen legal. Lo contrario implica
sumirnos en la anarquía y la inestabilidad. No se concibe en Venezuela un órgano colegiado para el ejecutivo, ni
siquiera interino, simplemente porque desde hace más de sesenta años
consecutivos, y antes, conforme
constatables antecedentes históricos, los gobiernos han sido presidencialistas
y todas nuestras instituciones responden a ese esquema.
La junta de gobierno de 1952, prevista como
transición, fue un desastre que degeneró
en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y la de 1958, presidida por el
contralmirante Wolgfang Larrazábal posterior al derrocamiento de aquella
tiranía, tuvo como ingrediente especial de sustentación que estaba nucleada
toda la nación, y contó con el respaldo de los principales líderes del país,
que representaban la casi totalidad del mismo, quienes ya tenían in péctore el
más grande documento político del siglo XX, como fue el Pacto de Punto Fijo de
donde nació la gobernabilidad. Hoy no tenemos nada de eso, no tenemos un rumbo
ni líderes consolidados y con respaldo robusto.
La renuncia del jefe de Estado y Gobierno es un acto
volitivo de éste, pero le puede ser solicitada y, de negarse, se buscan otras
fórmulas legales, como la aceptación de un referendo
consultivo, conforme al artículo 71 CN99, cuyo tema central sería su
dimisión. En la convocatoria que pudiera hacerla
el mismo primer Magistrado nacional, en
Consejo de Ministro, se le daría carácter vinculante, así podría constatar si goza
del favor popular que es la médula de la democracia.
En todo caso, se supone que el presidente Maduro tiene
interés en buscar soluciones pacíficas para un país con problemas más allá del
virus. Si los americanos ya asomaron la posibilidad de suspender las medidas
económicas, lo que en efecto, es urgente y necesario, corresponde a nuestros
jefes políticos hacer contrapropuestas válidas, justas y legales, como un nuevo
proceso electoral cónsono con nuestro ordenamiento jurídico.
Es aceptable porque es lo estatuido, que en caso de
renuncia o desde la convocatoria a referendo consultivo, quede a cargo la Vice
Presidenta Ejecutiva y siendo, una falta absoluta durante los primeros cuatro
años del mandato, se procede a una nueva elección directa y secreta dentro de
los treinta días siguientes.
Como parte del acuerdo, visto que está adelantada la
conformación del Comité de Postulaciones para un nuevo CNE, sería procedente
que de su seno se designen cinco Rectores, que se encarguen de ese proceso electoral.
Por supuesto, reinstalado el Parlamento, los créditos que
de alguna manera deben llegar del exterior de inmediato, estarán previa y
posteriormente controlados por el órgano legislativo a quien corresponde, que
de una vez iniciaría los nombramientos de los altos funcionarios bajo su
designación.
Me parece que con voluntad podemos enderezar entuertos y
enrumbarnos dentro de cauces posibles, porque son pacíficos, constitucionales y
dependientes de todos los venezolanos.
Dios bendiga a Venezuela.
Estimado y apreciado colega y amigo, coincido con tu diáfana explicación sobre la situación actual de Venezuela y el contexto de la propuesta del gobierno de Donald Trump..Es muy preclara tu posición y ese Concejo de Estado propuesto no esta contemplado en nuestro ordenamiento jurídico y constitucional..Mi reconocimiento y espero, podamos resolver este urgente asunto muy pronto, con el concurso y la participación de los actores necesarios y validos..saludos
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