lunes, 11 de mayo de 2020

El síndrome de Northeim.


Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

Durante  los veinte años transcurridos desde el inicio formal de esta tragedia que vive Venezuela, suelo reflexionar sobre su génesis y fundamentalmente, porqué ha perdurado tanto tiempo, no obstante el evidente y justificado rechazo mayoritario de la población.

Sobre el primer punto estoy convencido que no fue la popularidad de Hugo Chávez, adquirida como producto de su fracasado golpe de Estado el 4 de febrero de 1992, ni la frase del “Por ahora”. Su baja aceptación durante buena parte de la campaña electoral es una prueba de la conclusión. Su slogan sobre la constituyente se hizo “viral”, por ausencia de otros temas, pero aquél había sido propuesto por el Dr. Oswaldo Álvarez Paz, en la campaña anterior por lo que no podía ser decisivo.

Creo que la votación en diciembre de 1998, fue un rechazo que se quiso fuera puntual y temporal contra Acción Democrática y Copei, por no haber renovado sus cuadros de dirigentes, al contrario, antes y en campañas sucesivas, habían impuesto la  reelección de Carlos Andrés Pérez en 1988 y del Dr. Rafael Caldera en 1993, quien no se percibió como candidato convergente o extra partido, sino como copeyano resentido por no haber recibido la postulación verde  en 1988.

Además, en esa campaña concreta para cerrar el siglo XX,  los candidatos no respondían al sentimiento natural de la militancia. Acción Democrática lo hizo imponiendo la maquinaria interna, despreciando absolutamente la opinión de la base partidista y Copei, había recurrido a una corona de belleza como salvavidas flotador, ante una crisis que no supo interpretar. El Dr. Henrique Salas Römer, fue catalogado como más de lo mismo, sin convencer  a los adecos, ni a los copeyanos, ni a la periferia de independientes puros o vinculados al estatus.

El segundo planteamiento es más complejo, el porqué de la permanencia. Por supuesto, está latente la parcialización de Consejo Nacional Electoral, designado mayoritariamente sin los trámites constitucionales de rigor, sino a través del Tribunal Supremo de Justicia. Pero este sólo razonamiento no me satisface plenamente. No es posible que una  institución se imponga sobre la voluntad popular en forma reiterada, incluso, utilizando la Fuerza Armada Nacional. Debe existir algo más.

La respuesta creo conseguirla en la tesis de grado del Dr. William Sheridan Allen([i]), condensada en un libro([ii])  cuyo planteamiento central es “cómo un partido totalitario, puede hacerse con el poder en un país civilizado”, partiendo del hecho conocido que en la pequeña población escogida para su investigación, Northeim, Hannover, República de  Weimar (Alemania) en 1928 había votado sólo en el 5% a favor de los nazis, elevado exponencialmente a un 66% en 1932. Northeim era ideal para el estudio académico, porque estaba conformada, casi en igual porcentaje por judíos, nativos y alemanes de otras ciudades. La razón del triunfo  inicial fue sustancialmente parecida a la nuestra: “En virtud a la gran depresión económica, sus habitantes cayeron en la trampa de la propaganda nazi, convencidos que le devolvería el pasado esplendor”.

Para explicar cómo pudo el nazismo mantener el favor popular, durante los años previos a la II Guerra Mundial, voy a transcribir algunos planteamientos del libro, con los episodios y nombres germánicos, en la seguridad que siempre conseguiremos un equivalente nacional. Ciertamente en el caso teutón los abusos fueron más pronunciados, aunque relativamente muy similares.  Tras el triunfo en el Consejo (sic. Con S en el libro) Municipal de Notheim, el partido oficialista NSDAP (partido Nazi) decidió:

Primero: Convertir los mecanismos de poder democráticos y pluralistas, en instrumentos de dictadura. No obstante  la mayoría obtenida, 15 nazistas contra 5 opositores, convinieron en aplicar el principio del líder, de manera que no había posibilidad de voto consciente en la Cámara, sino por mandato del jefe de grupo. Además, aun cuando tuviesen votos suficientes para cualquier moción, fueron tras la unanimidad. El más ferviente opositor anti nazi, desde la primera reunión de Consejeros, como se denominaban los miembros, se declaró neutral, lo que fue calificado por sus compañeros como “un acto de judas”, pero nunca se precisó la causa de ese alto de talanquera.

ontraviniendo las prácticas tradicionales, la segunda sesión se celebró en un hotel y no en el Ayuntamiento. Se caracterizó porque de los 4 Consejeros que quedaba a la oposición, un miembro del SPD, Karl Deppe fue arrestado camino al hotel sin causa conocida y la entrada a la sala fue controlada por la Gestapo. Para colmo, las barras estaban absolutamente ocupadas por miembros del oficialismo, uniformados en colores marrón y negro, que bajo el grito “heil Hitler”, acallaban las intervenciones opositoras.

La reunión la presidió Ernst Girmann, quien advirtió a la oposición, que debían prepararse para pagar las afrentas sufridas por Alemania, durante los años anteriores “llenando de ser necesario, los campos de concentración”. Sin elección, dando por descontado la mayoría y para ahorrar tiempo, fue designado Presidente del Consejo a Heinrich Voge, quien advirtió que “el bien común prevalece sobre el individual”, que no daría derecho de palabra a la oposición porque durante 14 años ya “habían hablado bastante sin respetar al NSDAP”. Seguidamente procedió a designar a los funcionarios locales, todos miembros del grupo gobernante. Ante las tropelías y por sobre los gritos amenazantes Carl Querfurt, pidió a los demás opositores abandonar la sesión, lo que hicieron con el público entonando Horst Wessel y el cierre con triple Sieg Heill.

Para la tercera sesión, la Presidencia sustituyó a Karl Deppe porque continuaba preso sin cargos y a Carl Querfurt, por haber propiciado el abandono de la asamblea anterior. Fueron suplidos por dos miembros del partido nazi, con lo cual la representación del SPD se redujo a 2 consejeros. En ella se designaron con nuevos nombres relacionadas con el nazismo a  todas  las calles de la población, se nombraron lugareños de honor a Heidelberg, Goering y Hitler, anunciándose que las reuniones posteriores tendrían como única finalidad aprobar las mociones que llevara el líder del grupo, lo que lógicamente trajo como consecuencia inmediata, el abandono del cargo por los dos opositores restantes.

Táctica similar se llevó a cabo en la instalación del Consejo del Condado, al cual se había anexado previamente el pueblo de Uslar, opositor, sin mayores formalismos. Fue un acto meramente ceremonial, con la advertencia que los socialistas serían aceptados en las sesiones, sólo si se comportaban con objetividad extrema, no podrían aspirar a puesto alguno ni participar en los comités. Los despidos en el Condado fueron masivos, incluidos personal de confianza y simples obreros. En Contraloría fue designado “XX” (textual del libro), quien había sido condenado por desfalco.

Segundo: El segundo frente de acción para la permanencia del nazismo en el poder, lo nominó el NSDAP como el “sistema del terror”. El Poder Municipal era importante, pero el absoluto de la ciudad, que implicaba control policial era otra cosa. Allí estaban los nazis dispuestos a usar la fuerza de “forma despiadada y eficaz”. Para justificar el uso del poder con esas características, hicieron creer que los socialistas y comunistas “planeaban un derrocamiento del Estado por la fuerza”. El famoso incendio de la cervecería Reichstag, cerca de Munich, fue aprovechado diciendo que habían encontrado armas relacionadas con ese hecho en Northeim, a pesar de la distancia, justificando además, reunir armas y municiones para un potencial contragolpe.

De esta manera montó la policía nacional un poderoso cuerpo en base a rumores y miedo colectivo. Bastaba con hacer correr la voz que algún vecino no tenía la cruz esvástica, para que rápidamente fuera adquirida. Infinidad de casos de aparente pequeña monta, sirven como ejemplo de cómo se fue fortaleciendo el régimen de terror. Kuno Ruhmann, acudió a una fiesta y tras tomarse una copa de más, le dio por imitar los gestos y la voz de Hitler en sus discursos. La anfitriona por temor a represalias, lo denunció en la oficina policial y hasta allí llegó la vida social de Ruhmann. No era ni tan siquiera necesario el arresto, el temor interno reprimía de hacer o decir cuánto se quisiera, incluso por miedo a perder el empleo y alguna ayuda oficial.

Efectivamente, al poco tiempo los nazis no tenían necesidad de intimidar a nadie, después de algunos escarmientos, las fuerzas sociales naturales hicieron el resto. Los empleados que no hicieran el saludo nazi,  que no asistieran o se ausentarán antes de la conclusión de algún acto oficial  o, se aventurara con mirar fríamente a Ernst Girmann, se consideraba había incurrido en una temeridad.

Lógicamente, al principio hubo quienes juraron resistir y restituir la República: El Reichsbanner. “En Northeim, por lo menos, la República fue destruida sin un solo golpe en su defensa. El Reichbanner, con todos sus planes de movilización instantánea, acabó con sus miembros abatidos uno por uno, sus líderes encarcelados, apalizados, expulsados mediante acoso de sus trabajos y hogares sin la menor resistencia en conjunto”.

Siempre temieron ejercer acciones separadas porque quedarían neutralizados ante algún requerimiento de actuación colectiva. En balde quedaron esperando la orden de un contraataque, que debía provenir del gobernador socialdemócrata Gustav Noske, de Hannover. Se corrió la voz que la organización anti nazi debía disolverse porque “pensad en vuestra familia. No ganaremos nada con actos de heroísmo”.

Johannes Grote, líder socialdemócrata y sindicalista, fue expulsado de su trabajo como técnico en la planta de gas de Northeim, porque a la vez había tenido actividad política en el Consejo de la ciudad, lo arrestaron y despojaron de sus documentos para que no pudiera viajar. A la esposa la obligaron declarar durante dos horas diarias durante varios días en la Comisaría. Finalmente sólo le permitieron trabajar vendiendo jabones casa por casa, lo que aprovechó para hacer contactos clandestinos con sus copartidarios. Este es un caso, como ejemplo, entre decenas que se narran en el libro. La mayoría de vecinos mantuvo un letargo político, aceptando el régimen como hecho establecido.

En próxima entrega continuaremos con el análisis de cómo fue la introducción de la dictadura nazi en Northein, escenario específico de lo que sucedía a gran escala en Alemania, durante la antesala de la II Guerra Mundial. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

11/05/2020.

 

 



([i]) University microfilms, Inc, Ann Arbor, Michigan N° 63-1188.
([ii]) “La Toma del poder por los Nazis”. Edic. Grupo Zeta. 2009. Traducción de Gabriel Dols.


 

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