sábado, 2 de mayo de 2020

“Los protocolos de los sabios de Sión”.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

Según algunas versiones, el próximo mes de agosto del 2020 se cumple un siglo justo,  desde la publicación de la primera edición traducida al español, del famoso y controversial libro “Los protocolos de los sabios de Sión”  por el profesor Sergei Nilus, quien lo hizo desde el ruso, recopilación que se dice contiene los planes para la conquista del universo por los judíos masones, aunque su contenido ha sido reiteradamente desmentido, calificándolo de propaganda antisemita.
Cuando lo leí por primera vez no le presté atención extra, seguro como estaba que lo allí narrado no pasaba de ser descripción fabulada, de algún fanático político-religioso. Releyéndolo hoy con la experiencia vivida analizo la trama bajo una óptica distinta, como una advertencia de lo posible y no como simple mito. Muchos gobiernos, incluidos en este hemisferio, parecen formados bajo las descripciones planteadas en el texto.
Los judíos sistemáticamente han negado la existencia cierta de los Protocolos, imputándolo  a una creación de sus enemigos, fundamentalmente los comunistas y los nazis. Sin embargo, el Foro de São Paulo, conformado por grupos de izquierda revolucionaria en Latinoamérica, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil, presidido por el ex presidente Lula Da Silva en 1990 y aupado por diversos líderes del continente, incluidos los presidentes venezolanos durante el siglo XXI, ha pregonado ideas similares, si bien no como fundamentalismo   religioso si  en el aspecto político.
Este hecho  permite ubicarnos  dentro del contexto descrito en el libro, porque  los extremos en los debates políticos y religiosos buscan lo mismo. Por esas razones aprecio la vigencia del libro,   bajo el entendido que las tácticas descritas no van en un solo sentido, sino que ambos contendientes la aplican por igual, con los cambios y ajustes de acuerdo con la doctrina que profesan, el país, los recursos económicos de los cuales disponen y los tiempos.
Los Protocolos de los sabios de Sión,  está constituido por 24 actas o documentos, que hace la lectura muy pesada porque  se repiten una serie de puntos, tanto con la finalidad que el lector no  olvide fácilmente del texto,  como por tratarse de recopiladores distintos de los mismos hechos.
En el primer documento  se impone a los elegidos de Israel, reunirse cada cinco años ante la tumba del Gran Maestro Caleb, Santo Rabino Simeón Ben Judha, para recordar que desde hace 18 siglos Israel está en guerra santa, para la recuperación de las tierras que les fue legada por la Biblia, renovando el recuerdo por los tiempos sombríos, por las ofensas y vejámenes vividas y su enfrentamiento con su enemigo número uno, que es la Iglesia católica.
En el segundo documento, hace ver a los judíos que el hecho de estar regados por todo el mundo como consecuencia del éxodo, significa que ellos son los dueños de la Tierra. Les insta a adueñarse del oro, latifundios y riquezas en todos los rincones de la Tierra. Ordena a los israelíes no dejarse arrancar el comercio y la especulación, porque son los requisitos para ganar la guerra final.
Posteriormente, se asienta que la mejor forma de conquistar el mundo es mediante la fuerza y la intimidación, porque es mayor el número de hombres con instintos perversos que nobles. La libertad política debe ser aplicada como una idea,  no puede ser un hecho. Es suficiente dar a las masas el poder de gobernarse, para convertirlas inmediatamente en tropel desorganizado. Esa desorganización y las discusiones conducen con facilidad a los conflictos sociales, capaces de deshacer Estados para que pierdan toda su importancia.
La política debe ser alejada de la moral. Un jefe de Estado no puede pretender gobernar con leyes morales. En política las grandes cualidades humanas de honorabilidad y sinceridad se convierten en vicios, por lo que debe lograrse que esas sean las características de los enemigos de Israel.
No se debe nunca  dudar en confiscar las propiedades, para conseguir sumisión y poder. El proyecto general requiere que las guerras no causen alteración territorial, sino que los Estados recurran a los préstamos  “para que reconozcan nuestra superioridad viendo los servicios que podemos prestarles”. Por eso se requiere de administradores serviles, porque son inexpertos en el arte de gobernar.
Establece de esta forma la secuencia en el establecimiento de una República, que debe iniciarse destruyendo todo lo hecho, para conferir en una segunda etapa el reinado al demagogo, que hará florecer la anarquía, para luego sustituirla por el despotismo, no oficial y franco por tanto responsable, sino oculto pero que se haga sentir. Es necesario confundir y corromper a las sociedades para que se den ese tipo de gobiernos. Para asegurarse la opinión pública, debe “embarullarse” por completo, haciéndoles oír por diferentes conductos, ideas y opiniones contradictorias, en largos y recurrentes discursos para que los gentiles se pierdan en un laberinto.
El capital, debe tener el campo libre, para obtener el monopolio de la industria y el comercio. Los grandes monopolios deben acumularse a las riquezas colosales en la que deben tomar parte las grandes fortunas de los gentiles. En una de las traducciones se agrega que los judíos apartarán oportunamente, su fortuna propia.
Los medios de los cuales se dispongan, deben crear la idea de la gran popularidad del super gobierno, presentándolo como protector y remunerador de todos. Es necesario deshacer la prosperidad industrial para destruir la organización social y económica del Estado. Para la transición entre los gobiernos de los gentiles y los judíos, en cada Estado existirá un gobierno paralelo que maniobrará con la prensa y desorientará la opinión pública.
El acta séptima describe la necesidad de utilizar grandes armamentos, para fomentar las luchas, fermentación y discordia en el mundo entero, para lo cual debe recurrirse a engaños y artificios durante las negociaciones, diálogos y  debates, pero oficialmente debe adoptarse la táctica de aparentar ser sumamente honrados y conciliadores.
Aplicando las doctrinas no siempre se consiguen los deseos. Es preciso reeducar la Nación. Llegaremos con el lema: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, para luego aplicar “derecho a la Libertad, deber de la Igualdad y el ideal de la Fraternidad”, es la forma de encadenar a la fiera. La libertad ha de ser un término unívoco, es decir, “el derecho de hacer sólo lo que la ley permite”.
Nunca deben discutirse directamente frente al pueblo, los términos de división del poder, libertad de la palabra ni de prensa ni asociación, tampoco la igualdad ante la ley, inviolabilidad de propiedad y domicilio, ni la fuerza retroactiva de la ley. Así podrá llegarse a las bases para una nueva Constitución, con un Consejo de Estado  para confirmar el poder del gobierno, porque tendrá las apariencias de un cuerpo legislativo, pero también administrará y aplicará la ley, y, en casos extremos actuará bajo un golpe de Estado. Comenzaremos a reinar con golpes de Estado, preparados en todas partes para un mismo día.
El documento número 13, determina principios muy complejos: “la necesidad del pan cotidiano hace callar a los cristianos y los convierte en nuestros humildes siervos”. La prensa habrá de atraer la atención sobre nuevos asuntos, porque acostumbraremos al hombre a buscar asuntos nuevos y “algunos imbéciles, creyéndose instrumentos de la suerte, se echarán sobre ellos”  sin entender que no comprenden nada de lo que quieren discutir.
Cuando nuestro reinado se haya consolidado no reconoceremos ninguna religión que no sea la nuestra. Los errores de la administración de los cristianos serán descritos con los más vivos colores por nosotros. “Nuestro rey estará en comunicación constante con el pueblo, todo el tiempo  les dirigirá discursos desde la tribuna, que la fama llevará inmediatamente por el mundo entero”.
Suprimiremos las universidades, primera etapa del colectivismo y fundaremos otras con nuevo espíritu. Los profesores y maestros, preparados secretamente, actuarán con detallados programas de acción, de los cuales no podrán salirse jamás.
Los abogados se verán privados de comunicarse con sus clientes, a quienes defenderá según interrogatorio del tribunal y memoria documental, pero cobrarán sus honorarios. De esa manera se obtendrá una defensa honrada e imparcial, guiada no por el interés sino por la convicción. Los jueces estarán igualmente privados de decidir a conciencia.
Cuando sea necesario, actuaremos mediante el sistema policial ruso “okhrana”, simularemos desordenes y manifestaciones controladas, auspiciadas por buenos oradores, con frases liberales haremos llegar al crimen, con algún tinte político. Nuestro soberano estará guardado por guardia invisible, pues no permitiremos frente a él una fuerza contra la cual no pueda luchar. No permitiremos que todos se ocupen de política. Para evitar prestigio a los crímenes políticos, colocaremos a los autores en el banquillo con la misma categoría de los ladrones y asesinos, acusados de delitos comunes y abominables, así la opinión pública los tratará con el mismo desprecio.
Limitaremos los bienes de lujo. No cargaremos al pueblo con impuestos para reforzar nuestra imagen de padre y protector. Solamente quienes sean capaces de gobernar con firmeza, inflexibles hasta la crueldad, recibirán las riendas del gobierno.
No me consta, por supuesto, la veracidad de los Protocolos de los sabios de Sión, es posible que ciertamente sea producto de la imaginación de los anti semitas, pero tengo la impresión personal que estos lineamientos son constitutivos de un “Plan macro de gobierno”, tejido durante años, que fue copiado casi al calco y adelantado por otros. “Quien quiera ver que vea, quien quiera oír que oiga”. Dios bendiga a Venezuela!.
03/05/2020.

 

1 comentario:

  1. Se puede adoptar no sólo a Venezuela sino a casi la totalidad del mundo. Existe hoy más caudillo que lideres y sus necesidades son no el bienestar sino el poder mismo. Totalmente de acuerdo con el autor

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