Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Según algunas versiones, el próximo mes de agosto del
2020 se cumple un siglo justo, desde la publicación
de la primera edición traducida al español, del famoso y controversial libro “Los protocolos de los sabios de Sión” por el profesor Sergei Nilus, quien lo hizo
desde el ruso, recopilación que se dice contiene los planes para la conquista
del universo por los judíos masones, aunque
su contenido ha sido reiteradamente desmentido, calificándolo de propaganda
antisemita.
Cuando lo leí por primera vez no le presté atención
extra, seguro como estaba que lo allí narrado no pasaba de ser descripción
fabulada, de algún fanático político-religioso. Releyéndolo hoy con la
experiencia vivida analizo la trama bajo una óptica distinta, como una
advertencia de lo posible y no como simple mito. Muchos gobiernos, incluidos en
este hemisferio, parecen formados bajo las descripciones planteadas en el
texto.
Los judíos sistemáticamente han negado la existencia
cierta de los Protocolos, imputándolo
a una creación de sus enemigos,
fundamentalmente los comunistas y los nazis. Sin embargo, el Foro
de São Paulo, conformado por grupos de izquierda revolucionaria en
Latinoamérica, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil, presidido
por el ex presidente Lula Da Silva en 1990 y aupado por diversos líderes del
continente, incluidos los presidentes venezolanos durante el siglo XXI, ha
pregonado ideas similares, si bien no como fundamentalismo religioso si
en el aspecto político.
Este hecho permite
ubicarnos dentro del contexto descrito
en el libro, porque los extremos en los
debates políticos y religiosos buscan lo mismo. Por esas razones aprecio la
vigencia del libro, bajo el entendido que las tácticas descritas
no van en un solo sentido, sino que ambos contendientes la aplican por igual,
con los cambios y ajustes de acuerdo con la doctrina que profesan, el país, los
recursos económicos de los cuales disponen y los tiempos.
Los
Protocolos de los sabios de Sión, está constituido por 24 actas o documentos,
que hace la lectura muy pesada porque se
repiten una serie de puntos, tanto con la finalidad que el lector no olvide fácilmente del texto, como por tratarse de recopiladores distintos
de los mismos hechos.
En el primer documento se impone a los elegidos de Israel, reunirse cada cinco años ante la tumba del
Gran Maestro Caleb, Santo Rabino Simeón Ben Judha, para recordar que desde hace
18 siglos Israel está en guerra santa, para la recuperación de las tierras que
les fue legada por la Biblia, renovando el recuerdo por los tiempos sombríos,
por las ofensas y vejámenes vividas y su enfrentamiento con su enemigo número
uno, que es la Iglesia católica.
En el segundo documento, hace ver a los judíos que el
hecho de estar regados por todo el mundo como consecuencia del éxodo, significa
que ellos son los dueños de la Tierra. Les insta a adueñarse del oro,
latifundios y riquezas en todos los rincones de la Tierra. Ordena a los
israelíes no dejarse arrancar el comercio
y la especulación, porque son los requisitos para ganar la guerra final.
Posteriormente, se asienta que la mejor forma de conquistar el mundo es mediante la
fuerza y la intimidación, porque es mayor el número de hombres con instintos
perversos que nobles. La libertad política debe ser aplicada como una idea, no puede ser un hecho. Es suficiente dar a las
masas el poder de gobernarse, para convertirlas inmediatamente en tropel
desorganizado. Esa desorganización y las discusiones conducen con facilidad a
los conflictos sociales, capaces de deshacer
Estados para que pierdan toda su importancia.
La política debe ser alejada de la moral. Un jefe de Estado
no puede pretender gobernar con leyes morales. En política las grandes
cualidades humanas de honorabilidad y sinceridad se convierten en vicios, por
lo que debe lograrse que esas sean las características de los enemigos de
Israel.
No se debe nunca dudar en confiscar las propiedades, para
conseguir sumisión y poder. El proyecto general requiere que las guerras no
causen alteración territorial, sino
que los Estados recurran a los préstamos “para que reconozcan nuestra superioridad
viendo los servicios que podemos prestarles”. Por eso se requiere de administradores serviles, porque son
inexpertos en el arte de gobernar.
Establece de esta forma la secuencia en el
establecimiento de una República, que debe iniciarse destruyendo todo lo hecho,
para conferir en una segunda etapa el reinado al demagogo, que hará florecer la anarquía, para luego sustituirla por
el despotismo, no oficial y franco por tanto responsable, sino oculto pero que se haga sentir. Es necesario confundir y corromper a las sociedades para que se den ese tipo de
gobiernos. Para asegurarse la opinión
pública, debe “embarullarse” por
completo, haciéndoles oír por diferentes conductos, ideas y opiniones
contradictorias, en largos y recurrentes
discursos para que los gentiles se
pierdan en un laberinto.
El
capital, debe tener el campo libre, para
obtener el monopolio de la industria y el comercio. Los grandes monopolios
deben acumularse a las riquezas colosales en la que deben tomar parte las
grandes fortunas de los gentiles. En una de las traducciones se agrega que los judíos apartarán oportunamente, su
fortuna propia.
Los medios de los
cuales se dispongan, deben crear la idea de la gran popularidad del super gobierno, presentándolo como protector y
remunerador de todos. Es necesario deshacer la prosperidad industrial para
destruir la organización social y económica del Estado. Para la transición entre los gobiernos de los gentiles y
los judíos, en cada Estado existirá un gobierno paralelo que maniobrará con la
prensa y desorientará la opinión pública.
El acta séptima describe la necesidad de utilizar grandes
armamentos, para fomentar las luchas, fermentación y discordia en el mundo
entero, para lo cual debe recurrirse a engaños
y artificios durante las negociaciones, diálogos y debates, pero oficialmente debe adoptarse la táctica de aparentar ser sumamente honrados y conciliadores.
Aplicando las doctrinas no siempre se consiguen los
deseos. Es preciso reeducar la
Nación. Llegaremos con el lema: “Libertad,
Igualdad y Fraternidad”, para luego aplicar “derecho a la Libertad, deber de la Igualdad y el ideal de la
Fraternidad”, es la forma de encadenar a la fiera. La libertad ha de ser un
término unívoco, es decir, “el derecho de
hacer sólo lo que la ley permite”.
Nunca deben discutirse directamente frente al pueblo, los
términos de división del poder, libertad de la palabra ni de prensa ni
asociación, tampoco la igualdad ante la ley, inviolabilidad de propiedad y
domicilio, ni la fuerza retroactiva de la ley. Así podrá llegarse a las bases
para una nueva Constitución, con un Consejo
de Estado para confirmar el poder
del gobierno, porque tendrá las apariencias de un cuerpo legislativo, pero también administrará y aplicará la ley, y,
en casos extremos actuará bajo un golpe
de Estado. Comenzaremos a reinar con golpes de Estado, preparados en todas
partes para un mismo día.
El documento número 13, determina principios muy
complejos: “la necesidad del pan
cotidiano hace callar a los cristianos y los convierte en nuestros humildes
siervos”. La prensa habrá de atraer la atención sobre nuevos asuntos,
porque acostumbraremos al hombre a buscar asuntos nuevos y “algunos imbéciles, creyéndose instrumentos
de la suerte, se echarán sobre ellos” sin entender que no comprenden nada de lo que
quieren discutir.
Cuando nuestro reinado se haya consolidado no
reconoceremos ninguna religión que no sea la nuestra. Los errores de la
administración de los cristianos serán descritos con los más vivos colores por
nosotros. “Nuestro rey estará en
comunicación constante con el pueblo, todo el tiempo les dirigirá discursos desde la tribuna, que
la fama llevará inmediatamente por el mundo entero”.
Suprimiremos las universidades, primera etapa del
colectivismo y fundaremos otras con nuevo espíritu. Los profesores y maestros, preparados secretamente, actuarán con detallados
programas de acción, de los cuales no podrán salirse jamás.
Los abogados se
verán privados de comunicarse con sus clientes, a quienes defenderá según
interrogatorio del tribunal y memoria documental, pero cobrarán sus honorarios.
De esa manera se obtendrá una defensa honrada e imparcial, guiada no por el
interés sino por la convicción. Los jueces estarán igualmente privados de
decidir a conciencia.
Cuando sea necesario, actuaremos mediante el sistema
policial ruso “okhrana”, simularemos
desordenes y manifestaciones controladas, auspiciadas por buenos oradores, con
frases liberales haremos llegar al crimen, con algún tinte político. Nuestro
soberano estará guardado por guardia
invisible, pues no permitiremos frente a él una fuerza contra la cual no
pueda luchar. No permitiremos que todos se ocupen de política. Para evitar
prestigio a los crímenes políticos, colocaremos
a los autores en el banquillo con la misma categoría de los ladrones y asesinos,
acusados de delitos comunes y abominables, así
la opinión pública los tratará con el mismo desprecio.
Limitaremos los bienes de lujo. No cargaremos al
pueblo con impuestos para reforzar nuestra imagen de padre y protector.
Solamente quienes sean capaces de gobernar con firmeza, inflexibles hasta la crueldad, recibirán las riendas del gobierno.
No me consta, por supuesto, la veracidad de los
Protocolos de los sabios de Sión, es posible que ciertamente sea producto de la
imaginación de los anti semitas, pero tengo la impresión personal que estos
lineamientos son constitutivos de un “Plan macro de gobierno”, tejido durante
años, que fue copiado casi al calco y adelantado por otros. “Quien quiera ver que vea, quien quiera oír
que oiga”. Dios bendiga a Venezuela!.
Se puede adoptar no sólo a Venezuela sino a casi la totalidad del mundo. Existe hoy más caudillo que lideres y sus necesidades son no el bienestar sino el poder mismo. Totalmente de acuerdo con el autor
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