martes, 13 de octubre de 2020

El comunismo y la iglesia católica frente a la propiedad y el trabajo.

 

-            -A Jesús Ramón Jiménez Mendoza, mi padre,  dedico hoy en el décimo aniversario de su fallecimiento.

Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp

En Fratelli tutti el Papa Francisco aborda un tema que no por antiguo deja de ser controversial y complicado, cuyo contenido se explica bajo el subtítulo “Reproponer la función social de la propiedad”. La dificultad del concepto nace por tratarse de un  hecho  profundamente humano y con proyección casuística en la sociedad, lo que dificulta su regulación a través de las normas del Derecho positivo.

Para el comunismo, la propiedad es una cuestión muy fácil de resolver. Ellos parten de dos líneas teóricas: 1) el concepto forma parte de uno más amplio que es el capital,  por ende  no puede considerarse como fuerza personal sino general, y, 2) su existencia implica explotación y degradación de la dignidad humana, por lo que basta  transformarla  en propiedad común, atribuyéndola por igual a todos los miembros de la sociedad. Observemos entonces, dos directrices centrales, básicas e inmutables en tan arcaica doctrina: A) la propiedad es un concepto absoluto, en cuanto a la titularidad. B) en contracorriente a su postulado expreso, trasgrede y degrada la dignidad humana, ya que por una parte no la reconoce de manera individual, sino social, por lo que su titular lo es sobre cuotas de participación en el ente común y no sobre el bien o la empresa; además no reconoce las diferencias a raíz de esfuerzos, educación y oportunidades de cada uno de los integrantes del colectivo.

Carlos Marx y Federico Engels en su famoso Manifiesto Comunista (1847), que es un documento de carácter programático, por ende genérico, sin descender a los problemas que se presentan en la vida diaria a las personas sobre la propiedad, para crear su teoría describieron un  “proletariado andrajoso y carente de bienes, esa putrefacción pasiva de las capas más bajas de la vieja sociedad que  se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución proletaria”. Seguidamente toman como “elementos de las clases medias, al pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales clases”.

Hoy los seres humanos de diferentes razas, género, nivel social y demás estamentos que nos diferencian, no son  equivalentes a los de mediados del siglo XIX, por lo que no puede aplicarse la misma doctrina del proletariado, propuesto por Marx y Engels, si es que en su tiempo tuvieron razón. Fidel Castro y Hugo Chávez son ejemplos claros de la inaplicabilidad actualmente de la teoría comunista, cuando diezmaron a sus respectivos países, tanto en producción primaria como industrial y degradaron el bienestar integral de sus pueblos. Fuera de ellos, Alemania Occidental después de la reunificación, debió cubrir las deudas, prestaciones sociales y asumir la actualización tecnológica de Alemania Oriental, lo que hace deducir que la diferencia es abismal entre el comunismo y la economía de mercado, a favor del último, aunque éste tampoco puede considerarse sin ajustes y regulaciones apropiadas, las cuales analiza SS Francisco en Laudato sí (129) y Fratelli tutti (168).

En Todos hermanos  el Santo Padre reproduce de la encíclica Centésimus annus (31) de san Juan Pablo II, el principio bíblico según el cual “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que de ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”, retomando de su propia obra escrita (Laudato sí 93), recuerda que es derecho natural, originario y prioritario  el principio ético - social del uso común de los bienes y que la iglesia no reconoce como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada, “pero si como un derecho secundario o derivado del principio universal de los bienes creados, con consecuencias concretas que deben relajarse en el funcionamiento de la sociedad”. Es decir, la doctrina cristiana no niega el derecho de propiedad privada sobre los bienes, tampoco lo adjudica (como el comunismo) a un sector determinado de la sociedad, pero indudablemente impone regulaciones para que, como derecho secundario, “no sobrepase los derechos prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica” (Fratelli tutti 120).

De este postulado general, extrae SS Francisco en lo que denomina Derechos sin fronteras, dos principios muy claros e indudablemente justos: uno, que nadie puede ser excluido del derecho de propiedad por ser extranjero, sin que las fronteras y leyes de los diferentes Estados, pueda desconocerlo y; dos, reconoce la actividad de los empresarios, su vocación en producir riquezas  mejorando al mundo para todos y, el derecho a la propiedad privada sobre la empresa,  condicionándolo al mismo principio de subordinación, como toda propiedad, es decir, “al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso” (Fratteli tutti 123).

Íntimamente vinculado al tema de la propiedad está el factor trabajo. El Manifiesto Comunista lo califica como simple mercancía, cuya única razón es incrementar el capital. Marx y Engels, erróneamente, combaten la extensión de la maquinaria y la división del trabajo, cuando en verdad ambas técnicas han traído el aumento de la producción y la especialización del trabajador, para calificarlo y mejorar su condición.

SS Francisco (Fratelli tutti 162) analiza el hecho trabajo como manera de dignificar al hombre, una forma de desarrollar sus capacidades, iniciativas y fuerzas. La ayuda pecuniaria al pobre  sin contraprestación “debe ser solución provisoria para resolver urgencias”. La voz de la iglesia católica, expresada en la encíclica bajo comentario, cree en el desarrollo de los mecanismos de producción, sin renunciar al objetivo de lograr que cada persona pueda aportar sus capacidades y esfuerzos.

Los capítulos quinto (la mejor política), sexto (diálogo y amistad social) y séptimo (caminos de reencuentro) de la Fratelli tutti, si bien no podemos afirmar están específicamente dirigidos a Venezuela, sí entendemos que podemos aprender mucho de ellos, como veremos después. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

13/10/2020

 

1 comentario:

  1. Buen resumen de la posicion de la iglesia respecto a la propiedad, a la luz de las 2 enciclicas de SS Francisco y de Juan Pablo II.

    Saludos tocayo

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