Jesús A. Jiménez
Peraza.
@jesusajimenezp
Decíamos
en nuestro anterior artículo que sólo faltan once meses para lograr salir, por
vías democráticas, de este gobierno nefasto que tanto daño ha causado a la
nación venezolana. Todos los elementos de esa línea de pensamiento son
fundamentales. Debemos entender que el lapso referido es corto para la inmensa
tarea por cumplir, por lo que no se debe perder ni un minuto más en sandeces y
discusiones estériles.
La
forma de lograrlo tiene que ser la permitida por la CN1999, porque cualquiera
distinta nos sumiría en una aventura que pudiera ser peor, aunque por la
magnitud de la actual crisis política y social, pareciera imposible. Cada uno
de los círculos del infierno de Dante daba la impresión de ser insuperable, pero no, siempre existían
otros que hacía ver al anterior como soportable.
El
mal causado es a la nación entera, conformada por los elementos de un territorio que se
desintegra al oeste, por la acción guerrillera de los grupos irregulares de
Colombia; por el este con las actuaciones
del Tribunal Internacional de Justicia, que declaró su competencia para conocer
nuestra reclamación sobre Guyana lo que pone en inminente peligro el
territorio en disputa, y cuyos derechos de posesión y propiedad siempre hemos
sostenido, amparados en la ley y tratados válidamente firmados; por el sur, con
actividades fuera de control por grupos también irregulares que diezman
nuestros recursos sin orden ni técnicas apropiadas, que dilapidan riquezas que
conforman un patrimonio de la humanidad puesto por Dios allí y que tardarán más
de mil años en recuperarse.
El
norte, no está exento de tan
maquiavélica conducta. El mar territorial y la plataforma submarina vigiladas
por potencias extranjeras, que impiden la libre circulación de nuestros
productos exportables, como represalia por la violación interna a los derechos
humanos. La frágil biodiversidad de los espacios marítimos e insulares también sufre
modificaciones ilegales para el disfrute exclusivo de algunos privilegiados a
quienes se ha permitido construcciones de placer.
La
población, otro elemento del concepto republicano en franca diáspora, busca
allende
los mares lo más elemental para la sobrevivencia. Ella ocasiona grandes males
que en la actualidad no se perciben en toda su extensión, como el desarraigo de
la tierra y la separación del círculo familiar y de los amigos.
También
las costumbres, el idioma y la cultura
son parte de la Nación que se nos esfuma. Todo ello obliga a renunciar a apetencias
personales y políticas para reorientar nuestra Venezuela.
Participar
en las próximas elecciones no implica renunciar a ninguna expectativa, porque
ninguna tuvimos con los diferentes episodios abstencionistas ya cumplidos en
2005, 2018 y el más reciente de diciembre del 2020. Son fantasiosas las
hipotéticas intervenciones militares internas o externas, las primeras porque
existe un control absoluto por parte del gobierno sobre la FAN y las
segundas, ya que ningún país con poderío
bélico tiene interés en hacerlo, al contrario, también están agobiados por
factores propios y la pandemia.
Nuestro
camino es el electoral sin esperar que nos ofrezcan condiciones óptimas, porque
ya antes permitimos la concentración de todos los Poderes del Estado regidos
por el Ejecutivo, y en una democracia verdadera sólo ellos pueden controlarse
en forma mutua. De manera que en esas condiciones debemos imponernos
pacíficamente porque somos mayoría.
El
panorama electoral durante el presente año está determinado por las elecciones
de gobernadores, alcaldes y diputados regionales. No creo sea posible una
unidad opositora, más si una de propósitos que ojalá permita la recíproca
protección de los votos en los organismos electorales.
Es
de presagiar que el PSUV, no obstante sus marcadas diferencias internas, irá
con sus propios candidatos.
No
parece posible que los políticos contrarios al gobierno, puedan ceder sus
pretensiones en quienes tengan mayores posibilidades de éxito. No aspiro se
repita en Venezuela el ejemplo de un
Ricardo Lagos Escobar entregando la batuta a Patricio Aylwin, como
reconocimiento de mayor liderazgo opositor, en las horas aciagas chilenas
cuando la democracia hacía pininos, para dejar atrás la dictadura de Pinochet.
Todos
sabemos existe una oposición en la periferia gubernamental, que lo ayuda a
perpetuarse. Ella concurrirá al acto electoral con sus propios candidatos,
escogidos como quieran hacerlo, pero no podemos permitir logren lo que de fondo
buscan: dividir.
Vamos
a deslindarnos de una vez, si lo hacemos antes de las elecciones se causa menor daño. De un lado los opositores pro gobierno y por el otro, la oposición
en toda la extensión del concepto, que no se lucra ni vende principios, es esa
precisamente la que debe dirigir al vasto pueblo que lo respalda, si se le
explica el mensaje y se le muestra un líder confiable. Esta oposición no puede
tener candidatos sacados de los senos de partidos como si fuera el sombrero de
un mago, sino de consultas populares de base, con la concurrencia de diferentes
miembros de la sociedad civil y de los partidos mismos que se postulen para
escoger el mejor.
No
faltarán los pesimistas, quienes piensan que ya todo está perdido, que ganaron
los malos y quienes como Pilatos se laven las manos absteniéndose, allá ellos
con su responsabilidad. Al grueso, al pueblo llano, nos corresponde concurrir
al acto electoral, respetar las normas y hacernos respetar. Dios bendiga a
Venezuela!
13/02/2021.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gustó tu artículo, cuando terminé de leerlo, me pregunte a mi misma, de dónde lo va a sacar candidadtos lideres que sean honestos? -porque en Venezuela el bandolerismo, la maldad, la corrupcion, los crimenes y la perdida de valores en todos los aspetos se ha extendido, quedan sus raras ecepciones, pero no quieren entrar en la politica por miedo de contagiarse, esa es la peor pandemia que ataca a los venezolanos, y ataca a muchos países.
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