jueves, 29 de abril de 2021

Claro como la luna llena: sin modificar la CN1999 no hay Estado Comunal.

 

Jesús A. Jiménez Peraza

@jesusajimenezp

-      -   La historia sirve como acto  constricción y como  propósito de enmienda. 

Durante las últimas dos décadas del siglo XX los venezolanos en general, salvo excepciones,  dejamos de sentir interés por el país nacional. Nos hicimos egoístas. La inmensa riqueza proporcionada fundamentalmente por el petróleo, había permitido una vida de derroches a una capa poblacional minoritaria, que en menor cuantía drenaba recursos hacia los medianamente favorecidos, quienes podían disfrutar de esparcimiento, atención hospitalaria y salud, además de estudios en los diferentes niveles y de alimentos en su mayor parte importados y subsidiados, lo que les permitía su adquisición.

Otro sector importante y más numeroso vivía en el anonimato,  por inercia y en silencio, sin acceso a la satisfacción de las necesidades básicas. En resumen éramos un país inmensamente rico, con pujante clase alta; una clase media que vivía conforme y,  con penurias la baja. Pero en general, muy pocos se ocupaban del engrandecimiento económico, social y cultural del país.

El modelo de vida se agotó creando una situación harto complicada, los insaciables grupos económicos quisieron poder y los otros dos  subir escaños. Por eso todos aceptaron  a Hugo Chávez o le facilitaron su ascenso al poder.

Quienes fueron sus patrocinadores proporcionando las relaciones políticas y recursos de los cuales adolecía? Quienes permitieron que se violentara la Constitución de 1961, para materializar la oferta, que no era novedosa, de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999? Quienes abultaron su caudal de votos enceguecidos por la oferta de recibir directamente y  sin contraprestación unas cuantas  “gotitas de petróleo”?

Así nació Hugo Chávez a la vida pública. Se presumía representaba un nuevo modelo que fracasó rápidamente. Todos tenemos responsabilidad unos más que otros, por supuesto; algunos por acción, otros por omisión al tolerar que Hugo Chávez gobernara a los realazos, sin planificación alguna, interviniendo fincas y empresas industriales, sin respetar los límites de los demás Poderes del Estado ni el contenido de la Constitución y el sistema jurídico nacional,  y finalmente que iluminado con la certeza de existencia de una luna llena, propusiera la candidatura del actual jefe de Estado.

Casi desde sus inicios este sistema de gobierno llegó a su fin, es que la política es un arte, no se improvisa. Lastimosamente el derrumbe no trajo el efecto colateral de fortalecer a la oposición, siempre contradictoria y dispersa, incapaz de enfrentar a un gobierno débil, pero con apoyo de grupos extraños para nuestra idiosincrasia. Es así como hemos llegado  a este punto. El tema no es ahora imputarnos recíprocas acusaciones, sino que la aceptación de responsabilidad colectiva debe ser el punto de unión para dejar el egoísmo y buscar las soluciones insertas en el propio texto constitucional.

Los distintos partidos políticos deben participar, incluso sin necesidad de pactos que crean suspicacias en una población que no controlan.  Los dirigentes y sus partidos lo que deben aportar es vigilancia para que la votación refleje la tendencia del electorado. Así es como debemos concurrir a las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados regionales y concejales, quienes deberán convertirse en las cabezas visibles y unitarias para proponer y sustanciar el referendo revocatorio, que es el verdadero interés de la gente. Allí es donde sólo puede haber  dos equipos en la cancha.

El gobierno nacional, absolutamente débil y agotado vuelve a una vieja oferta: el Estado Comunal. Recordemos que en el 2007 el presidente Hugo Chávez lideró personalmente y, a través de la Asamblea Nacional que controlaba en forma absoluta, dos bloques para una Reforma Constitucional también con doble propósito: 1) La reelección sin límites de períodos para el Presidente de la República (artículo 230 CN1999), que era su interés principal, por no decir único. Adicionalmente extensible para otros funcionarios de elección popular. 2) La conformación de un Estado Comunal. Aunque fracasó en el primer intento, logró en el 2009 enmendar la Constitución para imponer la reelección y valido de una Asamblea Nacional unicolor, gracias a la abstención opositora en las elecciones parlamentarias del 2005, impuso la aprobación de un conjunto normativo relacionado con la potencial y frustrada implantación del Estado Comunal.

Esas leyes no tuvieron operatividad alguna porque para la fecha de su promulgación ya Chávez estaba enfermo, además se aproximaba una campaña electoral y el tema no tenía interés para las bases.

Ahora la Asamblea Nacional, por supuesto bajo las órdenes del presidente Maduro,  vuelve sobre el tema. Hace algunos días analizamos la Ley de Ciudades Comunales, veamos ahora la Ley Orgánica del Parlamento Nacional Comunal (LOPNC).

El primer punto incuestionable es que para cambiar la distribución del Poder Público (artículo 136 CN1999), titular de todas las funciones correspondiente a los Poderes Municipal, Estadal y Nacional, no puede insertarse otro sin modificar la carta magna mediante una Reforma propiamente dicha o una Asamblea Nacional Constituyente. Existe una tercera forma de reformarla que es la Enmienda, pero en este caso no aplica porque ella se reserva sólo a la adición o modificación de artículos sin cambiar la estructura fundamental de la ley suprema.

La LOPNC que propone hoy la Asamblea Nacional, está redactada sobre una serie de galimatías, mediante las cuales trata de crear  un andamiaje para el ejercicio del poder popular, que realmente existe, porque lo prevé el artículo 5 CN1999, como también estuvo en la de 1961 (artículo 4), puesto que la soberanía reside en el pueblo y la ejerce directamente a través de las consultas populares, de la posibilidad de proponer la discusión de leyes (iniciativa legislativa), cabildos abiertos, asambleas de ciudadanos o en forma indirecta, mediante el sufragio, cuando elige a los altos gobernantes como presidente de la República, gobernadores, diputados alcaldes, concejales.

El poder que puede atribuirse el pueblo de Venezuela en base a ese dispositivo, es cuasi ilimitado con las limitantes de no  contrariar valores, principios y garantías democráticas ni violentar derechos humanos, pero para cambiar el régimen de los Poderes Públicos y diseñar un Poder entre Dios y los hombres, que denominamos Popular o Comunal si así quiere, tiene que comenzar por reformar la CN1999, a través de los mecanismos preestablecidos entre los artículos 342 al 349 CN1999.

Ese Parlamento Nacional Comunal invade la esfera de acción de los órganos públicos organizados conforme a la Constitución vigente, incluida la Contraloría General de la República, pues le atribuye el control y seguimiento de la gestión en todas las materias de interés para la comunidad; está previsto integrarlo con parlamentarios elegidos en segundo grado, puesto esa función correspondería a los comuneros y los miembros de movimientos sociales activos. Con la “elección de los constituyentistas” en el 2017 ya tenemos una idea de las distorsiones del método selectivo que se propone.

La implantación de todas estas leyes relacionadas con el poder comunal, no es una forma de descentralizar la toma de decisiones y gobernabilidad por los órganos constitucionales, sino que el fin es atomizar el poder popular para hacerlo controlable por el poder central. Es así como funciona el sistema cubano  con los llamados Comités de Base.

Creo que hoy nos corresponde a los venezolanos participar en la vida pública, expresarnos, respaldar las opciones acordes con nuestra línea de pensamiento, aunque sea sin pactos previos, de todas maneras entre varias minorías si cuidamos los votos recíprocamente, el gobierno siempre será minoritario; debemos ejercer todos los derechos y salidas constitucionales, como el referendo revocatorio que se activa en enero 2022, pero requiere el diseño de estrategias desde mucho antes. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

29/04/2021.

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